ENTREVISTA
Irene Montero: "Si hay una izquierda fuerte pasan cosas que el bipartidismo no quiere que pasen”
Es ya icónica la fotografía de Irene Montero (Madrid, 1986) de pie en su escaño del Congreso de los Diputados señalando a la bancada de la ultraderecha tras recibir los insultos machistas de una diputada de Vox durante un pleno en noviembre de 2022. Su gestión al frente del Ministerio de Igualdad es una de las más prolíficas a nivel legislativo, pero Montero se ha enfrentado a duras críticas por la ley trans o por la rebaja de condenas de la ley del sólo sí es sí. Asegura que "sola no puede, pero con amigas sí", una máxima feminista que hace referencia al poder de las alianzas, pero que —¡qué duda cabe!— los sectores más reaccionarios no tardarán en criticar. Como cuando, a pesar de reunirse con autoridades del más alto nivel en un viaje de trabajo en Nueva York, la acusaron de irse con "sus amigas del patio del colegio" o su "chupipandi". Una violencia política que tiene que ver con ser mujer, pero también con ser joven, de izquierdas y feminista. No es casual que su predecesora, Bibiana Aído, también fuese víctima de un continuo hostigamiento cuando estaba al frente de la cartera de Igualdad. Ahora Montero escribe su primer libro ‘Algo habremos hecho’ (Editorial Navona), con edición de Lidia Rubio, la que fuera durante años su jefa de prensa. En sus páginas hace un recorrido por su vida política: desde el nacimiento de Podemos hasta su gestión en el Ministerio de Igualdad. infoLibre habla con ella sobre el futuro de la izquierda, el caso Errejón o si se ve como candidata de Podemos en una futuras elecciones.
Desde hace unos meses es eurodiputada, ¿cómo es su vida ahora?
Ahora también trabajo para las instituciones europeas, pero siempre tengo un pie aquí, en España, pensando que todavía queda mucho por transformar. Es otro nivel de la política institucional. Es un nuevo camino, tiene cosas nuevas. Es una etapa distinta que me hace muy feliz.
El Partido Socialista en Europa forma parte de una gran coalición de guerra y de austeridad en la que están los verdes, los liberales y la socialdemocracia. Y tienen como prioridades el gasto militar, el racismo criminal en las fronteras y la vuelta a la austeridad
Durante diez días el PP de Feijóo ha tratado de boicotear la candidatura a la vicepresidencia europea de Teresa Ribera culpándola de la mala gestión de la dana sin asumir los errores del presidente de la Generalitat valenciana, Carlos Mazón. ¿Qué imagen cree que ha dado en Europa?
Que el PP y la derecha española, profundamente antidemocrática, hagan juego sucio no me sorprende y menos cuando ven peligrar un gobierno de la Generalitat encabezado por el señor Mazón que ha hecho una gestión homicida de una de las peores catástrofes ambientales que hemos vivido en los últimos tiempos. Pero ¿por qué puede el PP traicionar al PSOE? Porque el PSOE ha pactado, de forma estable y no coyuntural, con el PP en Europa. El Partido Socialista forma parte de una gran coalición de guerra y de austeridad en la que están los verdes, los liberales y la socialdemocracia. Y tienen como prioridades el gasto militar, el racismo criminal en las fronteras y la vuelta a la austeridad. La socialdemocracia pide el voto para frenar a la extrema derecha pero luego pacta con ellos.
¿Cree que el acuerdo sobre el paquete fiscal allana el camino a los presupuestos?
De momento, el Gobierno no tiene los votos para esos presupuestos. Seguramente, para conseguirlos quiera apostar por una negociación parecida a esta. Siempre piensan de la misma manera: que, poco a poco, con presión y subordinando al resto de grupos políticos pueden conseguir los votos. Para Podemos la propuesta política es muy clara: exigimos la ruptura de relaciones y embargo de armas al estado terrorista y genocida de Israel y la bajada de un 40% de los alquileres, para atajar el mayor problema que tenemos en España ahora, que es el de la vivienda. Respecto a Israel, hay que recalcar que el Gobierno ha mentido descaradamente y Óscar Puente, del que nos hacen mucha gracia sus tuits, es el ministro que está permitiendo que por nuestros puertos pasen las armas que van a Israel.
Eso es el PSOE, un partido que te pide el voto para los sectores progresistas en España, pero que luego hace política para que nada cambie, siempre protege los poderes establecidos, ya sean de los rentistas o de las grandes empresas energéticas
Ha sido un pacto in extremis y se ha criticado la manera de negociar del Gobierno, primero con Junts y PNV y después con la izquierda. ¿Van a pedirles un cambio en la forma de negociación?
