LA PORTADA DE MAÑANA
Ver
La máquina de querellas de González Amador, el "ciudadano anónimo" que dispara contra Gobierno y prensa

MACHISMO Y POLÍTICA

"Zorra", "niñata", "vividora": así viven las políticas progresistas jóvenes el acoso en las redes

Isa Serra, Tesh Sidiy María Márquez.

“Cállate ya, subnormal. Tienes que ponerte una polla para que te calles. Das asco”. Era un mensaje privado directo en Instagram a María Márquez, diputada socialista en el Parlamento de Andalucía. Ella no pudo más. No más silencio ante el acoso. Y en la propia red social respondió: “Hay que denunciar la violencia. No callar. Combatir cada basura de estos cobardes”.

Es una realidad constante de las políticas. Mujeres progresistas, especialmente las más jóvenes, son objeto de ataques constantes en las redes sociales, en público y en privado, por parte de usuarios y bots procedentes de los espacios de la derecha y de la ultraderecha especialmente que las insultan sin descanso con comentarios sexuales y machistas. “Es el pan de cada día”, confiesa Márquez en conversación con infoLibre a raíz de su denuncia. “Con cada publicación de confrontación con el PP y Vox o a raíz de cualquier intervención que tenga repercusión, salen en masa. No podemos normalizarlo. Lo básico siempre es llamarte puta o comepollas”, sostiene.

Los mensajes llegan a través de todas las vías, describe la parlamentaria socialista, que recibe ataques en público y en privado en X, Instagram y TikTok. “Aunque uno sepa que son unos salvajes, te termina afectando. Algunos perfiles son falsos, pero otros no”, prosigue la política onubense, que ha tenido que bloquear los mensajes de cuentas a las que no sigue en la red social que antes se llamaba Twitter. Asimismo, como respuesta ha denunciado esta situación ante los cauces oficiales de todas estas redes.

"La doble discriminación por ser mujeres"

“Se trata, además, de la doble discriminación con las mujeres. Hay una ola de agresividad, de violencia y de insultos contra los políticos, pero con nosotras se da una vuelta de tuerca más. No combaten las ideas desde el respeto. Para ellos, las mujeres no podemos tener poder”, reflexiona Márquez sobre la situación que vive. Y subraya que le genera preocupación “ver cómo una parte de la sociedad está soliviantada porque, al final, desde lo público PP y Vox dan alas a este tipo de comentarios validando el machismo”. “Me afecta especialmente por mi familia”, añade.

“Recuerdo que en plena formación del Gobierno de Pedro Sánchez yo iba a Málaga a un acto del partido. Recibí un mensaje: ‘Sabemos que vienes aquí y te vamos a recibir como te mereces’. Eso traspasa el insulto. También digo que me preocupó, pero no tengo miedo. Lo estoy compartiendo en redes y lo denuncio. También tengo las herramientas que otras mujeres no tienen. Son salvajes y cobardes, pero no van a poder con nosotras”, traslada la parlamentaria socialista. Con otro ángulo sobre el tema: “También te hacen referencias de niñata o joven. Pues soy igual de diputada que cualquiera, igual de señoría que todos”.

¿Hay que profundizar en la legislación para evitar este acoso? “Puede ser un camino, pero eso solo conduce a la sanción. La prioridad es avanzar en la educación. Es la base de todo. Además, algunos partidos tienen que rebajar el tono. En algún momento les tocará gobernar, tenemos que respetar los espacios democráticos. Cuando tensionamos tanto desde arriba, pasan este tipo de cosas”, responde Márquez.

"Chupa del bote, vividora"

También cuenta en primera persona lo que vive Tesh Sidi, portavoz de Más Madrid en el Congreso: “Suelo recibir mensajes que afirman que mi presencia en política solo se debe a mi origen o por el simple hecho de ser una cuota. Otro tipo de mensajes es el bullying tecnológico de muchos hombres que analizan mis propuestas cuando hablo de temas más tecnológicos, es un sector bastante masculinizado y elitista. Y un fenómeno que pasa desapercibido como comentarios machistas cuando muchos seguidores son más prosaharauis que yo, sean de origen saharaui o no, y camuflan su misoginia con comentarios despectivos como traidora”. “También crean memes alegando que soy un florero de la izquierda, memes de una planta en el Congreso. Buscan un sentimiento de culpabilidad alegando que he abandonado al pueblo saharaui, muchos incluso han sido compañeros durante años en el activismo”, confiesa.

