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Inundaciones en Valencia

Dudas sobre datos oficiales, recelo hacia los rescatadores y timos: los riesgos de los bulos de la dana

Felipe VI se dirige a uno de los damnificados que le increpaban durante su visita del domingo a Paiporta (Valencia)

Este martes le tocó a la Cruz Roja. La organización humanitaria, activa en las zonas más críticas afectadas por la dana de Valencia, ha desplegado sus equipos de sensibilización e información, de respuesta básica e inmediata en Emergencias y presta atención especializada en los albergues provisionales que se han dispuesto así como asistencia psicosocial a los damnificados, especialmente a la población infantil. También distribuye alimentos, material de higiene personal y ropa de abrigo a la población afectada. Al mismo tiempo, ha puesto en marcha una campaña para que los ciudadanos de todo el país puedan hacer donativos para que su personal y sus voluntarios puedan seguir desarrollando su labor en la zona cero del temporal. Pese al apoyo incansable para paliar la tragedia y prestar asistencia sanitaria donde más se necesita, la organización no se ha salvado de los ataques y los bulos a través de las redes sociales.

Una cuenta de X denominada Spainball (@Espball) con una foto del candidato republicano a la presidencia de EE UU, Donald Trump difundió un escueto mensaje que decía "Él no lo dice, lo digo yo. La Cruz Roja". Debajo, un vídeo de TikTok en el que un joven que parece ser un voluntario cuenta cómo llegó a Catarroja, uno de las localidades más damnificadas por la dana, junto a unos compañeros y dos camiones llenos de ayuda. Nada más llegar, según su relato, un tipo les dijo que se fueran a Valencia, que allí no les iban a "coger nada". "Agua hoy no cogemos, comida tampoco", dice que le dijeron. "Dos abuelos, casi llorando se acercaron pidiéndome agua". "Me dijeron, no les des, pasa de ellos", proseguía. "Dije, ¡guau!, ¡aquí se va a liar!"... El bulo tiene 705.000 visitas, 18.000 likes y seis millones de reposts, además de 297 comentarios. Decenas de tuits se sumaron animando a no donar. Otros ponían en duda el trabajo sobre el terreno de su personal.

Las catástrofes, como cualquier otra crisis con multitud de afectados o trascendencia social son terreno abonado para la desinformación. En esta última, las patrañas han obligado a las autoridades a actuar. Varias veces. El jefe de los bomberos de Valencia, José Miguel Basset, advirtió el pasado miércoles sobre los mensajes fake que informaban de "la rotura de una presa, de que se tienen que evacuar municipios (...). No es real", dijo Basset durante una rueda de prensa. Después advirtió de que "esas fake news" les habían causado problemas, "incluso de orden público" que obligaron a los equipos de emergencia a interrumpir su labor. "Todo este tipo de acciones, si no se cortan por parte del ciudadano, nos llevan a un caos", añadió. Caos como el que se produjo cuatro días después, cuando cientos de afectados, calentados por elementos ultras -en redes y sobre el terreno- golpearon al presidente del Gobierno y lanzaron objetos y barro a los reyes y al presidente valenciano Carlos Mazón. Durante el tumulto, Felipe VI dijo a los vecinos que le insultaban: "No hagáis caso a todo lo que se publica. Hay mucha intoxicación. Personas interesadas en que el enfado crezca y haya caos".

Tensionar las instituciones hasta el límite es uno de los objetivos políticos de las campañas de desinformación, como lo es también el cuestionamiento de los líderes, de los partidos o de otros liderazgos

Juan Miguel Aguado — Catedrático de Comunicación

El caos, la puesta en cuestión del propio sistema, es un objetivo ya clásico en este tipo de situaciones críticas. "Tensionar las instituciones hasta el límite, como ocurrió el domingo, es uno de los objetivos políticos de las campañas de desinformación, como lo es también el cuestionamiento de los líderes, de los partidos o de otros liderazgos", explica Juan Miguel Aguado, catedrático de Comunicación de la Universidad de Murcia y experto en desinformación y ciberseguridad. Este tipo de acciones, según el profesor, también pueden perseguir motivaciones económicas "buscando beneficios directos a través de la publicidad, como en el caso de algunos perfiles, y sitios de medios o pseudomedios". El fenómeno, según Aguado, también puede tener una dimensión cognitiva que se manifiesta en "el señalamiento del otro, la deshumanización o la polarización que divide a los diferentes actores entre buenos y malos". "En las campañas que estamos presenciando con la dana predominan las dimensiones política y cognitiva", explica el catedrático.