Lo que ha quedado demostrado este año es que la izquierda tiene que estar fuerte. Si no lo está, la derecha manda aunque no gobierne. Cuando en España solamente manda el PSOE, tiende a los pactos bipartidistas. Ahí está el acuerdo con el CGPJ a pesar de que eso suponía darle total impunidad a los jueces reaccionarios: que el señor Marchena mande más que un diputado o que el propio presidente del Gobierno. Ahora pactan con las derechas oligárquicas vasca y catalana por una razón: no quieren problemas con Repsol, que está haciendo una campaña muy agresiva. Josu Jon Imaz, que era el presidente del PNV y ahora es jefazo de Repsol, ha hecho un artículo alertando de la peligrosidad del impuesto y amenazando con quitar la inversión en Tarragona. Eso es el PSOE, un partido que te pide el voto para los sectores progresistas en España, pero que luego hace política para que nada cambie, siempre protege los poderes establecidos, ya sean de los rentistas o de las grandes empresas energéticas. Si hay una izquierda fuerte conseguimos que pasen cosas que el bipartidismo no quiere como la ley trans, el tope a la energía, la ley de vivienda…
Con este panorama, ¿cree que la legislatura se agotará?
Eso es una decisión del presidente del Gobierno. El problema que veo es que los sectores progresistas se comportan como guardianes de un sistema que no funciona y son los primeros que criminalizan la transformación social. Ahí está Sánchez cuando dijo: mira estas feministas, han ido demasiado lejos. Tengo la convicción de que en España somos más los que creemos que este sistema no funciona y por eso estamos dispuestas a hacer los cambios que se necesitan.
En política eres lo que haces, lo que consigues. Por eso, creo que, desgraciadamente, el errejonismo no ha aportado nada diferente al PSOE. Excepto por algo: ha sido más funcional en la guerra sucia contra Podemos
Cuenta en el libro que, en 2019, tanto usted como Pablo Iglesias se plantearon dejar la política. Fue cuando Iñigo Errejón les mandó un mensaje cinco minutos antes de que se hiciera público que presentaba su candidatura con Manuela Carmena. Es sólo uno de los momentos complicados que relata, ¿es el peor?
En ese momento nos quebramos, aunque en términos de presión fue mucho peor la ofensiva judicial reaccionaria y machista contra la ley del sólo sí es sí. Pero ahí nosotros vimos la operación política que había detrás de ese movimiento, que Errejón se presentaba a las elecciones por Madrid, dejaba a Podemos sin candidatura, montaba otro partido con Carmena, Tania Sánchez, Rita Maestre… Fue una operación apoyada por la progresía mediática y política. El presidente del Gobierno lo dijo años después, en 2019, cuando Errejón se presentó a las generales y afirmó: “Espero que la candidatura de Errejón debilite a Podemos y Pablo Iglesias”. Hicieron lo mismo con Yolanda Díaz: cambiar la dirección política de nuestro espacio por otra que no fuera incómoda para el PSOE.
Afirma que el errejonismo no ha aportado nada a la política española que no pudiera hacer el PSOE…
Es una de las conclusiones más dolorosas de estos diez años. En política eres lo que haces, lo que consigues. Por eso, creo que, desgraciadamente, el errejonismo no ha aportado nada diferente al PSOE. Excepto por algo: ha sido más funcional en la guerra sucia contra Podemos.
¿Le resulta, entonces, también doloroso afirmar, como hace en el libro, que Yolanda Díaz ha sido el mayor error político de Podemos?
Es doloroso porque ha conseguido poner en cuestión lo más importante que hemos aprendido estos años. Nunca la izquierda había tenido tanto poder en España desde la II República, ni tanta capacidad para transformar las cosas. Sumar y Yolanda Díaz forman parte de una operación política para sustituir la dirección política de la izquierda por otra más cómoda para el PSOE. Nosotras queríamos estar en el gobierno para transformar y esta operación lo que hace, precisamente, es eliminar esa autonomía política.
Cuenta que, en la crisis por la rebaja de condenas de la ley del sólo sí es sí, Yolanda Díaz pidió varias veces su dimisión, incluso gritándole a miembros de su equipo.
Lo hizo cuando el espacio ya no se reunía, pero ella convocaba algunos encuentros. Cuento estas anécdotas para ilustrar la presión que vivimos durante esos meses. Para mí hubiese sido más fácil decir que la ley tenía un error que, además, no era mío. Porque el responsable de la parte penal es el Ministerio de Justicia, que era del PSOE y que dirigía Juan Carlos Campo, que hoy está en el Constitucional. Nadie le ha preguntado al Gobierno por la ley de amnistía cuando también hay jueces que no la están aplicando.
Era una ofensiva reaccionaria [contra la ley del solo sí es sí] pero no era contra el Ministerio, sino contra la libertad sexual de las mujeres. También iban contra el Gobierno. Cuando a la derecha y a los sectores reaccionarios les das la mano, te cogen el brazo
Relata que una persona del PSOE les dijo que tenían razón en su defensa de la norma pero que “no se trataba de derecho, sino de política”. Afirma que la parte socialista del Gobierno la dejó sola, pero que fue precisamente ahí cuando empezó la ofensiva ultra que ahora alcanza al propio presidente del Gobierno.