“Esto se combina con el racismo de la extrema derecha que alega que no hablo de mujeres musulmanas en mi país de origen porque aquí tengo libertad de expresión y allá no, o la presunción de que soy musulmana por el hecho de tener origen africano”, prosigue la parlamentaria de Sumar, que describe: “Además, me llegan mensajes que utilizan mi origen para asegurar que no me merezco el salario que tengo: ‘chupa del bote’, ‘esta no se ha visto en otra’, ‘vividora’, ‘pijarahui".

Cómo protegerse

Ella se protege así: “Los mensajes por privado en Twitter los tengo bloqueados, ya que la mayor parte de bots se generan de este modo. Mis conocimientos de redes sociales me han permitido construir un paraguas de reglas que filtran muchos mensajes y tipos de cuentas. En Instagram o Tiktok sólo me puedes comentar si me sigues”.

Al hilo de cómo actúa, esta ingeniera informática detalla: “Las denuncias en Twitter apenas sirven, he llegado a recibir mensajes como malnacida y puta, e incluso amenazas de muerte, y la plataforma no considera que son discursos de odio”. “He construido muchas reglas como he mencionado antes para que X no me notifique los comentarios, que solo me puedan comentar cuentas verificadas o restringir ciertas palabras. En los últimos años he sufrido varios intentos de sustracción de cuenta por parte de servicios más profesionales. Siempre he sentido fascinación por la seguridad digital y he invertido tiempo en tener herramientas para protegerme en las redes sociales: VPN, generador de claves o doble autenticación entre otros”, concreta la diputada.

¿Tiene identificados los bots? Sidi contesta: “Gracias a mi formación y mi tesis ‘Desnuda tu alma de 140 en 140 caracteres’, enfocada en cómo funciona Twitter, he podido conocer las tripas de la red social y sus homólogas desde 2016 y, sobre todo, desde que Elon Musk la adquirió. Ahora cuesta más conocer qué datos maneja y quién. Es básicamente una caja negra en manos del magnate que manipula, polariza y lo pone a disposición de las derechas como Trump o Milei, alegando que los gobiernos progresistas son un virus woke”. 

“Desde 2020 mi presencia en redes sociales aumentó, antes de eso jamás tuve redes sociales activas asociadas a mi persona. Simplemente jugaba creando bots y escribiendo los resultados. Esos bots muchas veces se radicalizaban, ya que se entrenaban con datos de Twitter manifestando claramente que un bot puede representar el comportamiento de cualquier usuario humano en diferentes fases: desinformación, sesgo, polarización y finalmente mensajes de odio”, explica la parlamentaria e ingeniera, que traslada: “Desde 2020 los bots que intentan destruir mi cuenta son de bajo nivel construidos por usuarios en Marruecos o de origen desconocido”.

"Es una pandemia peor que el covid"

Dice que “personalmente” le afecta “poco”, pero pone también sobre la mesa la utilización que hacen algunos medios de sus tuits con malas interpretaciones como cuando la derecha generó noticias de que ella apoyaba los actos terroristas de Hamás por defender a Palestina: “Son titulares que no solo desinforman, sino que remiten a las cuentas personales de los políticos amenazas de muerte, señalamiento y juicio de cualquiera que esté en la red social. La mala interpretación en redes sociales puede generar una bola y comentarios de odio que tienen más peso en el algoritmo de Twitter que mensajes más pedagógicos. Muchas políticas han dejado de usarlas o tienen un perfil de opinión más bajo para evitar ser señaladas”.

Para ella claramente hay un vacío de legislación: “Llegamos tarde. La falta de transparencia de cómo funcionan los algoritmos de redes sociales, con qué datos se entrenan y quiénes son los perfiles que están detrás hacen que juguemos en un campo de minas”. “Se ha normalizado socialmente el odio en redes sociales, e incluso se está monetizado en la ponderación del algoritmo. Damos por supuesto que ser personaje público tiene esas consecuencias y que se deben asumir, pero no nos damos cuenta que esto es una pandemia peor que la covid. Está afectando a nuestras democracias. Solo hay que darse un paseo por mi red social para ver los miles de mensajes de racismo y odio, o revisar la cuenta de Elon Musk y ver la gran campaña que le está haciendo a Donald Trump”, describe.

