Reforma fiscal y el virtuosismo parlamentario Pilar Velasco
El capitán Fortes
La palabra democracia, además de un contenido amplio, tiene su pasado, su presente y su futuro. Merece la pena leer el libro En la piel de los héroes. Una conspiración democrática en el ejército franquista (Tusquets, 2024) de Xosé Fortes, uno de los fundadores de la Unión Militar Democrática (UMD). Bueno es recordar que, junto al activismo antifranquista de los movimientos sindicales y estudiantiles, promovidos en su mayor parte por la lucha clandestina del Partido Comunista de España, surgieron también dinámicas de conciencia democrática en el interior de los dos pilares de la dictadura: la Iglesia y el Ejército. Se trató de síntomas muy importantes para todos los luchadores por la libertad. Bueno es conocer y reconocer en la lectura de este libro el sacrificio de Xosé Fortes y sus compañeros, sacrificio personal y familiar, cuando asumieron el papel de una lucha heroica dentro del ejército para defender unos valores propios de cualquier persona normal. Hay momentos en los que defender el derecho a ser una persona común te convierte en un héroe.
Los juicios, las cárceles, las expulsiones sufridas por los oficiales de la UMD demuestran que la democracia española no nació con la muerte de Franco. Pasa lo mismo cuando se recuerdan las muy numerosas huelgas y manifestaciones convocadas en 1976 contra las costumbres laborales y sociales de la dictadura. Hubo que demostrar a los herederos del poder franquista que era inviable sin democracia una España integrada económicamente en Europa.
Además de los muchos datos interesantes de aquel episodio, la lectura del libro me ha invitado a pensar en algunas cuestiones. Cuestiones del pasado que sirven para meditar sobre el presente y el futuro de nuestra democracia.
1.- La disciplina y el patriotismo no suponen una obediencia ciega. Un patriota es el que trabaja al servicio del bien común de su patria. Obedecer a un general o a un líder cuando, por un deseo particular de poder, se dañan los intereses colectivos de su país es una mala manera de confundir el amor verdadero a una patria.
2.- También es muy peligroso confundir el sentido de la realidad, desconociendo las dinámicas que separan o unen la España oficial y la España real. Ya advirtieron de este asunto los intelectuales de la generación del 98. La España real de 1975 tenía poco que ver con la España oficial que heredaron el rey Juan Carlos y los generales franquistas. Todos los sectores de la militancia democrática, desde el entierro del dictador hasta el fracaso del golpe de Estado del 23 F, consiguieron impedir la tentación de bloqueo que tuvo la España oficial cuando Adolfo Suárez empezó a demostrar que en una democracia el poder real descansa en la soberanía popular y no en una instancia superior.
Es triste que una parte de la prensa española, aliada con las grandes fortunas que sueñan una España oficial más propicia a los intereses selváticos del neoliberalismo, trabaje para deteriorar la España real
3.- Por eso resulta necesario advertir la peligrosa operación de los que quieren deteriorar los valores de una España real para adecuarla a los intereses sectarios de su pretendida España oficial. Cuando no consiguen el apoyo de un país real, intentan corromper la ética de ese país con bulos y discursos de odio. Que la presidenta de Madrid quiera defender a las grandes fortunas entra en la lógica de su ideología política neoliberal: respeta más a un rico que a un paciente de la sanidad pública. Pero que se atreva a acusar a los migrantes “descontrolados” del precio de las viviendas en Madrid es propio de un proyecto instruido para justificar cualquier fanatismo de carácter supremacista y autoritario. Es triste que una parte de la prensa española, aliada con las grandes fortunas que sueñan una España oficial más propicia a los intereses selváticos del neoliberalismo, trabaje para deteriorar la España real, la España que sigue creyendo en los valores de la fraternidad y la justicia social.
4.- Conviene mucho reconocer las situaciones en las que la unidad resulta imprescindible ante las diferencias de matiz. La defensa de la democracia invita, hoy también, a responder con eficacia a las fuerzas hostiles más que a ganar protagonismos individuales.
Los recuerdos del capitán Fortes son un ejemplo constante de verdadero patriotismo democrático. El general Gutiérrez Mellado pudo indultar a los condenados de la UMD para facilitar su vuelta al ejército. Pero el poder militar franquista esperaba motivos oportunos para su golpe de Estado contra Adolfo Suárez. Da una lección de democracia Xosé Fortes en sus memorias al valorar que Gutiérrez Mellado tuvo que decidir entre una reincorporación al ejército de los militares de la UMD y la comprometida libertad de España. Según Fortes, hizo bien Gutiérrez Mellado en sentarse en la sala de espera y elegir lo más conveniente para la frágil democracia española.
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