Era una ofensiva reaccionaria, pero no era contra el Ministerio, sino contra la libertad sexual de las mujeres. También iban contra del Gobierno. Cuando a la derecha y a los sectores reaccionarios les das la mano, te cogen el brazo. ¿Cuánto poder tienen los jueces reaccionarios que mandan sin presentarse a las elecciones? El PSOE asumió esa ofensiva contra la ley del sólo sí es sí, pero también cuando Marchena dijo: "Ese diputado de Podemos, fuera", en una decisión judicial sin precedentes y que no debería haberse producido. Sánchez decía: "Hay que respetar los procesos judiciales", pero entonces esa ofensiva también empezó a rozar al PSOE y a la familia del presidente.
La legislatura en la que fue ministra de igualdad es una de las más prolíficas a nivel legislativo (la ley trans, la reforma de la ley del aborto, la ley del sólo sí es sí) sin embargo ha quedado opacada por la rebaja de condenas. ¿Qué le parece?
Una de las cosas que más me impresionaba cuando estaba en el Ministerio era oír a algunas mujeres decir: fíjate estas feministas cómo confrontan, no como las sufragistas que conquistaron el derecho al voto casi pidiéndolo por favor. No. Las sufragistas conquistaron el derecho al voto poniendo bombas o tirando piedras a los escaparates. No hay un sólo avance en derechos que se pueda hacer sin incomodar. Lo contrario es dejar las cosas como están y eso es aceptar que las mujeres sufrimos violencia sexual todos los días sin poder defendernos. Cómo no van a ser polémicos algunos avances si hasta hace nada mucha gente antes no se había parado a pensar que un beso no consentido es violencia sexual. Es polémico porque de repente tu padre, tu pareja o tu mejor amigo se pueden dar cuenta también de que también han ejercido violencia.
El presidente dejó muy claro lo que quería que fuera [Igualdad]: un ministerio que no hiciera nada. Y lo explicó así, cuando dijo que le había incomodado nuestra gestión, que habíamos ido demasiado lejos, que habíamos incomodado a sus amigos de 50 años
¿Qué opina del actual Ministerio de Igualdad?
Creo que el presidente dejó muy claro lo que quería que fuera: un ministerio que no hiciera nada. Y lo explicó así, cuando dijo que le había incomodado nuestra gestión, que habíamos ido demasiado lejos, que habíamos incomodado a sus amigos de 50 años. Creo que dijo que lo que se necesitaba era un "feminismo integrador".
Sobre las denuncias a Iñigo Errejón por violencia sexual, algunos de los hechos que narran las víctimas sucedieron cuando él tenía cargos en Podemos. ¿Hacen crítica como formación política a la hora de detectar estas formas de violencia?
Todas las organizaciones tenemos que reforzar los mecanismos que detectan este tipo de violencia. Pero creo que en Podemos lo hemos hecho cuando alguna víctima ha roto el silencio. Ahí está el caso de José Manuel Calvente. Podemos siempre ha actuado para que haya espacios seguros.
¿Cree que son suficientes las aplicaciones que se han dado desde Más País o Sumar, las formaciones a las que estaba vinculado Errejón?
Desde los entornos del errejonismo estas semanas se han publicado tribunas en medios de comunicación como El País y se han hecho intervenciones públicas cuestionándolas, llamando linchamiento a la ruptura del silencio por parte de las víctimas. Nuestra sociedad ya no se puede permitir eso, porque precisamente el silencio y la criminalización de las personas y víctimas que se atreven a romperlo es lo primero que necesita un agresor y el sistema de violencias sexuales para perpetuarse. Es lo más importante de lo que toca ahora: proteger, defender a las víctimas y hacer frente a su criminalización, que en el fondo no es más que una segunda parte de una ofensiva reaccionaria contra la libertad sexual de las mujeres, contra nuestro derecho a la libertad sexual y contra el consentimiento. Dicho esto, tienen que rendir cuentas quienes le han dado responsabilidad políticas. Es decir, Yolanda Díaz o Mónica García y sus partidos, no Podemos. En cualquier lo importante son las víctimas, que se las acompañe y que no se las cuestione ni culpabilice.
Mucha gente dice que era un secreto a voces, ¿usted qué opina?
Desde hace un año, cuando se publica un testimonio muy explícito en redes sociales, nadie podrá decir que no lo sabía. Yo antes no había escuchado nada.
¿Hay alguna posibilidad de volver a unir el espacio a la izquierda del PSOE?
La izquierda tiene que ponerse en pie. Tiene que sentirse orgullosa de ser izquierda, porque si no está fuerte, la derecha manda aunque no gobierne. Y si la gente de izquierdas, en lugar de sentir miedo o resignación, actúa desde la esperanza, la cuestión de la organización o de cómo nos ponemos de acuerdo, va a caer por su propio peso
¿Va a ser la candidata de Podemos en las próximas elecciones generales?
Eso lo tiene que decidir la militancia, los inscritos e inscritas y la secretaria general, Ione Belarra. A mí me gustaría formar parte del proceso, tengo ganas de seguir aportando. Estoy dispuesta a asumir cualquier rol. Pero si algo he aprendido estos años es que solas no hacemos las cosas, el lugar en el que estás tú es menos importante que el equipo. Y yo estoy muy orgullosa de Podemos.