Sindicatos y familias piden duplicar las plantillas de las residencias de Madrid: "No hay una atención digna"

Manifestación de Pladigmare frente a la Consejería de Sanidad de Madrid en junio de 2021.

La situación es "desastrosa". Las plantillas que existen actualmente en las residencias de la Comunidad de Madrid hacen "imposible que se pueda tratar bien a los mayores". Así lo ha denunciado este lunes por la mañana el presidente de Pladigmare, Miguel Vázquez, que ha presentado junto a CCOO y UGT un informe elaborado también por la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG) y con el que denuncian que el número de trabajadoras de los geriátricos debe, como mínimo, duplicarse. Si no, han lamentado los profesionales y el representante de la organización de familiares, no es posible dar "una vida digna" a la tercera edad.

Los números no dejan lugar a dudas. El documento presentado este lunes en la sede de CCOO en Madrid, elaborado durante casi nueve meses y con la colaboración de 700 trabajadoras, concluye que, a pesar del "maramágnum" de ratios existente en la Comunidad, ninguna alcanza el mínimo deseable para poder ofrecer una atención "de calidad" a los mayores.

Para entenderlo es necesario en primer lugar detenerse en las normativas. Porque hay varias. La estatal que actualmente está en vigor fue aprobada por el Gobierno y las comunidades autónomas en junio de 2022 en lo que se llamó Acuerdo sobre Criterios comunes de acreditación y calidad de los centros y servicios del Sistema para la Autonomía y Atención a la Dependencia (SAAD). Establece, en 2024, una plantilla de 31 gerocultoras por cada 100 residentes, un número que en 2030 debe aumentar hasta las 43 trabajadoras. Pero esto son, exclusivamente, mínimos que pueden ser —o no— mejorados por las normativas autonómicas.

En Madrid hay varias. La primera data del año 1990 y, aunque no se adapta ni siquiera a los criterios establecidos en 2008 por la Ley de Dependencia, todavía hay 271 residencias totalmente privadas —es decir, cuya titularidad y gestión está en manos de alguna empresa— que se rigen por ella. Establece, para usuarios no dependientes, 25 gerocultoras por cada 100 residentes; para los asistidos, 35. Pero es que hay más, porque el resto de geriátricos están sujetos a otras normativas que exigen números completamente dispares: en algunas 33 trabajadoras por cada 100 mayores; en otras, 37. Por eso Vázquez habla de "maremágnum". "Que no haya una única obligatoriedad no tiene ningún sentido", se queja.

En cualquier caso, la existencia de ratios obligatorias no garantiza que se cumplan. Y además, han criticado las organizaciones durante la presentación del estudio, su utilización, hasta el momento, ha sido "tramposa". Y es que los documentos oficiales hablan de plantillas efectivas, pero de lo que hay que hablar es de "presencias". Es lo que reclaman desde hace años trabajadoras y familiares de residentes. Esto significa, básicamente, asegurar la atención teniendo en cuenta que hay tres turnos de trabajo y personal que puede estar de baja, de vacaciones o permisos. En este sentido, el informe habla de la necesidad de 132 gerocultoras en plantilla por cada 100 residentes para asegurar una presencia de 83 profesionales a lo largo de todo el día: se dividirían entre 37 del turno de mañana (el que cuenta con una mayor carga de trabajo), 34 en el de tarde y 12 en el de noche.

Si tenemos en cuenta que lo que establece el Acuerdo de acreditación del Gobierno para 2030 habla de una plantilla de 43 personas, los cálculos de sindicatos, Pladigmare y la SEGG implicarían más que duplicar el personal. El secretario de Políticas Sociales y Diversidad de CCOO, Manuel Rodríguez, incidió por su parte en este sentido en el caso de los centros financiados por la Comunidad de Madrid, donde actualmente según sus cifras trabajan alrededor de 9.000 personas, cuando la necesidad incrementa ese número hasta las 15.000.

Es "urgente" que se intervenga

Por eso en la rueda de prensa se ha insistido en la necesidad "urgente" de que se intervenga. Porque la consecuencia de estos números, además de la pésima calidad de los servicios ofrecidos en las residencias, es la "sobrecarga" de trabajo en un sector altamente feminizado. En concreto, y según el informe de 2024 del Imserso, el 85% de los trabajadores del sector son mujeres. Pero es que en su mayoría son mayores, además, de 45 años. Y un 6% tiene más de 65. "Se trata de un sector en el que mujeres mayores cuidan a mujeres mayores", lamentó la responsable de Servicios Sociales y Sector Público de UGT Madrid, Laura Muñoz, que cree que por eso es un sector tan "invisibilizado y precarizado".

No lo dice sin conocimiento de causa. Porque el estudio sobre ratios también recuerda que la mayoría de los salarios de estas trabajadoras ronda los 1.000 euros para una jornada laboral completa, aunque hay algunas categorías profesionales que ni siquiera alcanzan en su salario base el salario mínimo interprofesional. Además, "existe una elevada contratación a jornada parcial que genera inestabilidad laboral y afecta la calidad de vida de las trabajadoras", muchas de las cuales se ven abocadas al pluriempleo, lamenta el informe, que detalla que tampoco existe la formación ni la capacitación continua.

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En este sentido, además de duplicar las plantillas el informe también reclama que "al menos el 80% de los empleos" sean "indefinidos y a jornada completa", con jornadas parciales que, como mínimo, supongan "el 66% de la jornada ordinaria"; también formación "permanente, adecuada y para todas las categorías" o inspecciones "sin preaviso y sanciones ejemplares" que "se hagan públicas". Además, piden que el criterio económico no sea el determinante para la adjudicación de contratos e empresas y que trabajadoras y familias participen en la elaboración de los protocolos. Al mismo tiempo, se aboga por una coordinación sociosanitaria con el sistema de salud y una mayor calidad en los menús, "preparados, elaborados y cocinados en el centro", que garanticen "una dieta sana y equilibrada, variada, con alimentos de temporada, individualizados y adecuados a las prescripciones médicas específicas", ha abundado Muñoz.

Ahora, "la suma de estas pésimas condiciones, junto con la falta de reconocimiento social, las largas jornadas y el estrés asociado a los cuidados hace que el sector de la dependencia sea poco atractivo, en comparación con otros sectores", concluye el documento.

Juani Peñafiel le ha puesto voz y rostro a estas palabras. Y ha añadido que muchas compañeras sufren enfermedades asociadas a su empleo que ni siquiera se consideran como tal, como es el caso de la lesión del túnel carpiano producida, por ejemplo, por los movimientos repetitivos que se realizan cuando se da de comer a personas dependientes. Según la Comisión Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo, son las gerocultoras las que, junto a los trabajadores de construcción, encabezan los sectores de mayor siniestralidad en nuestro país.

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