Un vistazo a las páginas de los portales de verificación Maldita y Newtral da una idea de los bulos que se han difundido estos días. Como que la dana ha sido provocada por Marruecos para arruinar la cosecha de naranjas en la zona y que sean los agricultores de ese país los que coloquen sus frutos en el mercado europeo. O la patraña del aparcamiento del centro comercial Bonaire -aireada, entre otros por Vox- de donde, según los conspiranóicos, las autoridades habrían ordenado sacar centenares de cadáveres para ocultarlos, cuando en realidad no ha aparecido ningún cuerpo. También fenómenos sorprendentes, como las decenas de cuentas de la India que se han dedicado a repostear en X bulos y mensajes incendiarios contra los rescatadores y las instituciones que trabajan en la zona. "A veces, la instrumentación política de las campañas de intoxicación se sirve de actores intermediarios de la 'industria desinformadora", explica el Aguado. Entre esos actores estarían agencias de relaciones públicas, granjas de contenidos y de bots, cuentas durmientes en redes sociales...

Pero en todas las catástrofes hay bulos y estrategias de intoxicación especialmente dañinas. "Muchas de estos mensajes, que a veces no son malintencionadas, se producen en el momento más inmediato de estas tragedias, cuando se produce la mayor falta de información y de respuesta por parte de las instituciones", explica Natalia Díez, jefa de la sección de Maldito bulo, del portal de verificación Maldita.es. Entre ellas estarían, por ejemplo, las que han difundido estos días alertas sobre el riesgo de rotura de embalses o desbordamientos y riadas que en realidad no se estaban produciendo. O las que hablan de la toxicidad del agua del grifo. "Se trata de material que puede generar problemas de orden público y, además, puede poner en peligro a las personas que se lo creen, que puede tomar decisiones fatales con datos falsos".

Se trata de campañas muy peligrosas porque, en un momento de total desconcierto y confusión generalizada, empujan a una parte de la población contra otra

Díez señala también a las que culpan a determinados colectivos con una clara intencionalidad política. "Nos hemos encontrado con algunas fake news que señalan a los inmigrantes, por ejemplo, como autores de los saqueos que se han producido", relata la experta. "Se trata de campañas muy peligrosas porque, en un momento de total desconcierto y confusión generalizada, empujan a una parte de la población contra otra", añade. "Además, sus efectos perduran después de la crisis". Por último, son especialmente peligrosas las que ponen en cuestión a las instituciones y a los agentes y cuerpos que actúan sobre el terreno para paliar los daños. "Los damnificados, en esos casos, pueden llegar a desconfiar de los que están ahí para ayudar y de los organismos que te van a dar la información más contrastada".

En la tragedia de Valencia, como en otros desastres naturales, también hay quien intoxica con el único objetivo de sacar tajada aprovechándose de la buena voluntad de la gente que quiere ayudar. Cuentas y perfiles de timadores que, a través de las redes sociales y otros canales piden donativos para socorrer a la gente que terminan acabando en sus bolsillos, un objetivo que, según Díez, podría estar relacionado con la campaña contra Cruz Roja. Como en la crisis de la covid, del dolor y el sufrimiento también se sirven los conspiracionistas y negacionistas: discursos muy elaborados contra las élites que apuntan a planes secretos de los poderosos y lanzan mensajes ultras, contra el cambio climático, xenófobos, antifeministas u homófobos.

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