Elecciones vascas 2024
Ni Otegi ni Urkullu, el tablero político vasco se reconfigura tras una década con las mismas piezas
En la última década se han celebrado elecciones —ya sean autonómicas, generales o europeas— todos los años. Y 2024 no iba a ser la excepción. Aunque todavía no se ha fijado la fecha para los comicios vascos y gallegos, los partidos ya engrasan sus maquinarias ante un posible adelanto electoral. Unos comicios que se prevén inciertos —no está garantizada ni la mayoría absoluta del PP en Galicia ni la victoria del PNV en Euskadi —y que ya están deparando algunas sorpresas, empezando por las candidaturas a lehendakari. Justo después de que los peneuvistas hayan apartado de la cabeza de cartel a Íñigo Urkullu tras cumplir su tercer mandato para aupar a un desconocido Imanol Pradales, EH Bildu ha anunciado que su líder, Arnaldo Otegi, sobre el que pesaba una condena de inhabilitación hace cuatro años, no se presentará como candidato. El tablero vasco se reinventa en unos comicios que se prevén disputados tras los resultados de las últimas contiendas electorales.
Las últimas elecciones al Parlamento vasco se libraron en plena pandemia. Fue el PNV quien resultó vencedor, con el 39,07% de los votos y 31 de los 75 escaños que se disputan en la comunidad. EH-Bildu se quedó entonces con el 27,86% de las papeletas y 21 asientos, seguido por el PSE —la marca vasca de los socialistas— con 13,65% de los sufragios y 10 escaños. Mientras estas tres formaciones ganaron votos y escaños, Elkarrekin Podemos redujo a la mitad sus resultados respecto a los comicios de 2016 y obtuvo el 8,05% del apoyo electoral y seis asientos. La suma de Partido Popular y Ciudadanos, que se presentaron en coalición, también perdió apoyos sobre el resultado del PP en solitario y únicamente cosechó 6,77% de los votos, lo que se tradujo en seis actas. Por último, la ultraderecha de Vox no llegó ni al 2% de los votos y únicamente obtuvo un acta.
En las elecciones celebradas el pasado mes de mayo, en las que a diferencia de otras comunidades únicamente se votó la composición de los ayuntamientos, el PNV se impuso, por poco, a EH Bildu, con un 31,69% frente a un 29,21%, aunque la izquierda abertzale les superó en concejales —1.050 frente a 981—. En el escenario posterior de pactos, PNV y PSE se aliaron, como ya hicieron en 2020, para amarrar las tres diputaciones forales y arrebatar los principales ayuntamientos a la formación de Arnaldo Otegi —Bilbao y San Sebastián para los peneuvistas y Vitoria para la socialista Maider Etxebarria—. Ese compromiso, el de no apoyar o facilitar ningún gobierno de EH Bildu, seguirá vigente por parte de los socialistas en las próximas autonómicas. Dos meses después de esos comicios, en las generales del pasado del 23J, se produjo un triple empate en escaños —la candidatura más votada fue la del PSE— que hizo saltar todas las alarmas en el Partido Nacionalista Vasco.
PNV, el partido ganador que 'sacrifica' a su lehendakari
El partido ganador en Euskadi siempre ha sido el PNV. Así lleva ocurriendo desde 1980 en todas y cada una de las doce convocatorias que se han celebrado para elegir el Parlamento Vasco, en las que las preferencias de los electores han dado como resultado una Cámara siempre fragmentada en la que nunca ha habido menos de cinco partidos representados. En Euskadi ningún partido ha conseguido nunca mayoría absoluta, lo que ha hecho de la cultura del pacto la norma de la política vasca en un Parlamento en el que, para hacer aún más complejo el modelo electoral, cada territorio —Bizkaia, Gipuzkoa y Araba— tienen la misma representación, 25 diputados, pese a sus diferencias de población.
