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12 de octubre

El PP aprovecha el 12-O para apropiarse de la ‘inmigración buena': latinos (y ricos) sí, africanos no

El presidente de la Asamblea de Madrid, Enrique Ossorio, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, y el cantante Manuel Turizo durante la presentación de la programación de Hispanidad 2024

"Durante décadas y siglos los distintos gobiernos en realidad no hemos sabido apreciar nuestra mayor obra, la Hispanidad". La frase, pronunciada esta semana por la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, en el marco de los actos que se celebran este sábado 12 de octubre en la región para conmemorar el día nacional, es toda una declaración de intenciones. La de la "Hispanidad" como noción lingüística y cultural que remite al pasado imperial que se ha de reivindicar con orgullo —la Comunidad de Madrid es, junto con Andalucía, la que más actos organiza por el día nacional—.

La presidenta madrileña se ha erigido en embajadora del pasado colonial. En 2021, tras una carta dirigida por el papa Francisco a la Iglesia mexicana, en la que –igual que hicieron Juan Pablo II y Benedicto XVI– pedía perdón "por los errores del pasado", Ayuso recurrió a todo el repertorio retórico nacionalista para oponerse a pedir perdón. La baronesa del PP no entendía que un papa hispanohablante dijera tales cosas cuando el legado de España es "el catolicismo y por lo tanto la civilización y la libertad" al continente. Esa es la equivalencia: catolicismo igual a la libertad. Un concepto que también lleva al terreno de la inmigración para diferenciar entre 'buena' y 'mala'.

Hace solo un mes, sostenía que “no es lo mismo un tipo de inmigración que otra” y, en referencia a los migrantes de Latinoamérica, insistía en que "es evidente que hay unas culturas con las que tenemos una integración muchísimo mayor” porque "rezamos la misma religión, tenemos la misma raíz, hemos crecido juntos [y tenemos] la misma cultura”. En una entrevista publicada en La Razón, aseguró directamente que los hispanos "no son inmigrantes" y en España “están en su casa”, así como por personas que "huyen de comunismo", pero no por los que eligen vivir “mantenidos", mezclando también los motivos ideológicos.

Según explica Alejandro García Sanjuán, catedrático de Historia Medieval en la Universidad de Huelva, dos de las banderas "que agita la derecha y están muy conectadas con el tema de la inmigración" es la de la Reconquista, por un lado, y la desmitificación de la leyenda negra por otro. "El relato es el de que lo hicimos bien, como se puede ver en los carteles del 12 de octubre, en los que se recalca que no somos ni esclavistas ni genocidas", recalca a infoLibre.

La estrategia del PP: abrazarse con los venezolanos, criminalizar a los musulmanes

La actitud del PP en materia de migraciones cambia en función del origen de los que llegan. Y va por barrios. Se muestra comprensiva, cuando no alienta, la llegada de migrantes —a los que trata a menudo como refugiados— procedentes de América Latina. La presidenta de Madrid presenta a menudo su comunidad como un territorio de libertad que acoge quienes huyen de “las dictaduras” americanas. Quienes vienen, asegura Ayuso, lo hacen atraídos por “el modo de vida” madrileño, pero también por la seguridad jurídica que ofrece Madrid.

Solo en Madrid, según datos de 2023, había 397.486 latinoamericanos con derecho a voto a los que el PP corteja abiertamente participando en sus convocatorias y defendiendo sus principales reivindicaciones. El colectivo venezolano, formado en su mayor parte por personas que han huido de la pobreza y la inseguridad en su país, muy movilizados contra la izquierda, es un buen ejemplo. García Sanjuán considera que hay un "componente clasista" en esta diferenciación. "Se acepta los venezolanos porque algunos de ellos pertenecen a la élite del país, al igual que sucede, por ejemplo, con los jeques de Arabia. Ellos sí son bienvenidos, pero la cosa cambia cuando se trata de personas pobres, entonces ya empiezan los problemas", reflexiona.

Las cosas, sin embargo, cambian cuando se trata de migrantes económicos o de refugiados procedentes de África. Cuando se habla de ellos, abundan las declaraciones cargadas de prejuicios que rozan peligrosamente la xenofobia. Tanto de Ayuso como de su jefe de filas, Alberto Núñez Feijóo. Vinculándoles sin pruebas con la comisión de delitos sexuales, como señaló la presidenta madrileña para oponerse a la acogida de un grupo en el municipio de Alcalá de Henares. O relacionándolas con la inseguridad en las calles y la ocupación ilegal de viviendas —dos afirmaciones que no se corresponden con la realidad— como hizo el propio Feijóo en la campaña catalana cuando pidió el voto contra la “inmigración ilegal” que ocupa casas.

