Hipocresía a 44 céntimos la bala Luis Arroyo

“México en la esperanza” fue el hermoso poema que escribió Pedro Garfias a bordo del Sinaia, frente a un exilio que, sin él saberlo, duraría toda la vida. En México, hoy esa hospitalidad con el exilio cumple tres generaciones de españoles republicanos que salvaron su vida gracias a la generosidad del pueblo mexicano y de su presidente, el general Lázaro Cárdenas, acogiendo a 30.000 asilados políticos. Un país de acogida que dejaba también atrás, sanando heridas emocionales, la idea del español de Hernán Cortes con Montezuma, la Malinche y la historia de su trono usurpado, o la lucha intelectual sufrida por sor Juana Inés de la Cruz, para convertir la bandera tricolor en un símbolo de convivencia con la virgen de Guadalupe.
Cuando se homenajea la bandera republicana en México, que es a menudo, posee historia, honor y dignidad, e incluso legalidad, puesto que es la bandera que fue la española, que surge de un resultado electoral
En datos oficiales del Ministerio de Asuntos Exteriores español, se calcula que desde la Ley de Memoria Histórica del año 2007, promulgada por el presidente Zapatero, a hoy, se han aprobado 704.878 expedientes de adquisición de la nacionalidad española, de los cuales 88.433 se formalizan en oficinas consulares en México. Y según resultados del portal EM-electomania.es, si se celebrara una consulta sobre la Jefatura del Estado, el resultado sería 51,9% república, 42,4% monarquía y 5,7% NS/NC.
¿Qué es el exilio? La patria perdida, quizás. La patria nace en España como algo progresista ante las Cortes de Cádiz y la revolución española, y como consecuencia del absolutismo del monarca Fernando VII de Borbón se produce el primer exilio de españoles liberales, quienes viajan abandonando su patria, para salvar su vida, a la recién independizada tierra de México, que también les acogerá en 1823.
Este abril he vivido lo que en España se conoce como la fiesta del colegio, pero en el Instituto Luis Vives A.C., Colegio Español de México, fundado en 1939, cuyo proyecto educativo se basó en la Institución Libre de Enseñanza. Ese día, los alumnos realizan un saludo a la bandera, de bandera de México a bandera republicana, ambas con legalidad, explican el 14 de abril, cantan una versión del Himno de Riego compuesta por Marcial Rodríguez, maestro del exilio, condenan el franquismo, recitando además el poema de Machado El crimen fue en Granada. La actual directora Mariel Cayuela Gally, bisnieta de Lluís Companys, y su hermana Monse, también profesora del centro, como lo fue su madre María Luisa Gally Companys, así como el resto del profesorado, fomentan los valores republicanos en el exilio, una actividad completamente impensable en España.
En esas décadas en las que el gobierno mexicano jamás reconoció a la dictadura franquista, en las escuelas españolas se cantaba el Cara al sol, y los niños acudían a misa, eso mismo, como explica la profesora del CIALC-UNAM, la dra. Eva Leticia Orduña, ante la Corte Iberoamericana de Derechos Humanos, habría supuesto “el daño al proyecto de vida”, cuyo contenido se puede promulgar, pero es el “antiderecho”.
El Vives es una escuela completamente humanista, que explica el ciclo de la vida con bandera republicana en clase, y la figura de Luis Vives, y esos alumnos con 14 años superan el examen B2 first, es decir, oficialmente son bilingües, y preparan egresar en la Universidad Nacional Autónoma de México, en cuyo campus estudian 450.000 alumnos, siendo la universidad más grande de México, que albergó las olimpiadas en 1968 y cuenta con su equipo de fútbol conocido como los Pumas, en el que jugó y entrenó Hugo Sánchez.
En el Ateneo Español de México, cada 14 de abril se celebra una comida con menú español, este año paella y vino manchego, en la que se recitan poemas, suena Serrat con sus versos de Machado, se escuchan cánticos como Ay Carmela, o el Himno de Riego y se cierra la jornada al grito de “gracias, gracias, gracias”, dirigido al general Lázaro Cárdenas, tras un sorteo de libros de autores relacionados con el exilio español.
El presidente del Ateneo, Juan Luis Bonilla Rius, nieto de Luis Rius Zunón, gobernador civil en la República en Soria, saluda a los invitados y recibe un ejemplar original de poemas de León Felipe. No es casualidad que el presidente Azaña fuera enterrado con una bandera de México, gracias al embajador Luis I. Rodríguez, nacionalizando de forma inmediata a Manuel Azaña, ante la amenaza de ser inhumado en el cimetiére de Montauban (Francia) con la bandera franquista, y dejando esta reflexión para la historia: “Está bien, lo cubrirá la bandera de México; para nosotros será un privilegio; para los republicanos, una esperanza; y para ustedes, una dolorosa lección”. La idea de Franco era ejecutar a Lluís Companys en Cataluña y a Azaña en Madrid, la segunda parte fue fallida, gracias a que, como explica el nieto del embajador Luis Genero Vásquez, director general de asuntos jurídicos del Senado de México, el propio embajador encañonó a Pedro Urraca con una pistola 38 escuadra y el capitán que les acompañaba, con otra pistola calibre 45, lo que supuso que Urraca se retirara y lo que permitió que Azaña pudiera entrar en el hotel du Midi de Montauban, declarado sede de la embajada de México para la ocasión.
Sin duda, el acogimiento político, el asilo, les salvó la vida a todos ellos, y el recuerdo en el Ateneo suaviza la distancia. Si bien es cierto y hay tantos exilios como exiliados, se produce una transformación en el pensamiento de los republicanos exiliados del ´39, que parte de recuperar la Segunda República y progresa hasta instaurar la democracia, y gracias a esa evolución, que muchas veces olvidamos que viene desde fuera de las fronteras españolas, especialmente de México y del sur de Francia, hoy tenemos democracia en España, nos une que todos somos demócratas, ellos lo supieron. Por tanto, admiración a quienes desde el exilio nunca perdieron su acento y ojalá algún día borremos la palabra “refugiados” del diccionario. Lo dijimos en el ‘39, y lo repetimos hoy: “¡Gloria a México! La España antifascista te saluda”, y como dijeron aquellos menores, “Los niños españoles saludan al noble pueblo mexicano”.
En este viaje, he conocido mucho de España en Ciudad de México, he conocido la generosidad y calidad humana de la Junta directiva del Ateneo, especialmente en las personas de Cristina Ruiz Escobido o de José Alonso Fernández de Castro, descendientes de exiliados que cumplen con el legado de sus padres, abuelos, en combinación con la hospitalidad del pueblo mexicano de “mi casa es tu casa”; he podido conversar con maestras republicanas como Fina Tomé, quien se deshace en elogios al presidente Zapatero, por todo, no es casual que el 10 % de la adquisición de nacionalidad por memoria provenga de consulados de los Estados Unidos Mexicanos, que están en Norteamérica, y cuyo litoral atlántico se llama Golfo de México, y no de otra manera.
Cuando se homenajea la bandera republicana en México, que es a menudo, posee historia, honor y dignidad, e incluso legalidad, puesto que es la bandera que fue la española, que surge de un resultado electoral. Retirar la bandera republicana en México es un certificado de incapacidad de quien lo pretenda.
No sé qué habría sido de nosotros sin ustedes. Gracias por cuidar tanto, y con tanto cariño, de la bandera republicana.
Sin duda, el morado les pertenece a ustedes.
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Eduardo Ranz es abogado y doctor.
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