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Literatura latinoamericana

Del 'boom' a la antropofagia

Portadas 'El diablo de las provincias', 'Un padre extranjero' y 'Coreografías espirituales'.

El 12 de octubre es una fecha en la que celebramos, o no, muchas cosas que todos ustedes tienen en mente. Este domingo 8 nos sirve de excusa para hablar de lengua y literatura en español. O en "españoles".

La lengua

Es fácil caer en la tentación, al hablar del español de las dos orillas del Atlántico, de citar a George Bernard Shaw: británicos y estadounidenses habitan dos naciones separadas por un mismo idioma.

"Todo lo contrario –defiende el escritor y crítico literario chileno Carlos Labbé–. Crea admiración y riqueza, diversidad y síntesis. Crea el fenómeno esperanzador para la humanidad completa de que un argentino que escribe en lunfardo periodístico (Walsh) sea comprendido y admirado por un mexicano que escribe en chilango docto (Monsiváis) y ambos escriban y admiren a una uruguaya que escribe en tumbero rural (Di Giorgio) y a una cubana que escribe en yoruba santero (Lydia Cabrera) y a un guatemalteco que escribe en ladino antropológico (Asturias) y a una chilena que escribe en coa vanguardista (Eltit). Ninguno de ellos habla en español, todos ellos se leen y se reescriben en sus hablas locales para que toda la comunidad los lea a todos en ellas". El concepto de lengua, dialecto e idiolecto es insuficiente para entender las culturas latinoamericanas, que "sin enfrentarse han logrado construir un territorio imaginario común que, en vez de obsesionarse por límites y autonomías e independencias y nombres, sólo fluye".

Entonces, ¿existe una literatura latinoamericana? "América Latina es una cosa demasiado grande y compleja para reducirla a unos pocos rasgos diferenciales –responde Juan Cárdenas, autor colombiano–. Sin embargo, creo que sí existe la literatura latinoamericana como una decisión voluntaria, intelectual, como un proyecto utópico y deforme, una especie de canibalismo futurista que va de Borges a Mário de Andrade, pasando por Nicolás Gómez Dávila o Salvador Elizondo".

Labbé también cree en su existencia, aunque "el término Literatura sea un invento que carece de la música que antes del año 1500 era inseparable de la letra en todas partes. A pesar de que el término Latinoamérica tenga una larga etimología colonial: América es resabio del mercantilismo italiano en la conquista y ahora es sinónimo de imperialismo yankee, Latino es resabio del imperialismo bonapartista, Hispano es resabio del imperialismo católico borbón, Ibero es resabio del imperialismo romano-europeo, igual que el imperio azteca arrasaba con culturas locales hacia el golfo de México al norte y al Caribe al este y hasta la actual Centroamérica al sur, casi tocándose con el imperio quichua-inca que arrasaba con las culturas locales hacia el actual caribe colombiano al norte, y la Amazonía al este y hasta el actual país mapuche-patagónico al sur. No es casual que, de en medio de esos dos imperios pre-hispanos, como bisagra, de uno de los pocos pueblos no conquistados, los Kuna, haya surgido la única noción pre-europea de todo el continente: Abya Yala".

Tal vez, apunta, haya que hablar de literatura abyayaliana, "lo que implicaría un sistema letrado continental que comprende todos los pueblos de norte a sur de las Américas actuales pero a la vez se piensa a sí mismo de modo endémico, en vez de verse sólo en los ojos del visitante".

La literatura

La gran variedad y riqueza de la literatura escrita en América Latina es reflejo, para el escritor y periodista argentino Eduardo Berti, de su calidad y su permanente afán de renovación. "Lamentablemente –añade–, el mercado editorial y cierta lectura 'reduccionista' tienden a simplificar la variedad. Esto genera un efecto peligroso: hay una espera (en ciertos países, en ciertos lectores) de una determinada 'literatura latinoamericana' que, por lo común, responde a un tópico trillado y falso. Un tópico que proviene, en cierta medida, de una interpretación ligera del llamado 'boom' porque si nos detenemos con atención en los autores que se suelen mencionar bajo la etiqueta del 'boom' veremos que entre ellos eran, por cierto, muy diferentes". Es cierto, había (y sigue habiendo) puntos en común, pero "deben servir como disparadores, como puntos de partida para una serie de poéticas diferentes. Dicho de otra manera: estoy de acuerdo con Juan José Saer cuando decía que acaso la peor literatura 'latinoamericana' (formulado así, como una etiqueta) es la que se dedica a confirmar los más lamentables tópicos de algo que, visto desde otras culturas, se reduce a un mal entendido 'realismo mágico".

Evoca a Reinaldo Arenas, quien habló de la doble trampa a la que pueden enfrentarse, a grandes rasgos, los escritores nacidos en América Latina. "Una trampa que proviene, dice, de un 'complejo de inferioridad' frente a Europa o Estados Unidos. Un complejo, agregaría yo, que anteriormente sentía incluso Estados Unidos ante Europa y que expresa (y termina desmintiendo, por cierto) parte de la obra de Henry James".