Pone el acento Sidi: “El target principal son mujeres, la IA y sus modelos se están enfocando en ellas, en desnudarlas con UndressIA, o para chantajearlas con la práctica del PornRevenge. Por mucho que Scarlett Johansson o Taylor Swift se quejen de la IA, nadie está implantando políticas públicas regulatorias. En este campo se suele hablar de autorregulación de las grandes tecnológicas y sus lobbies trabajan a contrarreloj en el  Parlamento Europeo para ser ellos mismos los que escriben las policies. Es urgente no solo regular, sino también tener alternativas públicas a la regulación. En Más Madrid queremos promover la idea de lo tecnológico como un bien público común, y es algo que nos diferencia del PSOE, que externaliza continuamente los desarrollos a grandes tecnológicas del mismo modo que la señora Ayuso desguaza la sanidad pública”.

"Te mandan mensajes, te llaman a las cinco de la mañana"

También confiesa lo que vive Isa Serra, recién elegida eurodiputada por Podemos. Es normal que en las redes le digan “perra, zorra y puta”, aunque principalmente le achacan ser “una pateapolicías” o “agresora de mujeres policías”. No faltan “insultos machistas sobre capacidades como inútil”: “Te envían muchísimos mensajes privados. Y son los más agresivos. He recibido audios con ‘te voy a matar”, desvela. Para añadir: “En privado y en público me dicen que ojalá hubiese abortado a mi hijo”.

“A veces me meten en grupos de ultraderecha y me mencionan todos. Cuando consiguen el número de teléfono, te mandan mensajes privados en WhatsApp, te llaman a las cinco de la mañana o mandan memes de extrema derecha. He tenido que cambiar de número por esto”, comenta la eurodiputada, que verbaliza: “Toda la violencia política se agrava y se potencia por el hecho de ser mujeres. No es necesario que sean mensajes referentes a ser mujer, sino violencia política para que renuncies al espacio que ocupas y a hacer política en gran parte por ser mujer, feminista, joven y de izquierdas”.

Algunos de esos mensajes los ha mandado Serra a abogados y, sobre todo, lo que hace es bloquear en Instagram y no leer lo que le mandan. Tampoco suele hacer caso a los comentarios que le envían en X, aunque también recibe buenas palabras. ¿Le afecta personalmente y en el ejercicio de la labor política? Serra responde así: “Sí, en ambos sentidos, aunque vas encontrando estrategias tanto colectivas como personales para sobreponerte. El nivel de violencia depende de momentos, sube y baja. De debates políticos o de posiciones en las que estoy y estamos como proyecto. En mi caso por ejemplo sufrí mucha violencia con el proceso judicial fake y la condena de lawfare posterior con todo el apoyo político y mediático de la derecha. Ahí era insoportable”.

"Me costó regresar a las redes"

“Cuando dejé unos meses de entrar en redes, después me costó regresar porque era volver a sufrir la violencia de la que había salido. Ahora sufro menos que lo que sufrí hace unos años. Ahí me afectaba mucho en ambos sentidos… desde miedo por mi familia o por estar en espacios públicos hasta inseguridad con lo que has dicho en tu actividad política. Pero lo cierto es que cada vez me afecta menos y el nivel se ha reducido”, apostilla la política morada.

Redes sociales y bajos fondos

Redes sociales y bajos fondos

A lo que agrega: “Esa violencia está fomentada por los medios de comunicación que trasladan mensajes fake, bulos, marcos para destruirte política y personalmente, manipulación… creo que no se puede ver el problema de la violencia digital desvinculada del mapa conjunto y de qué poderes construyen esa violencia”.

En este punto hilvana: “Obviamente en las propias redes se dan características como el anonimato que la potencian. Y, por supuesto, si hablamos de violencia política contra las mujeres o violencia digital contra las mujeres, la forma de cambiarla es transformando culturalmente la sociedad, combatiendo de raíz el patriarcado con la agenda (entre ellos la educación) que ya ha situado el feminismo y seguirá potenciando”.

“Los mecanismos deben ser también de generar redes de mujeres, de trabajadores y de personas LGTBI, de personas racializadas y migrantes para protegernos de esa violencia que está organizada y canalizada para tratar de que dejemos de hacer política. También generar espacios presenciales más allá de las redes, pero siendo conscientes de los límites. Hay que generar apoyo  y seguridad en la vida real para que si alguien sufre violencia, pueda denunciar”, prosigue Serra. Para concluir: “Es muy importante abrir el debate para tener redes sociales públicas que no dependan de empresas privadas y que generen seguridad y soberanía de la ciudadanía sobre un servicio tan fundamental para relacionarnos hoy. Es o debería ser un servicio público con un mecanismo y funcionalmente que garantice los derechos fundamentales”.

Más sobre este tema
stats