El liderazgo político del PNV nunca se ha visto realmente amenazado, a pesar de que tuvo que afrontar durante quince años —entre 1986 y 2001— las consecuencias de la escisión encabezada por quien fuera su lehendakari en las dos primeras legislaturas. Sin embargo, la pujanza de EH Bildu y la competición directa con los socialistas vascos han forzado un relevo generacional en la formación. El actual presidente, Íñigo Urkullu, no repetirá como candidato del PNV tras completar su tercer mandato. Urkullu, maestro de profesión, ha puesto en los últimos años rostro al ala más moderada del PNV, un activo que ha logrado ampliar la base electoral de los nacionalistas aunque también ha mantenido cierta tibieza respecto al conflicto catalán y ha sido abiertamente crítico con la vía unilateral. En esta última etapa las huelgas y los sindicatos le han generado más de un problema, pero sin llegar a perder la confianza de su partido. Hasta ahora.
La apuesta de los nacionalistas es, cuanto menos, arriesgada. Le confían a Imanol Pradales Gil (Santurtzi, 1975), un semidesconocido diputado foral, el reto de revalidar al frente del gobierno vasco. El Euzkadi Buru Batzar (EBB), el comité ejecutivo del PNV, decidió el pasado fin de semana adelantar sus propios plazos y anunciar ya por boca de su presidente, Andoni Ortuzar, esta arriesgada apuesta. Tras diplomarse en Ciencias Políticas e instigado por el propio Urkullu, que fue su profesor, decidió implicarse en política y en 2011 fue elegido diputado de Promoción Económica de la Diputación de Bizkaia y cuatro años después pasó a dirigir la cartera foral de Desarrollo Económico y Territorial. Actualmente es es el responsable de Infraestructuras en esta institución.
Un "cambio de ciclo" para Bildu tras la renuncia de Otegi
Después de que el PNV sacrificara a su pieza más valiosa, EH Bildu ha hecho lo propio. El actual líder de la formación abertzale, Arnaldo Otegi, ha anunciado este mismo lunes que no será el candidato en las elecciones autonómicas porque, asegura, antepone "los intereses de la nación vasca" a los suyos personales. A su juicio, se está produciendo un "cambio de ciclo político" en Euskadi y en la izquierda independentista, que ha reivindicado como la primera fuerza municipal. ¿Jaque mate?
En el año 2020 Otegi ya no fue el candidato, pero no por elección propia. Todavía pesaba sobre él una condena de inhabilitación por el caso Bateragune —el Tribunal Supremo anuló esa condena tras la resolución del Tribunal Europeo de Derechos Humanos—. En sustitución, la candidata fue la periodista Maddalen Iriarte. Ahora suenan en la terna nombres como el de las parlamentarias vascas Nerea Kortajarena y Oihana Etxebarrieta e incluso el de la portavoz en el Congreso, Mertxe Aizpurua.
La izquierda abertzale está en un camino de fulgurante ascenso electoral gracias, en parte, a la estrategia emprendida en Madrid. En los últimos años su objetivo ha sido tratar de romper su perímetro ideológico y disputar al partido de Andoni Ortuzar su tradicional hegemonía como partido más votado, pero también como interlocutor privilegiado con el Gobierno de España. Conscientes de sus dificultades para gobernar por la negativa del PSE a investir a cualquier candidato de su formación, centran sus esfuerzos en "ampliar" su base social.
El PSE aspira a competir de igual a igual con Bildu y el PNV
Eneko Andueza, cabeza de cartel del PSE también se estrenará por primera vez en 2024. Es el secretario general de la formación desde 2021, un cargo al que accedió tras sustituir a la actual vicelehendakari Idoia Mendía, que fue la candidata en 2020. Su apoyo en primarias fue total, con más del 95% de los votos. Su larga trayectoria política dentro de la organización le avala: ha sido secretario general del PSE de Gipuzkoa, portavoz en la Junta General y portavoz del grupo parlamentario socialista en el Parlamento Vasco, puesto que ocupa en la actualidad.
Los socialistas saben que es muy difícil ganar en 2024, pero llevan como carta de presentación haber sido la primera fuerza el 23 de julio. En el cuartel general del PSE-EE subrayan que la tendencia del socialismo en estos años es “hacia arriba”, aunque saben que también captaron mucho sufragio de antiguos peneuvistas este 23-J. Habrá una fuerte pugna, reconocen, por ese voto "moderado".
