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'Las armas y las letras' de Andrés Trapiello y 'Borgen', las propuestas de Edmundo Bal para entendernos mejor

El portavoz adjunto de Ciudadanos en el Congreso, Edmundo Bal.

Edmundo Bal, vicesecretario general y portavoz del Comité Ejecutivo de Ciudadanos, reconoce a infoLibre que en su día a día no suele leer sobre política: “Bastante tengo con la realidad como para leer experiencias o consejos de otros”, declara. Sin embargo, es un gran aficionado a la novela. Así las cosas durante el verano dedica su tiempo a la novela negra y a leer sobre el período clásico de Grecia y Roma: “Como sigo siendo un jurista enamorado del Derecho Penal, me encanta leer novela negra. Y como estoy orgulloso de las raíces históricas del sitio del mundo donde me ha tocado vivir también leo sobre griegos y romanos, preferentemente en forma de novela también”. Y aunque en estos meses trata de alejarse lo máximo posible de la política, nos comenta algunas obras culturales en las que se puede atisbar un reflejo de la actualidad política española. 

Las armas y las letras de Andrés Trapiello es la primera de ellas. Reconoce que esta novela le ha hecho pensar en que “antes de la Guerra Civil había un conjunto de escritores y artistas, cada uno con sus ideas, que se llevaban bien, compartían tertulias, eran amigos”. Lamenta que con el golpe de Estado “se radicalizaron todos al servicio del bando que eligieron o que no les quedó más remedio que aceptar”. Asegura apenado que solo unos pocos decidieron negarse a la guerra y no pertenecer “a ninguna de las dos Españas”, y pone el ejemplo del periodista Manuel Chaves Nogales. 

Esta comparación que hace entre la política actual y la situación de España en el 36 es “una hipérbole”. “La situación política es incomparable con una guerra, no quiero banalizar”, defiende, pero sí ve a día de hoy una continuación en la “polarización, crispación y radicalización” entre derecha e izquierda. También asegura que sigue presente un espacio en el centro, el liberal, que no quiere ser ninguno de los otros dos espacios políticos. “Esto es un poco lo que vivo en el día a día de la política actual. Y lo quiero cambiar”, destaca.

En cuanto a recomendaciones audiovisuales, propone Borgen, la serie que trata los entramados de la política danesa a través de las experiencias de Birgitte Nyborg, la primera mujer que logra ocupar el cargo de primera ministra de Dinamarca. Bal asegura que le encantaría que “la actual realidad política española se desarrollara con la racionalidad (y también los problemas y los líos, claro)” que se muestra en esta serie. 

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Entre recomendación y recomendación, el político asegura recelar de todas aquellas personas que “dicen saber de política”, aquellas que “tienen la clave” pero que luego no aciertan nunca o si aciertan es de casualidad. Asimismo, insiste en que es muy importante no informarse solo a través de las redes sociales, por lo que hay que ir más allá de las alertas y la inmediatez. “Yo no me informo a través de las redes sociales, pero veo a mi alrededor muchos políticos que lo hacen y no me lo explico”, comenta disgustado. Lamenta que en ellas “puedes escoger leer la información que te gusta, nunca la que no te agrada y bloqueas no solo a quien te ofende sino incluso a quien solo te critica”.

Es por ello que ve imprescindible consultar medios de comunicación “tradicionales” y de línea editorial variada. “Si lees varios, te podrás formar mejor tu propia opinión personal, siempre desde el sentido crítico, que es la única manera de coadyuvar al progreso. En particular, soy partidario de los medios digitales que carecen de línea editorial y donde puedes leer los artículos de los periodistas que te gustan, porque congenias con ellos, les reconoces autoridad”, asegura. 

También nombra la cultura como medio para tener pensamiento propio y sentido crítico, “para no ser gregario, para no convertirse en uno más del rebaño que sigue ciegamente al pastor”. Resalta por último que la cultura es la única forma de combatir la demagogia: “La etimología de la palabra demagogia lo explica muy bien. Demos y agio, en griego, conducir al pueblo, pero agio era un verbo aplicado a la conducción del ganado. La única forma de combatirla es la cultura”.

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