¿Qué está pasando?

Eduardo Vázquez Martul

Si uno se para, lee los noticieros, piensa, aunque solo sea un poco, en lo que está pasando en nuestro país en relación con la res publica, es para estar preocupado. Ya no se trata de ser de izquierdas o derechas, las noticias trascienden más allá de la pura dialéctica, aunque, por desgracia, hay una ideología que contamina.

Es difícil fiarse de las fuentes que deberían ser objetivas y veraces. El bulo, la mentira nos hace dudar de la verdad saturando las redes que han sustituido al papel. La gente ya no lee, el móvil ha sustituido al libro. Por las calles parecemos zombies pegados a un celular o a una imagen. El siguiente paso será volver a quemar libros.

Como en las ferias de antaño, surgen voceros que irresponsablemente utilizan mal la palabra libertad, no para ser libres sino para ocultar la realidad y engañar sin escrúpulos. Con aquello de ejercer la libertad —una libertad mal entendida— venden productos contaminados. Venden maldad en vez de hacer política. Desean hacer daño al contrario. Sin escrúpulos. Han perdido el pudor. ¿Para qué dar explicaciones, si hasta la venda que tapa los ojos de la justicia, como imagen de imparcialidad, tapa el ojo solo de un lado?

Está claro que la maldad está utilizando la democracia para confundir, engañar al ciudadano para convertirlo en un ser sumiso, con la ayuda de una prensa que juega con fuego

Terribles pueden ser las consecuencias, si uno se limita a ver lo que pasa desde la ventana. Lo hemos constatado en EEUU y lo estamos palpando en Europa, que pasivamente observa cómo el fascismo intransigente se está haciendo con el poder, despreciando la ética, término que no existe en su léxico, carente de moralidad y negando los avances de la ciencia. Una derecha que venció al fascismo, se diluye peligrosamente en los brazos de un vampiro que le chupará la sangre.

Ya no sólo se trata de ocultar la verdad sino más bien de confundir al ciudadano para que no piense. Quieren que seamos hoolligans, como una masa amorfa sin cabeza que destruye todo el que se ponga por delante. De eso se trata. Destruir en vez de crear. El enfrentamiento y el odio resume su ideología. Para crear hay que pensar, poseer un cerebro superior. Ellos, los del bulo, prefieren el hipotálamo que domina el instinto básico. Es su objetivo, no tener un cerebro superior del que emana el raciocinio.

Está claro que la maldad está utilizando la democracia para confundir, engañar al ciudadano para convertirlo en un ser sumiso, con la ayuda de una prensa que juega con fuego. El resultado puede ser demoledor, trágico. Ya ni hay que esperar. Lo estamos viendo en Valencia, donde el barro de la mentira quiere ocultar la verdad, a pesar de la muerte y la destrucción. En Gaza, donde la amoralidad, la maldad, causa el genocidio de niños inocentes. Ante ello, y lo peor, "las democracias" están vergonzosamente mudas y se ocultan tras una falsa geopolítica.

La historia vuelve a repetirse. Está muy claro que en estos momentos de motosierra, parafraseando a Pedro Sánchez, quizás se equivoca cuando dice que "en estos momentos nos toca liderar con la palabra". Hay momentos en que solo con la palabra es difícil ganar frente a los que proclaman que "el que pueda hacer, que haga".

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Eduardo Vázquez Martul es socio de infoLibre.

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