El negocio de la sanidad privada crece un 53% en casi una década y ya factura 11.000 millones
Más de 11.000 millones de euros. En concreto, 11.238 en todo 2023. Es el nuevo récord que el año pasado marcó la facturación de los seguros privados de salud, que continúan así su ascenso imparable. En tan sólo un año, es un incremento del 6,6%. En menos de una década, desde 2015, del 52,7%. Dicho de otro modo, el año pasado fue el mejor de la historia del sector. Una afirmación que tiene otra cara de la moneda con una gran perdedora: la sanidad pública. Y, en particular, la atención primaria. La ecuación es simple: "El lento deterioro del sistema público engorda el negocio sanitario privado. Tacita a tacita". Es la advertencia que lanza el médico y analista Juan Simó, autor del blog Salud, dinero y Atención Primaria.
Los datos que cada cierre de ejercicio publica la patronal Unespa parecen darle la razón. Si buceamos en las publicaciones de cada mes de enero, encontramos el mismo dato: los ingresos de los seguros de salud vuelven a crecer. Y no poco. En 2015 las empresas sanitarias facturaron 7.361 millones. En 2016, 7.734. En 2017, 8.058. Y así llegamos hasta 2023, primer año en romper la barrera de los 11.000 millones. No sólo eso. Los ingresos se han incrementado de nuevo más de un 5% con respecto al año anterior, el porcentaje medio de subida desde el año 2016 que se mantuvo, incluso, en los años de pandemia. En paralelo, el porcentaje de ciudadanos que dicen estar "muy insatisfechos" con el sistema sanitario público ha crecido, en tan sólo un año, más de un punto y medio.
Todavía se desconoce cuántos millones de asegurados había en nuestro país en 2023, pero los últimos datos publicados por el lobby de la sanidad privada Fundación IDIS hablaban de que en 2022 ya superaban, y lo hacían por primera vez, los 12 millones de personas, acumulando una tasa de crecimiento desde 2017 que ya roza el 4%.
También IDIS dibuja el panorama de las empresas que son las claras vencedoras del auge del seguro privado. A falta también de los datos de 2023, en 2022 el panorama no había cambiado con respecto a 2021. Pero sí lo hizo la facturación. SegurCaixa Adeslas volvió a ser la empresa que más facturó (3.054 millones de euros frente a los 2.840 de 2021), acumulando el 28,9% de la cuota de mercado. Le siguieron Sanitas (1.633 millones frente a los 1.527 de 2022 y 15,4% de cuota de mercado) y Asisa (1.403 millones frente a los 1.307 de 2022 y 13,3% de la cuota de mercado).
Según los cálculos de la organización (que no es imparcial), sus 12 millones de asegurados suponen un ahorro al sistema público de más de 6.000 millones de euros. Como defienden, ese es su objetivo: la sanidad privada "libera recursos de la sanidad pública", "mejora la accesibilidad de la población a la asistencia sanitaria" y "complementa al sector público". Esa es la teoría. Sobre la práctica, en cambio, hay una realidad que, también analizando los datos, se hace cada vez más indiscutible: el sector del negocio sanitario bebe de lo público.
Lo hace con varios métodos. El primero, mediante "la persistencia de la incentivación fiscal mantenida y ampliada desde hace muchas décadas", como critica Simó, que cifra en hasta 1.000 millones la merma en las arcas públicas de estas desgravaciones. Por otro, mediante conciertos —la última Estadística de Gasto Sanitario Público del Ministerio de Sanidad refleja que el gasto en ellos en 2021 fue de 9.227 millones, lo que supone un 10,2% del gasto sanitario público total— y, por otro, aprovechándose de la absorción de una demanda que la sanidad pública cada día tiene más complicado atender, tanto en atención primaria como hospitalaria.
Hay un estudio que así lo acreditó hace apenas unos meses. Bajo el título ¿Qué determina la elección público-privada en la sanidad española?, José Rama, profesor de Ciencia Política de la Universidad Autónoma de Madrid, y los investigadores en el ámbito sanitario Javier Rama y Olalla Iglesias, concluyeron que "la preferencia por alternativas privadas sanitarias frente a públicas está fuertemente relacionada con la satisfacción del paciente con el SNS" y mediada, además, por otros factores como el ideológico.
Cada vez más personas "muy insatisfechas"
La correlación para los investigadores está clara: a menor satisfacción, más inclinación por los seguros privados. Y cada vez hay más insatisfacción. Así lo reveló por ejemplo la tercera y última oleada del barómetro sanitario publicado en diciembre por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), en la que el 4,9% de los encuestados respondió estar "muy insatisfecho" con el funcionamiento del sistema sanitario público en España. En la segunda oleada, publicada en verano, esa cifra era del 4%, casi un punto menos. En marzo de 2022, del 3,3%. En ese momento, además, un 7,5% aseguraba estar en la otra cara de la moneda: "muy satisfecho". Hoy esa cifra ha caído hasta el 5,8%.