"Aceptar ese complejo de inferioridad es caer en una doble trampa", escribe Arenas. Por un lado, "si somos considerados inferiores a los europeos, sólo podríamos liberarnos de esa inferioridad superando sus cánones culturales, siendo aún más europeos que un europeo". Por otro, "de no aceptar, o por lo menos no imitar la tradición europea, debemos entonces resignarnos a ser y engrandecer la visión exótica, folclórica y estereotipada que de nosotros se tiene o se ha tenido durante siglos".

Ahora bien, precisa Berti, "no ocurre así entre España y América Latina, gracias a una mayor familiaridad. Por parte de España, no existe el equívoco del exotismo que sí hay en muchos otros países europeos. Por parte de América, no hay ese 'complejo de inferioridad'. El vínculo es más de igual a igual, digamos. Comparable al que se ha ido estableciendo en materia de literatura entre Estados Unidos y Gran Bretaña. Es más, me pregunto si tiene sentido establecer una barrera entre la literatura española y la literatura en español que se produce en América. Por lo común, advierto, los autores españoles que más interesan son los que abordan la escritura como si esa fosa o esa barrera no existiese".

De hecho, apostilla Cárdenas, "hemos generado una conversación muy divertida entre autores de ambos lados del Atlántico. Mercedes Cebrián, Carlos Pardo, Andrés Barba, Julián Rodríguez o Marta Sanz, para mencionar a unos pocos, son escritores muy sudacas en su manera de leer y de acercarse a las tradiciones. Ellos también son antropófagos".

La industria editorial

José Antonio Millán, estudioso del mercado editorial, escribió que la industria editorial hispanoamericana ha sido incapaz de crear un modelo de circulación donde los libros lleguen por igual a todos los países.

Cárdenas coincide con matices, y fija el punto de segmentación de los territorios intelectuales en la crisis editorial de los 90 y la entrada de las multinacionales. Así, explica Berti, para acceder a un escritor de otro país de América Latina, "un lector peruano o argentino (por ejemplo) debe pasar, muchas veces, por las ediciones publicadas en España. Los grandes grupos editoriales en lengua española tienen su sede en España y sus filiales en América suelen publicar, más que nada, a autores locales (más allá de los nombres 'internacionales consagrados')".

Internet ayuda a colmatar brechas; ayudan las editoriales independientes españolas y latinoamericanas, aunque solas no pueden cambiarlo todo: "tiene que haber una buena red de distribución –dice Berti–. Tiene que haber libreros que tomen el riesgo de conseguir y exhibir esos libros. Tiene que haber un apoyo a la hora de la difusión. Y los autores debemos comprometernos con esas iniciativas". Cárdenas añade que el Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe también trabaja "para fortalecer esa clase de circulación en el continente".

Pero Labbé sostiene que "el mercado editorial corporativo –que en todo caso sí se comunica entre todos nuestros países de maneras estratégicamente informales, en las fiestas de los festivales y las borracheras de las ferias del libro– es sólo una parte de un sistema letrado donde el peso lo llevan las bibliotecas públicas, las escuelas primarias y secundarias, las universidades, el estudiantado, las fotocopias y la reproducción digital, las editoras independientes contraculturales, los vendedores placistas, los encuentros de poesía regionales, la canción popular en las fiestas de cosecha, la creación de mil ficciones que se reescriben en la cama del niño que no quiere dormir, en las sábanas de los tres amantes y en el lecho de muerte".

Epílogo

Autoparodia de un cuarentón

Autoparodia de un cuarentón

Hubo un tiempo en el que se insistió en el papel de España como "puente" que los autores americanos podían utilizar para llegar a Europa. Eduardo Berti cree que, en efecto, el paso puede revelarse conveniente pero que no es en absoluto imprescindible. "Vivo en Francia y veo cómo aquí se publican, con cierta regularidad, autores argentinos o sudamericanos que no fueron publicados en España. Eso habla bien de los scouts y de los editores, atentos a lo que ocurre en todas partes".

Labbé diferencia entre "el escritor latinoamericano hiperletrado, es decir de élite" para quien España es un destino "tanto o menos importante que Francia, Turquía, China o India". Sin embargo, para los autores pertenecientes a alguna de las inmensas minorías populares, "publicar en España, o en cualquier otra parte que no sea su lugar de lucha local, es cuestión de un trabajo fino de construcción de redes solidarias en la lucha literaria codo a codo con las luchas locales españolas".

En términos mercantiles modernos, añade, es más fácil llegar a Frankfurt a través de la traducción al inglés norteamericano que a través de la traducción al castellano español. La Feria de Frankfurt empieza el miércoles. Por si nos hemos perdido algo, estaremos atentos.

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