Bruselas asesorará al BEI para que elija proyectos de industria militar

La presidenta del Banco Europeo de Inversiones, Nadia Calviño

La industria europea es incapaz de seguir el ritmo al que Ucrania quema armamento y munición. Sólo los envíos de material militar estadounidenses ayudan a Kiev a aguantar tras más de dos años y medio de agresión rusa. Esa constatación, y el hecho de que los Estados miembros de la UE todavía gastan, de media, más en armas estadounidenses que europeas, llevó a la Unión a decidir que había que gastar más en Defensa, pero sobre todo que había que poner en marcha una estrategia de industria militar que permitiera volver a los niveles de producción de hace décadas, del final de la Guerra Fría. Pero para eso, o se disparan los presupuestos de Defensa o se busca financiación alternativa. Y ahí aparece el Banco Europeo de Inversiones y la española Nadia Calviño.

El BEI, una entidad que durante décadas tuvo un protagonismo muy pequeño en las políticas europeas, se va a convertir en los próximos años en el arma financiera clave (el papel monetario lo hace el Banco Central Europeo) de la Unión Europea. Además de sus actividades tradicionales, que no realiza sólo en Europa pues tiene presencia en medio planeta, el BEI será la herramienta fundamental para financiar desde la industria militar hasta el aumento, que quiere realizar la Comisión Europea, de fondos para vivienda pública a falta de muchas más competencias en la materia. El BEI, que es una entidad relativamente pequeña en términos administrativos y de personal (ocho veces menos que la Comisión Europea) no tiene el suficiente conocimiento militar para saber elegir adecuadamente sus préstamos al sector.

Ahí entra la Agencia Europea de Defensa (EDA, en sus siglas en inglés), un ente pequeño, sin apenas fondos más que para su funcionamiento y sin excesivas competencias, más un grupo de técnicos y expertos. Pero ideal para funcionar como asesor del BEI. Así, el jueves anunciaron en un comunicado conjunto que trabajarán al unísono “para ayudar al BEI a identificar en qué proyectos de defensa debe centrarse cuando hace inversiones para garantizar la coherencia de sus prioridades”.

La EDA “proveerá asesoría sobre industria militar al BEI mientras el BEI contribuirá con su experiencia sobre mercados financieros para apoyar los objetivos de la EDA”, según el comunicado conjunto emitido el jueves. Las dos instituciones trabajarán juntas para "identificar proyectos de seguridad y defensa por toda la Unión Europea para financiarlos”. Se trata de que la industria militar europea aumente sus líneas de producción sin tener que estar preocupada porque no tiene fondos suficientes. Porque montar más líneas de producción de tanques no es barato y si después esos tanques no los compran los gobiernos el problema es de calibre 155m, el estándar de la artillería de la OTAN.

El BEI no quería, pero poco a poco, desde que estalló la guerra, ha ido recibiendo una presión que iba en aumento hasta que tuvo que ceder. La pasada primavera, con los gobiernos ya repitiendo en público a todo quien quisiera escucharlos que se iba a gastar más en Defensa, el BEI revisó sus políticas de préstamo para permitir más inversiones en productos de uso dual, que sirven igual para actividades civiles como militares.

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¿Se debían financiar, por ejemplo, a las industrias que fabrican drones? No si podían usarse con fines militares, además de civiles. O redes de comunicaciones terrestres, como ferrocarriles o autopistas, que permitan el transporte fácil y rápido de tropas y material militar. O, como tiene Finlandia, trozos de autopistas tan anchos, limpios de obstáculos como medianas o vallas y tan rectos que permiten el aterrizaje y despegue de aviones de combate o de carga militar. Serían, en caso de conflicto con Rusia, bases aéreas de reserva. No se podían financiar proyectos con doble uso civil y militar.

En primavera se levantó esa restricción. El BEI es una institución que toma sus decisiones de forma independiente, pero es parte del entramado de instituciones de la Unión Europea y su mandato le obliga a apoyar sus objetivos. Y no dicta esos objetivos. Así que es una independencia condicionada. No decide si invierte en energías renovables o no, por ejemplo. Pero si se le dice que renovables, entonces sí tiene competencias para decidir en qué proyectos.

Los 27 Estados miembros de la UE gastaron en 2022 (aunque después han ido aumentando su gasto) unos 240.000 millones de euros en Defensa. La prioridad, más allá de ese aumento, es engrasar la financiación de la industria militar. Y ahí entran el BEI y a EDA, que se ha convertido con los años en el centro neurálgico de la cooperación europea en Defensa.

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