Con todo, el PNV y el PSE-EE seguirán ejerciendo como un bloque en las principales instituciones en el País Vasco, empezando por el Gobierno autonómico de coalición que tienen en Vitoria. Ese pacto se extendió tras las elecciones del 28 de mayo a las diputaciones forales —que son clave en la vida política vasca— y en los principales ayuntamientos. Hay intereses conjuntos en Madrid y en Euskadi.
Feijóo impulsa la renovación del PP vasco y espera ser cuarta fuerza
El actual líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, formalizó el cambio de dirección en la formación vasca el pasado el 4 de noviembre. Dijo, así, adiós a Carlos Iturgaiz, un hombre que volvió de la mano de Pablo Casado, para dar paso a Javier de Andrés, impulsado por Iñaki Oyarzábal. De Andrés, que actualmente es diputado en el Congreso, tiene en su currículum haber sido Diputado General de Álava entre 2011 y 2015 y delegado del Gobierno en el País Vasco entre 2016 y 2018.
Periodista de profesión, enlaza además con el PP vasco de Alfonso Alonso y con los usos y costumbres del PP de Mariano Rajoy y Soraya Sáenz de Santamaría. En esa experiencia y su relativamente buen rendimiento electoral en la demarcación alavesa es en lo que se ha fijado Feijóo, que apenas disimula sus preferencias. El líder del PP es consciente, además, de que en las vascas y gallegas, sobre todo en estas últimas, se juega su propio liderazgo dentro de la formación.
La posición de partida de los populares no es precisamente buena. La evolución no ha sido buena en las últimas elecciones vascas. En ellas los mejores resultados del PP se remontan a los años de José María Aznar, en pleno intento de negociar con ETA y coincidiendo con la unidad de acción construida en torno al pacto contra el terrorismo: un 20,13% en 1998 y un 23,12% en 2001. En 2016 el PP se tuvo que conformar con un 10,18% de los votos. Y en 2020 ese porcentaje cayó al 6,7%. Ahora confían en recuperar los números de 2016 y erigirse como cuarta fuerza.
Un Sumar en construcción confía en pactar con Podemos
Otra de las grandes incógnitas es qué pasará en el espacio antes ocupado por Unidas Podemos. La pretensión que tiene Sumar, según fuentes consultadas, es lograr un acuerdo como el del 23J a nivel autonómico para ir en una lista conjunta. Entre los diferentes sectores ya hay contactos “muy preliminares” y la negociación se hará a nivel de las organizaciones vascas. La máxima es que no haya interferencias desde las direcciones nacionales. En los últimos días la formación de Yolanda Díaz se ha constituido en Galicia y Euskadi como partido político.
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La entrada en escena de Sumar aboca a reconfigurar un matrimonio de convivienda en el que Podemos quiere tener la voz cantante en la elección de la candidata, con Miren Gorrotxategi al frente —la que fuera la candidata en 2020—, aprovechando la falta de implantación territorial de Sumar. Sin embargo, el escenario no es precisamente sencillo ya que la relación entre Sumar y Podemos a nivel nacional está prácticamente rota. Es más, los morados han impulsado su propia hoja de ruta y condicionan a cualquier futura alianza electoral a la celebración de primarias sin vetos.
La persona que negociará por la parte de Sumar será el exsecretario general de Podemos Euskadi, Lander Martínez, ahora diputado nacional por Bizkaia. En Sumar son conscientes de su propia debilidad interna, unida a la pujanza de Bildu como opción preferida por la ciudadanía progresista, lo que les deja con pocas opciones. Actualmente tienen seis diputados, cuatro de Podemos y dos de IU, un número que prevén repetir pero que se podría reducir a la mitad.
Vox aspira a no desaparecer
El único propósito de la extrema derecha en los próximos comicios vascos es igualar el resultado que obtuvieron en 2020, con un diputado. Sumergidos en una crisis interna tras el mal resultado del 23J, los de Santiago Abascal saben que Euskadi es un territorio difícil para sus objetivos, pero creen que se puede convencer a parte de los votantes del PP con un discurso más duro sobre la amnistía.