Igualdad
Rocío Carrasco lleva un nuevo #MeToo a la sala de estar: "Cualquiera puede sentirse identificada en su historia de violencia"
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Rocío Carrasco se puso frente a las cámaras y habló. A veces entre sollozos, pero con la determinación precisa para contar su verdad. Poco podía intuir entonces, hace más de dos meses, que la luz fría de los focos abriría paso a la calidez de millones de personas que no sólo escucharían aquel relato, sino que lo harían suyo. La hija de Rocío Jurado iniciaba sin saberlo una suerte de #MeToo popular que no echa raíces solamente entre las élites culturales, sino también en los hogares de las mujeres que conviven con la violencia más sutil. Aquel tsunami se materializó enseguida en cifras: el teléfono contra la violencia de género, el 016, experimentó una subida inmediata tras la primera emisión de Rocío, contar la verdad para seguir viva, una tendencia que se mantuvo ese mes.
Este miércoles, durante el último programa de la docuserie, la protagonista visitó el plató de Telecinco. Y dio las gracias a todas las mujeres anónimas escondidas tras la pantalla: "Estoy muy orgullosa de las mujeres de mi país, las valientes son ellas". Muchas dieron el paso de verbalizar su historia en las redes sociales.
La periodista Ana Bernal Triviño percibe similitudes entre la reacción feminista ante el testimonio de Rocío Carrasco y el #MeToo que cogió impulso en 2017. "Es muy parecido, en los dos casos se expone cómo romper el silencio y verbalizar las situaciones de violencia", afirma la también escritora a preguntas de infoLibre. "En aquel caso concreto se hablaba del acoso laboral, aquí hablamos de las relaciones de pareja y expareja, hay otros elementos que los diferencian pero hay similitudes en cuanto a ese momento de catarsis", que cristaliza en el hecho mismo de "compartir testimonios, experiencias, sentirse identificadas" y, en consecuencia, abrazar la conclusión de que "ya no se va a callar nadie".
En su paso por el programa, Rocío Carrasco reconocía este miércoles sentirse "escuchada y creída", lo que para ella supone "el principio de algo muy importante: una nueva vida sin miedo". Y en el programa anterior lanzaba un mensaje claro a las mujeres: "Que no hagan lo mismo que yo. Que lo digan desde el minuto cero, que no están solas". Entre quienes escuchaban, estaba Marieta. Es psicóloga, forma parte de la Asociación de Mujeres Víctimas de Violencia Vicaria y fue compañera de colegio de la propia Rocío Carrasco. Visiblemente emocionada, con la voz quebrada y las lágrimas pidiendo paso, la mujer se sinceró ante las cámaras. "Has abierto el armario más oscuro, más doloroso, el armario de la vergüenza y de los sentimientos de culpa", afirmaba la psicóloga y recalcaba que el documental, cuya segunda temporada se emitirá este otoño, "ha hecho el trabajo que tenían que haber hecho las administraciones públicas" porque ha supuesto "la mejor campaña contra la violencia vicaria".
La respuesta de las víctimas dejó su huella en las estadísticas del Ministerio de Igualdad, pero también se dejó ver en la consulta de Bárbara Zorrilla. La psicóloga, especialista en violencia de género, participó en el primer programa del documental y después de aquella emisión recibió más de un centenar de mensajes. "He hablado de Rocío Carrasco en consulta, por las nuevas pacientes que han llegado pero también porque mis pacientes se vieron tremendamente representadas, muchas han revivido su propia experiencia", dice la experta.
El eco del #MeToo es claro para ella. Y las razones son obvias: se trata de una corriente que, en esencia, ha logrado "despatologizar y no culpabilizar" a las mujeres. El mensaje que se trasladó a través de la pequeña pantalla decía que, si algo así le ha pasado a Rocío Carrasco, le puede pasar a cualquiera. No es de extrañar que las mujeres fueran algo más que meras espectadoras: "Es un relato típico, una historia de violencia en la que cualquiera se puede sentir identificada".
Con ello, se reproducen unas dinámicas similares a la terapia grupal, "muy recomendada en violencia de género", explica la psicóloga, y que consiste en que las mujeres "se miren en el espejo y se reconozcan como víctimas". Rocío Carrasco ha sido ese espejo. Un espejo, además, cercano por el perfil de la protagonista. Al contrario que con el #MeToo, ya no se trata de actrices estadounidenses o artistas internacionales. "A Rocío Carrasco la ha visto crecer España entera", contrapone Zorrilla.
