Europa aprovecha la caída de al Assad para endurecer sus políticas de acogida de refugiados sirios
Los anuncios no se han hecho esperar. Nada más hacerse oficial la caída del dictador Bashar al Assad, varios países de la Unión Europea (UE) han declarado que suspenden las solicitudes de asilo de los ciudadanos sirios que han buscado refugio en su territorio, revelando un oportunismo indecente ante la tragedia vivida por el pueblo sirio y las dificultades del exilio.
Ese es entre otros el caso de Alemania, que destacó en 2015 por acoger a casi un millón de sirios que habían huido de la guerra. La oposición conservadora de derechas no se ha andado con rodeos: “¿Qué pasaría si el Gobierno federal dijera a todos los que quieran volver a Siria, que les fletaremos vuelos y que recibirán una cantidad por salida de 1.000 euros?”, se atrevió Jens Spahn, vicepresidente del grupo CDU/CSU en el Parlamento alemán.
Ante la “incertidumbre actual”, la oficina encargada de examinar las solicitudes de asilo en Alemania (Oficina Federal de Migración y Refugiados) ha decretado la “congelación de las decisiones sobre procedimientos de asilo aún en trámite”, explicó la ministra alemana del Interior, Nancy Faeser. La portavoz de la Oficina explicó que estaba siguiendo la evolución de la situación en Siria.
Italia, Suecia, Noruega y Dinamarca también han anunciado la congelación de las solicitudes de asilo de esa nacionalidad, mientras que Austria ha anunciado su intención de expulsar a los refugiados sirios que viven en su territorio. “He ordenado al ministerio que prepare un plan de repatriaciones y expulsiones ordenadas”, declaró el lunes 9 de diciembre el ministro austriaco del Interior, Gerhard Karner.
Francia quiere una “pausa”
En Francia, en un comunicado, la Oficina Francesa para la Protección de los Refugiados y Apátridas (Ofpra) afirmó estar “siguiendo de cerca la situación en Siria”. “Como siempre, la evolución de la situación en el país de origen de solicitantes de asilo puede conducir a una suspensión temporal de las decisiones sobre determinadas solicitudes de asilo de ciudadanos sirios, en función de los motivos alegados”, señala.
Como era de esperar, el ministro francés del Interior, Bruno Retailleau, que no cesa de criminalizar a los inmigrantes desde un prisma ideológico y electoral, ha anunciado su intención de poner en “pausa” la acogida de refugiados sirios. El ministerio del Interior francés ha declarado este lunes que “trabaja en la suspensión de las solicitudes de asilo en trámite procedentes de Siria”, tras la caída del régimen de Bashar al Assad este fin de semana, tal y como informó AFP el 9 de diciembre.
“El ministro del Interior en funciones, que gestiona asuntos corrientes, anuncia que gestiona un asunto que ni siquiera es de su competencia cuando está en pleno ejercicio de sus funciones. La Ofpra goza de independencia funcional. ¿Y algunos alaban la competencia de Bruno Retailleau?”, afirma Thibaud Mulier, constitucionalista y profesor de derecho público.
Para todos estos países europeos, la liberación de Siria y de su pueblo parece un regalo del cielo. Ya no se trata de alegrarse por las libertades recuperadas por un pueblo –todavía inciertas–, sino por la idea de poder deshacerse de los refugiados acogidos en el pasado, como si se tratara de un mero stock de mercancías. Todo el mundo parece olvidar que el estatuto de refugiado también puede concederse por motivos distintos de la guerra, como la religión o la orientación sexual.
La ONG Médicos Sin Fronteras considera que se trata de una “instrumentalización de los migrantes con fines políticos” y de un “afán profundamente vergonzoso” de restringir el derecho de asilo. “Apenas dos días después de la caída de Al Assad en Siria, varios países europeos han aprovechado la ocasión para anunciar públicamente que dejaban en suspenso las solicitudes de protección de los sirios bajo el procedimiento de asilo en su territorio”.
¿Cómo hemos podido llegar a esto? En realidad, la voluntad de ciertos países de la UE (y de otros países del mundo) de devolver a los refugiados sirios no es nada nuevo. En los últimos años se ha endurecido la retórica contra ellos, como cuando Dinamarca y Suecia optaron por restringir la protección a la que tenían derecho, al considerar que la ciudad de Damasco, en un país asolado por la guerra y los conflictos, era una zona “segura” para los refugiados.
Para entender mejor lo que esto significa hay que penetrar en las entrañas del sistema europeo de asilo y medir las consecuencias de tales medidas: si una región de un país, o un país en su conjunto, se considera “seguro”, los exiliados de estas zonas pueden ser devueltos, sin violar el principio de no devolución impuesto por la Convención de Ginebra sobre los Refugiados.
En agosto, por ejemplo, Alemania se jactó de haber reanudado las expulsiones de afganos, tres años después del regreso de los talibanes al poder, alegando que representaban una amenaza para la sociedad. También se planteó la cuestión de los sirios.
Esta cuestión de los países seguros se está debatiendo a escala europea
En Francia, en enero de 2023, Amnistía Internacional y Cimade alertaron sobre dos intentos de expulsión de sirios, después de que la prefectura se hubiera puesto en contacto con las autoridades sirias, a pesar del riesgo que corrían si eran deportados. “Nuestras organizaciones piden al gobierno que aclare su posición recordando a las prefecturas las obligaciones internacionales de Francia, que prohíben tajantemente la devolución de una persona a un país donde corre el riesgo de morir, ser torturada o sufrir otros malos tratos”, afirman.
En un informe publicado en 2021, Amnistía Internacional describía la violencia sufrida por los refugiados sirios que regresaban a su país, incluidas detenciones arbitrarias y desapariciones, por no mencionar los casos de tortura. Entre las personas entrevistadas había refugiados que habían buscado refugio en países vecinos como Turquía, Líbano y Jordania, y que habían sido expulsados, a pesar de la noción de país “seguro”.
Esta cuestión de los países seguros, que impide a ciertos Estados expulsar a nacionales de países no seguros, se está debatiendo a nivel europeo. Italia ha luchado denodadamente por sacar a Egipto y Bangladesh de la lista de países “no seguros” para poder expulsar a sus nacionales... Hasta que un tribunal italiano anuló la expulsión de varios exiliados, en virtud de una sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE).
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Al mismo tiempo, la UE no oculta su deseo de expulsar a los exiliados que no tienen derecho a ninguna protección: el Pacto Europeo de Migración aprobado la primavera pasada debería facilitar la tarea a los Estados miembros, y el reciente acuerdo firmado entre Italia y Albania para externalizar las solicitudes de asilo a este tercer país ya ha sido tomado como fuente de inspiración por la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.
Traducción de Miguel López