La UE ve las orejas al lobo y se debate entre mantener su protección y flexibilizar su caza
El lobo vuelve poco a poco a algunas regiones europeas y con él vuelven las ganas de pegarle dos tiros. Unos, porque temen los ataques al ganado. Otros porque lo ven como una pieza de caza.
La normativa europea actual –la española tiene un año— da a los lobos la máxima protección. Está prohibido capturarlos o cazarlos salvo en caso de peligro para los humanos. La derecha europea –y la española con ella- quiere rebajar esa protección.
Aprovechando la última reunión de los países signatarios del Convenio de Berna, el que establece las listas de especies protegidas y el nivel de protección, el Gobierno suizo hizo saber a la Unión Europea que quería reducir la protección del lobo a un nivel menor.
La presidencia checa de la Unión Europea hizo oídos sordos y defendió la protección total del lobo, postura que se confirmó por una amplia mayoría de países representados en la reunión con la excepción de la propia Suiza, Bielorrusia, Turquía, Liechtenstein, Azerbaiyán y Georgia.
El Parlamento Europeo preparó una resolución, no vinculante y que no tiene en cuenta los datos científicos, para pedir que la Unión Europea haga lo que pidió el Gobierno suizo y quite al lobo la protección más elevada.
La postura oficial de la Comisión Europea sigue siendo la contraria. Bruselas estima que los datos científicos muestran que el lobo no se ha recuperado lo suficiente como para rebajarle la protección. Los técnicos de la Comisión Europea reconocen que el lobo “ha recolonizado zonas”, pero no lo suficiente. Para España estima que está en una situación “desfavorable” e “inadecuada”.
Esa es la postura que el Consejo de la UE, a manos de la presidencia semestral que ostenta el Gobierno checo, llevó a la reunión del Convenio de Berna, que se celebró este jueves en Estrasburgo.
La resolución del Parlamento Europeo muestra que a una mayoría de eurodiputados parece darle igual lo que digan los datos científicos. La resolución aprobada dice textualmente que el nivel de las poblaciones europeas de lobo “justifica una mitigación de la protección”.
En el Partido Popular Europeo algunos señalan también a los osos y a los linces. El “popular” Herbert Dorfmann dijo en el debate parlamentario previo a la resolución que “las poblaciones crecientes de grandes predadores amenazan el modo de explotación tradicional en varios países europeos”.
La Comisión Europea calcula que las poblaciones de lobos afectan al 0,06% de la cabaña ovina y bovina de la Unión Europea y que sus ataques a la ganadería representan el 0,2% de las indemnizaciones que se pagan por cada cabeza de ganado muerta.
A pesar de esos datos, algunos eurodiputados conservadores, como el holandés Bert-Jan Ruissen, creen que si no se hace nada con el lobo la ganadería será “inviable” en grandes partes de Europa.
Fuentes comunitarias entienden que detrás de la defensa de la ganadería se esconde una campaña de lobby de grupos de cazadores, que quieren volver a poder cazar lobos y que no tienen más interés por el ganado.
La presidencia checa del Consejo de la UE, siguiente los informes al respecto de la Comisión Europea, no hizo caso a la opinión de los eurodiputados. El comisario europeo de Medio Ambiente, Janez Lenarcic, ya les había advertido durante el debate de su resolución. Entonces les dijo que la Política Agrícola Común permite usar fondos europeos para financiar medidas de protección del ganado, como vallas electrificadas. Los que defienden limitar la protección no proponen más medidas de protección sino la posibilidad de pegarle dos tiros al lobo.
Lenarcic también dijo durante el debate que el Ejecutivo comunitario “sigue pensando que un estatuto de protección estricto es todavía necesario para poder llegar y mantener un estado de conservación favorable”. El comisario descartó los argumentos del lobby ganadero al decir que no creía que “la crisis del ovino o el abandono de tierras estén provocadas por los grandes carnívoros” y que “las medidas de protección del ganado son eficaces”.
La extraña reacción de Von der Leyen
A pesar de los informes de los técnicos de la Comisión Europea y de las palabras del comisario europeo Lenarcic, Von der Leyen quiso tener un gesto hacia su familia política. A una carta de los eurodiputados del Partido Popular Francisco Millán Mon y Juan Ignacio Zoido, contestó que había encargado “un análisis en profundidad” (cualquier día alguien encargará un “análisis superficial” y se caerá el cielo) sobre el aumento de las poblaciones de lobos.
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Von der Leyen ponía así en duda los informes científicos disponibles y la opinión de sus técnicos. El Partido Popular en Bruselas aplaudió, pero la presidenta sabe que no puede ir, como ellos, sin datos. Así, Von der Leyen les pide en su carta que compartan con ella los datos científicos que les llevan a decir que las poblaciones del lobo ya no están en peligro. Porque no los habían aportado.
Zoido ya tuvo algún encontronazo con la Comisión Europea por su defensa de la caza. El pasado 14 de marzo presentó una pregunta parlamentaria protestando porque el Gobierno español había prohibido la caza en los parques nacionales y porque a la vez practicaba controles de ungulados en algunos parques nacionales como el de Monfragüe. Decía Zoido que esos controles no eran adecuados y se planteaba si no eran ilegales.
La Comisión Europea le contestó el 2 de mayo para decirle que ya lo sabía, que no eran ilegales, que no tenía conocimiento de “efectos negativos de este enfoque en los hábitats protegidos”, que las especies de ungulados en Monfragüe no están protegidas por la Directiva sobre hábitats y que es el Gobierno español el responsable de “decidir sobre su gestión y los medios adecuados para su control”.