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Cómo saber si tienes un 'bullshit job' que está afectando a tu salud mental

Trabajadores en un ordenador.

La inseguridad, los contratos temporales y la falta de estabilidad en el empleo caracterizan la era de precariedad laboral en la que vivimos. La constante incertidumbre sobre lo que depara el futuro laboral o las expectativas de mejoras que nunca se materializan afectan directa y negativamente a nuestra salud mental. En este contexto, el antropólogo David Graeber desarrolla su teoría sobre los bullshit jobs (traducido a menudo como “trabajos basura” o “trabajos de mierda”)

En su obra Bullshit jobs: A theory el antropólogo ubica el surgimiento de estos trabajos a partir de los años 70, con el auge del neoliberalismo; donde la sociedad de consumo se asienta de manera contundente y se liberan los mercados. En esta época es cuando Graeber ve que surgen “una cantidad de trabajos que son inútiles e innecesarios, que están atravesados por la burocracia”, según explica a infoLibre Álvaro Soler, sociólogo y divulgador en redes sociales bajo el nombre de Sociología Inquieta

Graeber recoge en su estudio la predicción de John M. Keynes, quien creía que en el siglo XXI el desarrollo tecnológico podría disminuir la carga laboral de los trabajadores, llegando a reducir la jornada hasta las 15 horas semanales. Sin embargo, el autor denuncia cómo esto no sólo no ha pasado, sino que parece que cada vez se intenta que las personas trabajen más. De hecho, los “empleos productivos” sí que se han automatizado (un ejemplo es el sector agrícola, donde cada vez son más necesarias las máquinas y menos las personas), mientras que "los trabajadores profesionales, gerenciales, administrativos, de ventas y de servicios” se han multiplicado. Graeber destaca el crecimiento del sector administrativo, “la creación de nuevas industrias como los servicios financieros o el telemarketing, o la expansión sin precedentes de sectores como el derecho corporativo, la administración académica y de salud, los recursos humanos y las relaciones públicas”. 

Estos bullshit jobs también se podrían traducir por “trabajos absurdos” o “fraudulentos”. Y es que según apunta la escritora y periodista Azahara Palomeque en un artículo sobre esta teoría, hay que tener en cuenta que los bullshit jobs no tienen por qué estar mal pagados o realizarse en condiciones precarias (a esto el antropólogo lo llamaría shit jobs). Estos “trabajos absurdos” no son lo mismo que los puestos poco remunerados pero que contribuyen a la sociedad o tienen una gran valía. 

La salud mental y los bullshit jobs

Una de las principales desventajas de estos empleos radica en el deterioro de la salud mental que provocan. Esto es porque, como afirma el antropólogo en su obra, los trabajos que tenemos guardan mucha relación con nuestra identidad. Para entender esto, el sociólogo Álvaro Soler propone fijarnos en la teoría de Karl Marx. Este filósofo creía que “en el mismo acto de trabajar y producir” las personas “objetivamos nuestro ser y lo colocamos en el producto que realizamos”. En base a esto, la profesión que tenemos nos afecta más allá de las horas de trabajo, porque de alguna manera conforma nuestra identidad y llega a definirnos. 

“No somos indiferentes a lo que producimos o hacemos”, apunta el sociólogo a infoLibre, es más, “el trabajo para Marx es la dimensión que más afecta a nuestra existencia como seres humanos”. Esto es lo que hace tan dañinos para la salud mental a este tipo de puestos. Cuando no encontramos un mínimo sentido de realización en nuestra vida diaria, o peor aún, creemos que no aportamos nada y simplemente perdemos el tiempo, es cuando nuestra salud mental puede sufrir las consecuencias.

Pistas de que tu trabajo puede ser un bullshit job

¿De qué manera podemos saber si nuestro trabajo es un bullshit job y está afectando a nuestra salud mental? Estos empleos se pueden identificar si las actividades que se realizan a diario carecen de un propósito real, si no tienen un objetivo claro o si no contribuyen significativamente a la sociedad. Además, estos trabajos a menudo se ven atravesados por una burocracia infinita, por lo que puede que gran parte de la jornada laboral consista en navegar por un mar de procedimientos innecesarios, formularios interminables y reuniones sin sentido aparente. 

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Por otro lado, entre las características más importantes de los bullshit jobs se encuentra la propia sensación o percepción de los propios empleados. Es común que los trabajadores de estos puestos sientan una falta de conexión con su labor y tengan la sensación de estar realizando tareas que no aportan nada a la sociedad ni a su crecimiento laboral y personal. 

Siguiendo con el argumento del autor, la periodista Palomeque expone la paradoja salarial de la que habla Graeber: aquellos cuyos trabajos son esenciales para el funcionamiento de la sociedad —como los profesionales de la salud, educadores, agricultores…— tienden a recibir salarios relativamente bajos. Por otro lado, las remuneraciones aumentan a medida que la relevancia social del empleo disminuye (siempre con algunas excepciones). Es como si la compensación económica se volviera inversamente proporcional a lo que aportan a la sociedad.

La clasificación de Graeber

Graeber cree que las mejores personas para identificar un bullshit job son aquellas que lo realizan. Por ello, el antropólogo no da una lista concreta de puestos que se incluyan en esta definición. Sin embargo, sí que establece cinco tipos de trabajos a los que llamar “absurdos”. En primer lugar, están los "lacayos", cuya única función es hacer que otra persona o la empresa parezcan más importantes de lo que realmente son. Luego, están los "cabilderos o vendedores", quienes no resuelven problemas reales, sino que crean problemas ficticios para luego ofrecer la solución. También están los "reparadores", que básicamente se dedican a tapar errores de otros o a encontrar formas temporales de aplazar problemas que la empresa debería abordar. Los "etiquetadores" se centran en documentar lo que se supone que la empresa hace, pero no se involucran realmente en el servicio o propósito de la misma. Por último, tenemos a los "asignadores", quienes pasan su tiempo delegando tareas, aunque podrían ser fácilmente divididas o compartidas sin necesidad de que alguien se dedique solo a asignarlas. 

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