El abecé del machismo mediático: sexualización, culpabilización y linchamiento público
Eva provocó que en el mundo existiese el pecado. Helena desató la guerra de Troya. Yoko Ono fue la culpable de que Los Beatles se separaran. Maribel de que Carlos Mazón desapareciera durante horas mientras la dana asolaba Valencia. Y Loreto de que Íñigo Errejón le tocase el culo a una chica en un festival.
El machismo mediático se cimenta en el relato de que, ante la duda, ellas siempre tienen la culpa. Un modus operandi que las somete a una vara de medir mucho más exigente y que acaba con la sexualización y el linchamiento público. Muchas mujeres con cargos públicos, especialmente periodistas y políticas, siguen sufriendo a diario este tipo de acoso en redes sociales.
A: La sexualización
Maribel Vilaplana, la periodista con la que Mazón compartió almuerzo el día de la dana, ha sido víctima estas últimas semanas de una misoginia feroz. Tras conocerse su nombre, se convirtió en la culpable de que el presidente no hubiese estado en su lugar de trabajo siguiendo la evolución de la catástrofe. Y se desató una ola de insinuaciones sexuales y especulaciones sobre su relación con él. ¿Habría pasado lo mismo si hubiese comido con un señor trajeado?
Generalmente, los ataques a los hombres suelen centrarse en humillaciones genéricas o ideológicas, mientras que en las mujeres la violencia es más personal y sexual. A diario, trolls anónimos y actores políticos acosan a mujeres con insultos sobre su físico y también con amenazas sexuales. Según un informe de la Unesco sobre la violencia que se ejerce contra las periodistas, el 73% han sufrido situaciones de este tipo en el desarrollo de su carrera.
B: La culpabilización
La campaña de machismo mediático contra Maribel Vilaplana comparte algunos puntos en común con la que está sufriendo Loreto Arenillas, la exjefa de Gabinete de Íñigo Errejón. Arenillas fue señalada en redes sociales por encubrir presuntamente al político en una situación de acoso en un festival de Castellón. Y aunque el partido era conocedor de este suceso, la están presionando para que entregue su acta como diputada de Más Madrid, sin investigación, expediente o alegación. ¿La habrían linchado tanto públicamente, acusándola además de mala feminista, si hubiese sido un hombre?
Errejón y la culpa de las mujeres
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Arenillas ha asegurado que se siente un “chivo expiatorio” y víctima de “un abuso de autoridad” por parte de su propio partido. ¿Por qué si tan mal actuó aquella madrugada nadie abrió una investigación en el partido? ¿Por qué aunque informó a cargos superiores no se cuestionó el comportamiento de Errejón? De momento, sigue siendo la única responsable política del comportamiento de su excompañero. Y la única que está pagando por ello.
C: El linchamiento público
“Leyendas como las de Medea han configurado nuestra forma de percibir a las mujeres que ostentan un cargo público. Se las dibuja como personas malas, ambiciosas o brujas. A partir de ese mito se han desarrollado infinidad de apodos y atributos negativos para ellas: mandona, mal follá, mala tía, etc”, explica la politóloga Verónica Fumanal. Mientras, por ejemplo, la ambición sigue siendo una virtud en el liderazgo masculino. De nuevo, una doble vara de medir.
En un contexto en el que la ultraderecha está normalizando el discurso de odio y desprecio hacia las mujeres, los nombres de Loreto Arenillas y Maribel Vilaplana estarán unidos para siempre, quieran o no, a los de Carlos Mazón e Íñigo Errejón. De momento, son ellas las que están sufriendo las consecuencias de una presión mediática que está desviando el foco de las preguntas importantes. ¿Por qué Más Madrid no investigó a Errejón tras lo sucedido en Castellón? ¿Y por qué Mazón sigue sin dimitir?