El planteamiento de Ayuso es compartido dentro de la formación conservadora, aunque otros dirigentes del PP lo hacen de manera menos explícita. Autonomías como Galicia, La Rioja, Extremadura o Castilla y León pidieron recientemente mayor flexibilidad para regularizar a migrantes que puedan cubrir empleos con un mayor nivel de vacantes. Pensando en los de origen latino, Feijóo prometió abiertamente “una solución” para los extranjeros en situación irregular que viven y trabajan en nuestro país

Su enfoque es, en este caso, muy parecido al de Vox, que siempre ha defendido dar prioridad a la inmigración latinoamericana con el argumento de que comparten el idioma, la cultura, las costumbres y hasta la religión.

La Iberosfera de Vox con España como "madre patria"

El partido de Santiago Abascal ha realizado su traducción de la noción de Hispanidad, la Iberosfera, que aúna a Latinoamérica y Estados Unidos con España en el centro, recuperando así al fin una misión a la altura de su grandeza histórica. Se trata de un concepto emparentado con la Iberosfera de Vox, que aúna a Latinoamérica y Estados Unidos, con España en el centro, con lo que la "madre patria" recuperaría así al fin una misión a la altura de su grandeza.

Sin llamarlo "Iberoesfera", es común a amplios sectores de la derecha española –incluido el PP– una rebelión contra una supuesta "leyenda negra" que estaría hurtando a España el reconocimiento histórico que merece. "Todo forma parte de una retórica que tiene unas raíces muy profundas", resume el historiador, que afirma que hay un "público predispuesto" a compartir ese mensaje porque forma parte de la educación recibida durante el franquismo.

La negativa a aceptar culpas por los crímenes coloniales es traza común de diversas derechas occidentales, y no sólo extremas. La base de las posiciones contra la aceptación de que hubo una colonización explotadora es la idea de que España fue un "imperio creador". El historiador recalca que se trata de una cuestión que "explotan" tanto Vox como el PP como "una forma de manifestar nociones xenófobas" pero de manera "menos directa".

Los mantras que azuza la derecha

Estas diferencias de enfoque en torno a las migraciones en función de su origen (los ucranianos tienen la piel clara, los latinos acostumbran a ser cristianos y los africanos a menudo son musulmanes) explican el apoyo inicial dado por el PP a la iniciativa legislativa popular que trata de impulsar una nueva regularización de extranjeros sin papeles.. Cuando se habla de aquellos procedentes de África o de Oriente Medio, abundan las declaraciones cargadas de prejuicios que rozan peligrosamente la xenofobia. Tanto de Ayuso como de su jefe de filas, Alberto Núñez Feijóo. Vinculándoles sin pruebas con la comisión de delitos sexuales, relacionándolas con la inseguridad en las calles y la ocupación ilegal de viviendas.

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"Lo de que 'somos una nación forjada contra el islam' es un eslogan españolista asociado a la idea de Reconquista, el antecedente después del imperio. Es una retorica que tiene unas raíces muy profundas", explica el historiador. "En nuestro país estas narrativas, que son colonialistas y esencialistas, cuentan con un público predispuesto", añade. García Sanjuán también destaca que en España "ha habido una actitud muy distinta" con los judíos sefardíes, con los que "sí ha habido una clara actitud de reconciliación".

"Se les dio el premio Príncipe de Asturias, se les ha concedido el derecho a la nacionalidad y ha habido gestos también por parte de la Casa Real", enumera. Sin embargo, señala "al rey Juan Carlos nunca se la he visto intentando reconciliarse" con los musulmanes, pese a que "también fueron expulsados" de la Península. "No ha habido ninguna intención de reconciliarse", zanja.

En ese sentido el historiador afirma que "la inmigración musulmana es la que tiene una reputación peor, porque sobre los musulmanes se proyectan todos los tópicos de la discriminación de la mujer", señala. A su juicio en el fondo todo esto, "sobre todo desde el siglo XIX, se ha desarrollado como una narrativa nacional en la de que la España de la Reconquista y el Imperio es la apoteosis del catolicismo".

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