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Musk, Grillo, Meloni, Milei (y Netanyahu) neofuturistas: los nuevos populistas

Gorka Larrabeiti

Martes 3 de diciembre de 2024. Desde un coche fúnebre y con el Himno de la Alegría de fondo, Beppe Grillo, cómico cofundador del Movimiento 5 Estrellas, sentencia con gesto amargo, severo y en absoluto gracioso: “El Movimiento está muerto, requetemuerto”. Según él, la actual dirigencia del M5E ha traicionado los valores “sagrados” del movimiento, convirtiéndolo en “un partidito progresista, que hace jugaditas que no hacía ni siquiera la Democracia Cristiana hace 20 años”. Pese a estar muerto, dice el ex cómico, el M5E genera compost, un humus vivo, de modo que cabe seguir adelante con un discurso de futuro: “Hoy no hay futuro porque no se entiende el presente. De hecho todos los partidos han retrocedido 20 años. Hablan de fascismo, antifascismo, de revoluciones y antirrevoluciones. Hablan del pasado para comprender el presente […] Tengo una idea que ya os revelaré”.

Más allá de la tesitura política inmediata que los provoca (una batalla intestina que terminará probablemente en una escisión del M5E), los textos de Grillo merecen siempre mucha atención por su olfato histórico. Un hombre que revolucionó en la primera década del milenio la propaganda política rehusando conceder entrevistas a los medios tradicionales nacionales e imponiendo su blog como único medio; aquel hombre que en el Tsunami Tour (2013) afirmaba “El tiempo de las ideologías ha terminado. El Movimiento 5 Estrellas no es fascista, no es de derechas, ni de izquierdas […] El M5E se ha aliado y se aliará con movimientos cuyos objetivos comparta […] Las puertas a los partidos, incluidos los remozados, están cerradas, atrancadas para siempre”, ese mismísimo hombre, digo, ha publicado recientemente en su blog un texto de un cierto Isaac J.P. Barrow, misterioso profesor de Sociología, del que no se tiene noticia en Google Scholar ni en JTSP, en el que se equipara a Grillo con –tachán, tachán– Elon Musk. ¿Y qué tendrían en común Grillo y Elon? Cito al recóndito profesor Barrow: “la convicción de que el progreso no puede dejar atrás a nadie. Desde la Renta Universal a la lucha contra la desinformación (sic), desde la innovación tecnológica a la justicia social (sic), desde la robótica a la movilidad sostenible […] Ambos dicen a los jóvenes: la vieja política ha muerto […] La política de Musk y Grillo es una política de soluciones concretas, innovadoras y audaces. Que ve de aquí a 2050 y más allá. Es una política que puede parecer futurista, incluso exagerada, pero que parte de un punto bien sencillo: el futuro está en vuestras manos”.

Juventud, innovación, audacia, ruptura con el pasado. Cirisiamo. En 2024, centenario del libro Futurismo e fascismo que F. T. Marinetti dedica “A mi querido gran amigo Benito Mussolini”, acaba de inaugurarse en la GNAM de Roma entre mil polémicas el evento cultural estrella del gobierno Meloni: la exposición Il tiempo del futurismo. “Fueron innovadores, igual que nosotros”, glosó Alessandro Giuli, actual ministro de Cultura. En efecto, los futuristas, “místicos de la acción”, vieron en la llegada del fascismo la realización mínima de su programa: Patria, religión de la velocidad, desprecio de la mujer, glorificación de la guerra, fascinación por el Genio y la Inteligencia, fuerte optimismo, odio visceral a la política, al parlamentarismo y, cómo no, al comunismo, “exasperación del cáncer burocrático que siempre ha corroído la humanidad”.

Este es el cuadro: Beppe Grillo haciéndole guiños a Musk, Giorgia Meloni directamente flirteando. Ahora bien, una cosa es tontear y otra enamorarse perdidamente. Para flechazos, el de Javier Milei y Elon Musk

Este es el cuadro: Beppe Grillo haciéndole guiños a Musk, Giorgia Meloni directamente flirteando. Ahora bien, una cosa es tontear y otra enamorarse perdidamente. Para flechazos, el de Javier Milei y Elon Musk, pasión que raya en lo pornográfico. La compañía Starlink de Musk opera desde hace meses en Argentina. Milei visita en abril la sede en Texas de Tesla y Elon tuitea “Hacia un futuro apasionante y estimulante”, tuit que apesta a litio. Milei se reúne otra vez con Musk en setiembre para hablar “del RIGI (Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones), las implicancias de la Ley Bases, el proceso de desregulación”. Milei lo vuelve a ver al cabo de tres semanas y lo invita a invertir en la “Roma del 21º siglo”, “nueva Meca de Occidente”. Tras la victoria electoral de Trump, Milei pronuncia un discurso de felicitación en Mar-a-Lago en el que da rienda suelta a su inimitable genio político creador:

Los Estados Unidos liderando en el norte. La Argentina en el sur. Italia en la vieja Europa, e Israel, el centinela en la frontera de Oriente Medio. Porque solo con la fuerza de las naciones libres puede haber una esperanza global de paz y prosperidad.

Esta es la agenda internacional que tiene hoy la Argentina. una agenda de libertad, de progreso, de restauración del gran legado occidental. Porque necesitamos reencontrarnos con las verdades de nuestro pasado, para poder liderar hacia el futuro.

¿Neofuturista también Israel? Si hay un país que está haciendo de la Guerra – cito a Marinetti – la “síntesis culminante y perfecta del progreso”, ese es el Israel de Netanyahu. Un gobierno marcado por las doctrinas kahanistas. Meir Kahan había bebido mucho, tal vez sin ser consciente de ello, del manantial futurista: “El sionismo acelera la venida del Mesías”; “Habrá una guerra perpetua [contra los árabes]”. Velocidad y guerra, “única higiene del mundo”. El futurismo de este Israel es particularmente épico por estar escrito, ser bíblico. Cosa eterna. “La antorcha de Israel brillará por siempre”, afirmó recientemente Netanyahu en su insultante discurso en Naciones Unidas.

¿Y España? Pues de momento parece que se libra de los amoríos por las máquinas y las disciplinas metálicas. Oyendo a Mayor Oreja, se diría que lo nuestro es más el puro Medioevo.

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Gorka Larrabeiti es profesor de español residente en Roma.

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