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VIOLENCIA MACHISTA

Las denuncias por violencia machista crecen un 42% en diez años, pero "las mujeres están dolidas con el sistema"

Manifestantes en el centro de Murcia, convocados por la Asamblea Feminista, con motivo del 25N.

En la última semana, la violencia machista ha terminado con la vida de tres mujeres y una niña. Otra menor, hija de una de las víctimas mortales, permanece grave en el hospital. Y una cuarta mujer se encuentra en coma después de que su agresor prendiera fuego a su casa, con su hijo de cuatro años dentro. El Ministerio de Igualdad ha confirmado como feminicidios los tres asesinatos de mujeres y ha señalado que dos de las víctimas mortales habían presentado denuncia contra su agresor. Es decir, sí habían acudido a las autoridades para buscar ayuda, pero el sistema les falló. Sin embargo, la ministra de Igualdad, Ana Redondo, ha afirmado este viernes en una entrevista con la Cadena Ser que las mujeres "no denuncian todo lo que deberían denunciar"

Lo cierto es que en la última década, las denuncias por violencia de género han aumentado un 41,7%, pasando de 128.477 en el año 2012 a 182.078 en 2022, según los datos recopilados por el Ministerio de Igualdad. 

En lo que va de año, 14 mujeres asesinadas a manos de hombres que eran sus parejas o exparejas sí habían denunciado a sus agresores, el 25,9%. El año pasado, el porcentaje de denuncias previas en los casos de feminicidios se elevó hasta un insólito 40,8%. Las conclusiones son claras: las mujeres cada vez denuncian más, pero no siempre la denuncia es garantía de protección.

Según la Macroencuesta de Violencia sobre la Mujer, confeccionada en 2019 por el Ministerio de Igualdad, la mayoría de las víctimas de violencia física o sexual que no da el paso de denunciar lo hace, mayoritariamente, motivada por la convicción de ser capaz de resolver individualmente el problema o por haber rebajado la importancia de lo sucedido. Pero además, una parte de las encuestadas apela al miedo al agresor, a la vergüenza y al temor a no ser creída

Entre las mujeres que sí denunciaron la violencia sufrida por parte de parejas pasadas, un 20,6% asegura que el comportamiento de su agresor empeoró después de acudir a las autoridades. El 72,1% de las mujeres que denunciaron la violencia ejercida por sus exparejas aseguran que no retiraron la denuncia, pero entre las que sí lo hicieron, los motivos citados son los siguientes: el miedo (24,7%), el hecho de que su agresor era también el padre de sus hijos (21,9%), la promesa de cambio por parte del maltratador (19,0%), la pena (19,0%) y el fin de la relación (18,1%). Existe, por tanto, una parte significativa de las víctimas que se aparta del camino por no hallar en él las respuestas necesarias.

Dolidas, decepcionadas y enfadadas

Para Cira García, magistrada en el Juzgado de Violencia sobre la Mujer de Getafe, la infradenuncia no es el principal problema que se debe solventar. Para muestra, no hay más que ver "cuántas mujeres denuncian y retiran la denuncia porque no se les protegió. Quienes estamos en juzgados de violencia lo sabemos desde hace mucho", sostiene la jueza en conversación con este diario.

García concede a la denuncia un papel relevante, pero destaca que la radiografía general del problema es necesariamente más amplia y compleja. "El propio ciclo de la violencia, la dependencia económica y emocional, la presión del entorno… todo ello no permite a las víctimas tomar conciencia de lo que sufren", diagnostica la jueza. Pero sobre todo, subraya, el principa fracaso es que "el sistema no las protege". No son pocas las mujeres, asiente en base a su experiencia, que dan el paso de denunciar y "después de enfrentarse" al procedimiento judicial "ven que el sistema no las ha creído", convirtiéndose "en una nueva fuente de sufrimiento".

Por la consulta de la psicóloga especializada Bárbara Zorrilla han transitado mujeres "dolidas, decepcionadas y enfadadas con el sistema" porque se han sentido abandonadas. "Las citan para dentro de meses, no hay atenciones individualizadas, existe una masificación de los recursos y no hay ningún tipo de acompañamiento", reseña la psicóloga. Obviar todos los elementos que hacen de la respuesta institucional una solución incompleta, es "hacer recaer en las víctimas la culpa de lo que les pase: si sufres violencia, es porque no has denunciado", ejemplifica la psicóloga, quien coincide en que "una denuncia no garantiza protección". 

Zorrilla insiste en que hay que transmitir con extremo cuidado los mensajes "a favor de la denuncia", porque pueden dejar de ser útiles si no van acompañados de la "articulación de los mecanismos necesarios" para garantizar su efectividad. Las mujeres, recuerda, asumen un "coste emocional enorme" cuando deciden dar el paso de denunciar, por lo que necesitan "información real y que la denuncia se traslade al sistema de protección, con salidas laborales y una recuperación psicológica plena".

Más allá de la denuncia

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Pero hay vida más allá de la denuncia. Las víctimas tienen la posibilidad de acceder a diversos recursos sin la necesidad de denunciar formalmente la violencia sufrida. Así lo especifica la Ley integral de 2004 y así lo han de tener en cuenta las instituciones. Las situaciones de violencia de género pueden acreditarse mediante informe de los servicios sociales, por ejemplo, también a través de servicios especializados o de acogida. Desde el año 2021, todas las comunidades cuentan con un acuerdo sobre los procedimientos básicos para la acreditación administrativa de las situaciones de la violencia de género.

Esta acreditación, independiente del procedimiento judicial, permite acceder a recursos socioeconómicos a las víctimas de violencia. "Los primeros pasos son contarlo, pedir ayuda, acudir a un recurso que debe estar suficientemente dotado y luego presentar una denuncia", esgrime Bárbara Zorrilla, quien dibuja muchos otros eslabones previos al proceso de denuncia formal. La psicóloga insiste en que es fundamental "no presionar" a las mujeres para denunciar, ya que la principal consecuencia es "cargarlas de culpa, revictimizarlas y muchas veces, perderlas". 

Coincide Cira García al reiterar que el foco institucional no debe situarse sobre la víctima, sino en el margen de mejora del sistema. "Se podría hacer más de lo que se hace", opina sin titubear. Es importante, en ese contexto, crear y fortalecer "redes de apoyo" sólidas dirigidas también a las mujeres que no quieren denunciar, con vistas a que, finalmente, puedan dar el paso de hacerlo cuando se den las circunstancias idóneas. Acompañadas, informadas y protegidas.

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