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1991: España se estanca antes del 'boom' del ladrillo

Portada de 'El País' del 9 de agosto de 1991.

El 9 de agosto de 1991, las cabeceras más influyentes de España −a excepción de ABC− destacaban los resultados del informe del Banco de España para la economía del país. "Atonía, débil crecimiento, fase baja del ciclo económico". Eran algunos de los calificativos que incluía el documento oficial, y que pronosticaban un futuro inmediato gris e incierto para la población española. Acababa de finalizar la Guerra del Golfo y, si bien las tensiones petroleras todavía latían de fondo, el manto de la recesión tardó un par de años en cubrir España, pues el país andaba preparando la Exposición Universal de Sevilla y los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992. Sería la última gran recesión antes del boom del ladrillo de los dos miles. Algunas portadas también recogían el sangriento asesinato en París de Shapur Bajtiar, el último primer ministro del sah de Irán, junto a su jefe de Gabinete. Este verano, infoLibre repasa la historia española reciente a partir de las portadas de los principales periódicos de la época, un espejo de los temas que llenaban el debate público en las vacaciones de entre 1978 y 2002.

 

De un año para otro, el PIB de España se había encogido un 1,3%: del 3,8% en 1990 al 2,5% en 1991. A partir del 9 de agosto, los periódicos empezaron a incluir la evolución macroeconómica en sus agendas informativas. No era para menos: Carlos Solchaga, ministro de Economía socialista, había pronosticado que en 1991 el PIB escalaría un 3%. Con los datos recién publicados por el Banco de España (BE), empezaba a resultar cada vez más improbable alcanzar esa cifra. Era un dato semestral −la economía había crecido un 2,4% de enero a julio−, pero el cómputo total de 1991 no se alejó de aquello. Un 2,5%.

A los eufemismos que el Banco de España había utilizado para describir la situación económica del país ("Atonía, débil crecimiento, fase baja del ciclo económico", entre las más citadas por los medios) se sumaron los términos empleados por los propios periodistas. Los que más se repetían eran "enfriamiento económico" y "estancamiento". Lo cierto es que aquella frenada tenía unas causas-efectos. El desempleo se incrementó ocho puntos hasta rozar el 24% en 1994, las ventas y la inflación cayeron lentamente, los salarios pactados entre sindicatos y patronal aumentaron, y el Banco de España mantuvo los elevados tipos de interés nominales derivados de la Guerra del Golfo.

 

De fondo se estaba produciendo un hecho fácilmente visible: el sector público le ganaba terreno al sector privado. El diario El País lo constataba así: "Estos signos de leve recuperación en los últimos meses del primer semestre han sido más evidentes en el sector público que en el privado. El resultado ha sido la ya conocida expansión del déficit público durante el primer semestre, que alcanzó los 874.000 millones de pesetas frente a unas previsiones iniciales de 500.000 millones de pesetas para todo el año". Y Diario 16 explicaba lo que ya se temía el Banco de España: "[...] los malos resultados que se prevén para las empresas, debido a la bajada de las ventas y a los altos aumentos salariales pactados, no hacen augurar un aumento de la inversión y, por tanto, del empleo".

De 1990 a 1992 se dedicó un gran volumen de inversión pública a la preparación de España para grandes eventos (Exposición Universal de Sevilla o Juegos Olímpicos de Barcelona), proyectos (operador de satélites Hispasat) e infraestructuras (nuevo acceso ferroviario a Andalucía o extensión del AVE y la autovía Madrid-Sevilla). El "déficit público" que mencionaba El País en la información procedía de este cúmulo de inversiones ejecutado por el Gobierno de Felipe González, a lo que se sumaba la confección de la Seguridad Social. Las cuentas públicas empezaron a registrar altos niveles de deuda que, con la finalización de las obras, se tradujeron en un aumento del número de desempleados. Para amortiguar el golpe, en 1992, el Gobierno socialista devaluó un 11% la peseta. En mayo de 1993, lo hizo un 8% en lo que se conoció como el "Jueves negro", también en Reino Unido, Italia y Portugal.

Exiliado y asesinado

"La vigilancia policial no sirvió para nada. El cadáver de Shapur Bajtiar, último primer ministro del sha Reza Pahlevi, y el de su jefe de Gabinete fueron encontrados ayer, cosidos a puñaladas, en la residencia del político iraní, exiliado en Suresnes, en los alrededores de París". De esta manera tan precisa resumíaEl País en portada el asesinato de Bajtiar.

 

1995: el 'caso Lasa y Zabala' tiene autoría

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El político iraní se había exiliado a Francia en febrero de 1979, cuando el triunfo de la revolución islámica que derrocó a la Dinastía Pahlavi estaba sellado. Ya en 1980 Bajtiar fue objeto de un atentado sin éxito, y el propio ayatolá Jomeini le condenó a muerte si volvía a poner los pies en Irán. En las breves informaciones de portada de los periódicos españoles no se daban pistas ideológicas sobre Shapur Bajtiar, si bien el ex primer ministro iraní era ampliamente conocido por su convencimiento laico y socialdemócrata. Además, en el breve paréntesis de 38 días en que ejerció la presidencia del país, dejó clara su intención de modernizar las estructuras sociales y económicas de Irán. Su incompatibilidad con el régimen teocrático salido de la revolución era evidente.

En una de sus últimas entrevistas, Bajtiar había expresado su deseo de construir en su país "una monarquía constitucional en la que se respeten los derechos humanos", y declaraba que estaba preparando su vuelta a Irán. La Organización de los Muyahidines del Pueblo de Irán, firme opositora de la república islámica originada en la revolución de 1979, culpó del atentado al presidente iraní Hachemí Rafsanyani, y señaló que la utilización del cuchillo "es la firma del terrorismo de Teherán".

El asesino de Bajtiar salió de prisión en mayo de 2010, tras pasar 18 años en la cárcel. "El último impedimento para su liberación fue levantado ayer con la firma por el ministro del Interior francés, Brice Hortefeux, de un decreto de expulsión del país, condición puesta por el tribunal de aplicación de penas para concederle la libertad condicional", relató La Vanguardia sobre la excarcelación del asesino del último primer ministro del sah de Irán.

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