El Gobierno de los platos chinos Cristina Monge
Dale a tu cuerpo alegría, Macarena
Ella está poniendo la sal y la pimienta en este arranque de la campaña para las elecciones legislativas del 23 de julio. Ella es, por supuesto, Macarena Olona, Macarena de Salobreña, Macarena de Graná, la Lola Flores de la política ultra. Lo penúltimo es que, como no consigue los avales suficientes para inscribir al partido que ha creado, Caminando Juntos, les ha pedido, vía Twitter, a PSOE, PP, Vox y Podemos que le presten sus estructuras y militantes. O sea, la Faraona en plan: “Si cada español me diera una peseta…”
Unas cuantas noches atrás, Macarena, en el programa de Xabier Fortes en el canal 24H, dijo que su Caminando Juntos es un partido ““transversal y con mucho contenido social”, vamos, lo que Errejón lleva promoviendo desde hace años. Anunció que, de llegar a La Moncloa, plantearía un referéndum para que los españoles tengamos la oportunidad de escoger entre monarquía y república. Añadió que simpatiza con la lucha de Podemos contra los desahucios, porque, una vez, tuvo que albergar en su casa a unos amigos que habían perdido la suya por no poder pagar las letras de la hipoteca. Y confirmó que les subiría los sueldos a sus queridos miembros de los cuerpos y fuerzas de Seguridad del Estado.
David Jiménez, al que cesaron como director de El Mundo por ser demasiado profesional y honesto, le dijo en 24H a Macarena que, en esta su nueva reencarnación, parece Teresa de Calcuta. Ella lo aceptó como un piropo. Y es que Macarena confiesa que últimamente ha tenido epifanías. En el camino de Santiago. En el palacio de Carlos V en La Alhambra.
A mucha distancia de Macarena, eso sí, le sigue estos días en vis cómica Feijóo. Ha puesto a un guaperillas llamado Borja para emitir la chorrada diaria de su campaña. Por ejemplo, que los debates electorales le parecen “excentricidades”. A lo sumo haría uno… y cortito. Nos queda claro que Feijóo, payaso triste de un espectáculo circense, no quiere trabajar demasiado en esta campaña. Se sabe muy poquita cosa y prefiere que le hagan la propaganda Ana Rosa y los demás predicadores derechistas de los medios audiovisuales.
Tras exprimirse el cerebro, Feijóo ha concluido que el dilema del 23J estriba en escoger entre Sánchez y España, y dan ganas de responderle a gritos: “¡A Barrabás! ¡A Barrabás!” Le ha copiado la fórmula a Ayuso, que ganó proponiendo a los madrileños que escogieran entre libertad y comunismo, siendo los bares la libertad y la sanidad pública el comunismo. Quizá las izquierdas debieran copiar estos tremendistas dilemas. El narco de Feijóo o madrecita que me quede como estoy. Las chaladuras de Ayuso o que me atienda un médico si me pongo malo. El pijo de Borja o un tipo que también tenga cerebro. No sé, cosas así.
Como su paisano Rajoy, Feijóo no pretende deslomarse en La Moncloa. Su único programa es derogar el sanchismo. Planea pasarse sus primeros cien días presidenciales firmando desapariciones de ministerios y derogaciones de leyes. Puedo imaginarlo en su despacho, a la hora del aperitivo, contemplando con inmensa fatiga a Cuca, que no para de traerle cartapacios para su rúbrica. “¿Más, Cuca? Me duele la muñeca”. “Sí, presidente, es que los rojos legislaron mucho”.
Como su paisano Rajoy, Feijóo no pretende deslomarse en La Moncloa. Su único programa es derogar el sanchismo. Planea pasarse sus primeros cien días presidenciales firmando desapariciones de ministerios y derogaciones de leyes
Es curioso: al lado del PP, Vox hasta parece cartesiano. Apoyaremos Feijóo y los suyos si estos se comprometen a promover buena parte de nuestro programa, dicen. Suena lógico, siempre y cuando se acepte como premisa que semejante programa es mínimamente racional. Lo malo es que no lo es. Es un puñetero disparate terraplanista que describe una España arruinada y gobernada por rojos, maricones, etarras, gitanos, moros, okupas y demás gente de mal vivir. Lo de Vox es como si usted le dijera a su médico: “Doctor, deme una buena dosis de radioterapia que me duele el tobillo”. Y este le respondiera: “Pero si sólo tiene una torcedura”.
Lo de las sectas a la izquierda del PSOE también es risible… si no fuera trágico para unos tres o cuatro millones de sus potenciales votantes. Todos los días ponen tuits pidiendo “unidad”, para acto seguido meterles el dedo en el ojo a sus antiguos camaradas y ahora potenciales aliados. Fulminan los personalismos como el mayor de los males, a la par que reivindican para sí buenos puestos en las listas electorales. Debaten si la presencia en las candidaturas de tales o cuales personas suma o, más bien, resta. Y las personas aludidas ni tan quiera se preguntan cómo pudieran cagarla tanto para terminar siendo tan conflictivas. Ya se sabe, lo de la autocrítica es una imperdonable debilidad burguesa.
En el momento en que escribo aún no hay acuerdo para la integración de Podemos en el proyecto Sumar. Quizá ya exista cuando usted me lea. Pero incluso así me temo que el espectáculo de los últimos días, semanas y meses será difícil de olvidar de aquí al 23J. Es de los que decepcionan y desaniman, de los que impulsan a la abstención o, en todo caso, el voto útil.
Entretanto, tomémonos a nuestra Macarena como la gran broma del 23J. Lo digo con cariño, que conste. Y desde la mismísima Salobreña. ¡Este espeto va por ti, Maca!
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