Araceli Rabasco sólo le pone una pega a la docuserie: el horario de emisión. "Me quedaba a verla hasta el final y al día siguiente tenía que levantarme temprano", reprocha con sorna. Al otro lado del teléfono, admite su escepticismo inicial. Que si el formato, el espectáculo, el circo mediático, el dinero que habría recibido la protagonista. Todo eso se esfumó en cuanto empezó a ver los programas y desde ese momento no se perdió ni uno. Rabasco se reconoció a sí misma en la voz temblorosa de Rocío Carrasco y a su círculo más íntimo en algunas de las experiencias que narraba. Ella es víctima de violencia machista, actualmente miembro de la Fundación Ana Bella. Rompió con la violencia y se alejó de su maltratador cuando su hija tenía tres años. Está convencida de que por eso, por haber dicho basta en ese momento, el agresor no tuvo tiempo de ejercer violencia vicaria contra ella y su niña.
"Tengo muchas conocidas que han perdido la guarda y custodia de sus hijos, yo he visto que lo que le pasó a Rocío Carrasco le pasó a una amiga mía íntima. Yo sufrí violencia de género, pero dejé al padre de mi hija cuando tenía tres años, no le dio tiempo a usar la violencia vicaria", expone la superviviente en entrevista con este diario. A Rocío Carrasco dice creerla "al cien por cien" y afirma haber vivido intensamente cada capítulo, "reconociendo muchas cosas". Por eso cree con firmeza en que su historia debe difundirse a través de todos los medios posibles. Rabasco defiende que "cualquier mujer use cualquier medio para poder difundir algo tan duro como la violencia de género en todas sus formas".
Y tiene claro que, precisamente por haber elegido un canal de masas, tantas mujeres han abierto los ojos. "Muchas no lo habrían hecho de otra manera", asevera y recuerda con ironía que "Telecinco no lo ve nadie, pero tiene la mejor audiencia". Pero no es una cuestión de share, reflexiona la superviviente, sino de conciencia: "Esto no le ha venido bien a la productora, le ha venido bien a muchas mujeres".
¿Tú eres feminista?
La pregunta la pronunció Carlota Corredera, conductora del espacio televisivo. "¿Tú eres feminista?", lanzaba la presentadora, poco después de que Rocío Carrasco llegara a plató este miércoles. "Pues me estoy dando cuenta de que sí", pronunciaba ella tras un breve silencio y con una sonrisa cómplice. "Soy neófita por completo, pero me muero por aprender y por saber, por poner en práctica, y si puedo aportar más granitos de arena, hacerlo".
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Revalorizar el feminismo es el otro gran mérito de la docuserie. No se trata sólo de poner nombre a la violencia, especialmente la más sutil, sino de reivindicar el feminismo como única cura posible. "Me han llegado mensajes de mujeres que estaban muy lejos del feminismo", reconoce Ana Bernal Triviño. Mujeres que no se identificaban como feministas y que no escondían incluso un rechazo visceral al movimiento. "Hay un uso partidista del feminismo por parte de algunas formaciones, especialmente la ultraderecha", que ahonda en una "visión estereotipada" precisamente con el único fin de sembrar el rechazo social. "En esa dinámica, el hecho de que Rocío Carrasco verbalice que lo es, puede ayudar a que otras mujeres digan que lo son", completa la periodista.
Coincide Zorrilla. "Todavía hay una parte muy importante de la población que no entiende el feminismo como una doctrina de igualdad, piensa que tiene que ver con corrientes ideológicas en lugar de entenderlo como una cuestión de derechos humanos".
La aseveración de Rocío Carrasco rompe con ese rechazo infundado. "Muchas mujeres incluso tienen actitudes feministas, pero no se reconocen como tal", recalca Bernal Triviño. El paso de Rocío Carrasco sirve para marcar distancia respecto a ese "concepto denostado" de feminismo y abrazarlo como aliado. El mensaje es claro: "Nuestras vidas sólo pueden tener una solución a través del feminismo". Araceli Rabasco lo identifica con una suerte de despertar: "En el fondo considero que toda la sociedad es machista, pero algunas estamos despertando". A su entender, nadie se "vuelve feminista de la noche a la mañana", pero a medida que "vas creciendo te vas dando cuenta de tus propios errores". La propia Rocío Carrasco, se atreve a intuir la interlocutora, "ha empezado a ser consciente". Y con ella otras muchas mujeres.