Ecologismo
Greenpeace reclama a la UE la prohibición de plaguicidas químicos para detener la muerte de abejas
Sin la labor de los insectos como polinizadores, la productividad de las cosechas descendería hasta un 75%. Cerca de “un tercio de los cultivos que consumimos tendrían que ser polinizados por otros medios”, así lo asegura un informe realizado por Greenpeace para proteger a las abejas. Desde la organización medioambiental alertan del descenso de las colonias de abejas, principales polinizadores, y reclaman a la Unión Europea la prohibición de plaguicidas e insecticidas que ponen en peligro la vida de estos indispensables insectos.
La agricultura industrial tiene un impacto directo en las abejas. Los plaguicidas químicos tóxicos utilizados en la agricultura “tienen efectos letales sobre las abejas –explica el estudio–, estas sustancias químicas pueden provocar el envenenamiento agudo y crónico, tanto individualmente como en colonias enteras”. Pero el uso de insecticidas no es la única amenaza para la subsistencia de estos insectos, el cambio climático y los paisajes monocultivos también los debilitan.
Greenpeace insta a la UE, así como a sus 28 estados miembros, a poner en marcha planes integrales para salvaguardar la vida de las abejas. El fomento de la agricultura ecológica y la reducción de sustancias químicas en las cosechas son dos de las propuestas de la organización. Desde la ONG, recuerdan que la importancia de las abejas no descansa únicamente en el plano ecológico: el valor económico de la labor de polinización de las abejas sólo para la agricultura, podría estar en torno a los 265 mil millones de euros anuales en todo el mundo. “Por tanto––recalcan–, también desde un punto de vista puramente económico es rentable proteger a las abejas”.
El estudio presentado por Greenpeace se hace eco de un reciente análisis de la Unión Europea donde se aborda la mortandad invernal de las abejas. En España la mortandad invernal de abejas, sin tener en cuenta los insecticidas, es del 9,5%, un dato por debajo de lo que estima el sector apícola, y que coincide con la cifra indicada en 2013 por Greenpeace, que sitúa esta tasa entre el 20 y el 40%. "Desde 1998, distintos apicultores en Europa han informado de debilidad y mortalidad inusuales en las colonias, en particular, en Francia, Bélgica, Suiza, Alemania, Reino Unido, Países Bajos, Italia y España. La mortalidad ha sido enormemente alta cuando la actividad se reanuda al final del invierno y el principio de la primavera.”, señala el informe anual de la ONU sobre sostenibilidad y medioambiente (UNEP 2010).
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Desde la organización ecologistas apuntan que "la mortandad estival es mucho más grave, ya que se da en el momento en que las abejas tienen que estar en su máximo apogeo". Además, advierten de la mortandad del 46% de los polinizadores y abejorros, que están en declive o en peligro de extinción. Teniendo en cuenta que "las abejas y otros insectos polinizadores tienen un papel esencial en los ecosistemas: cerca del 90% de las plantas silvestres y un tercio de los alimentos que consumimos depende de la polinización", resulta indispensable tomar medidas para evitar su mortandad, subrayan desde Greenpeace. Tan sólo en Europa, más de 4.000 cultivos dependen de su labor polinizadora, y sin embargo, "las abejas están desapareciendo", recalcan.
Bajo el lema 'Salvemos a las abejas #SOSabejas', la ONG ha emprendido una campaña para eliminar de la agricultura los plaguicidas tóxicos que amenazan a las abejas. La organización exige a la UE la prohibición de los productos tóxicos más dañinos –imidacloprid, clotianidina, tiametoxam, fipronil, clorpirifos, deltametrin y cipermetrin–. Además, invitan a sus estados miembros a adoptar políticas de acción que aseguren la supervivencia de las abejas, así como el fomento de la agricultura ecológica.
"Se requiere acción inmediata para proteger un servicio ecológico esencial como es la polinización. Las evidencias señaladas en este informe de la existencia de herramientas para proteger a los polinizadores deberían incluirse en las políticas agrícolas como medio de fomentar las prácticas que protejan a las abejas", concluye el estudio.