Dejar X para quedarse en Twitter Cristina García Casado
Trabajadores del mundo, uníos (para trabajar menos)
¿Os han dicho alguna vez que muy de izquierdas, muy de izquierdas, pero bien que os cogéis vacaciones en Semana Santa? Bueno, pues en plena Semana Santa de este año se cumplieron 104 de la instauración de la jornada laboral de ocho horas en España. Fue gracias a la huelga de los trabajadores de La Canadiense, una fábrica de Barcelona, y supuso el reconocimiento de los sindicatos como interlocutores para negociar con las empresas. Así que muy de derechas, muy de derechas, pero bien que trabajas ocho horas al día.
No creo que haya muchos derechos que no hayamos actualizado desde 1919, pero parece una evidencia que este reparto del trabajo se ha quedado tremendamente obsoleto. No creo que el Conde de Romanones pensara que su firma en aquel documento iba a seguir vigente en un mundo en que la inteligencia artificial puede crear un cuadro suyo con las orejas de Mickey Mouse. Pero lo cierto es que ocurre, la realidad es que seguimos limitando el trabajo diario de la misma manera un siglo y pico después, y parece evidente que es profundamente injusto. Más en un mundo en el que el margen de beneficio de los empresarios sigue disparado y en el que los avances en otras esferas del bienestar han sido siderales. Más en una actualidad en la que tantísima gente necesita pastillas para pasar el día a día por culpa de su empleo.
Pero, sobre todo, es que es profundamente injusto que trabajemos tanto. Es posible que al escribir esta columna al volver de vacaciones siga embriagado con el indescriptible placer que supone no trabajar, del profundo disfrute que conlleva disponer de tu tiempo, del irremplazable gozo de vivir despreocupado. Es probable, incluso, que la escriba desde el odio que me provoca regresar a una disciplina en la que no dispongo de mi vida. Pero creo, y lo hago firmemente, que nos merecemos currar menos. Que ya es suficiente. Que hay que pelear por ello.
La realidad es que seguimos limitando el trabajo diario de la misma manera un siglo y pico después, y parece evidente que es profundamente injusto
Creo que soy especialmente beligerante con esto porque no me gusta trabajar absolutamente nada, y pienso que eso sucede porque me parece una suerte de secuestro del que no se puede escapar. Y es independiente de que te guste tu ocupación (a mí me encanta), de que te paguen bien (que en mi caso ocurre) e incluso de que tengas tiempo libre (cada vez me lo monto mejor para que así sea). Trabajar es injusto per se. Tratar de hacerlo lo menos posible es irrenunciable.
Creo que 104 años son suficientes y que es viable acabar con las 40 horas semanales. Que al menos trabajar cuatro días y descansar tres es un objetivo que no está fuera de la realidad. Trabajadores del mundo, uníos. Pero uníos para trabajar menos.
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