Pero en la encuesta hay más datos reveladores. En 2022, un 62,5% de encuestados respondió que la afirmación que mejor expresa su opinión sobre la sanidad pública es o "en general, funciona bastante bien" o "funciona bien, aunque son necesarios algunos cambios". En 2023, ese porcentaje cayó hasta el 57,5%. Por su parte, en 2022 había un 36,3% de personas que se identificaban con las afirmaciones "necesita cambios fundamentales, aunque algunas cosas funcionan" y "funciona mal y necesita cambios profundos". Ahora hay un 42,1%.
Listas de espera frente a "rapidez" en la privada
El origen de esa insatisfacción está clara: fundamentalmente, procede de las largas listas de espera. Según la última estadística publicada por el Ministerio de Sanidad en junio del año pasado, hay 819.964 personas en lista de espera estructural para las distintas especialidades médicas. Suponen 77.446 más que un año antes. Esperando su turno para una operación hay, por su parte, 299.470 pacientes, también más que un año antes. En concreto, 29.803. De media, los primeros tardan 112 días en conseguir su cita. Los segundos, 88.
En atención primaria lo situación no es mucho mejor. Lo reveló también el CIS, que detalló que un 70% de las personas entrevistadas tardaron más de un día en conseguir cita con su médico de familia. De ellas, la mayoría (el 27,2%) tardó más de 11 días en obtenerla.
De ahí que, también según el mismo barómetro, el 76,5% de quienes tienen contratado un seguro privado lo hiciera por "la rapidez" con la que le atienden. Con eso "juegan" las aseguradoras, critica el presidente de Unipromel, Ignacio Guerrero. "La gente los contrata porque tiene miedo a tener cualquier problema de salud y tener que esperar seis meses en ser atendido", lamenta.
Y aquí entran en juego también las pólizas low cost que tanto se popularizaron tras la pandemia. "Extenso cuadro médico desde 8 euros al mes", llegan a promocionar algunas compañías. Se dirigen, sobre todo, a los más jóvenes y a las personas con menos recursos económicos. Constituyen, según los estudios de mercado, el mayor nicho de mercado donde conseguir ampliar el negocio. Pero los expertos siempre han alertado de la trampa que suponen. "A los médicos nos pagan poco y además ofrecen muy poca cobertura", explica Guerrero. Según una encuesta de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) realizada en 2020, el principal problema de los asegurados con sus compañías fue que "un determinado tratamiento no estaba cubierto". Lo respondió el 18% de los 7.500 encuestados.
9.000 millones públicos para financiar la sanidad privada, la "fórmula híbrida" que Mónica García mira con lupa
Ver más
Por esto precisamente se contradice una de las afirmaciones que la Fundación IDIS publicita en su página web: la sanidad privada "libera recursos de la sanidad pública". Otra vez lo vuelve a demostrar el CIS. Más allá de por la "rapidez" en conseguir cita, los pacientes no escogen a la privada por nada más. En este sentido, el Barómetro Sanitario de 2019 —los tres últimos no lo hicieron— reveló que los ciudadanos prefieren la sanidad privada excepto para "Un tratamiento para una enfermedad grave o compleja (por ejemplo, un cáncer, una operación de corazón, etc.)". En concreto, el 58,2% de los encuestados prefieren la pública en estos casos, frente a un 30,2% que escogería la privada. Para cuestiones como "Un síntoma que le preocupa pero no es urgente ni grave (por ejemplo, un dolor en la rodilla)", el 56,3% echaría mano de la sanidad privada, mientras que un 35,3% acudiría a la pública.
"Lo que hace 15 ó 20 años era impensable ya ocurre. El seguro privado gana en preferencia en todas las opciones. Desde el parto, urgencias, síntomas normales como el dolor de rodilla hasta cirugías de hernia o vesícula. Si el deterioro de otros 15 años se mantiene otros 15 —y nada hace suponer o esperar lo contrario— ya no habrá vuelta atrás", lamenta Simó, que critica que, "en cualquier caso, al negocio privado le viene como anillo al dedo la posibilidad de centrifugar los peores riesgos al sistema público". "Es lo que se llama la 'selección de riesgos", sentencia.
Según augura, dentro de exactamente a un año volveremos a tener la misma noticia. El negocio privado de la salud volverá a marcar otro récord. "Vienen malos años para la sanidad pública entendida como un sistema de todos y para todos, un sistema de solidaridad y cohesión social. La pública irá quedando cada vez más para quienes no tienen opción privada", advierte. Y el problema mayor lo tendremos, augura, "cuando tengamos más de 20 millones de personas con seguro médico privado". "La atención primaria ya es pura beneficencia y la vuelta atrás es prácticamente imposible", lamenta.