La paradoja andaluza: el ganador Juanma Moreno no comparece y el PSOE, que baja en escaños, se va de fiesta
En las comparecencias posteriores de las noches electorales, Luis Pizarro, diputado socialista con cuyo árbol genealógico se construye, desde Alcalá de los Gazules, la historia de los liderazgos del PSOE andaluz, sugería a los periodistas que se fijaran “en las caritas”. Una parte de la ciencia defiende que el lenguaje no verbal es más real que la palabra dicha. A la prensa aquello, claro está, le ahorraba un trabajo inmenso: antes traducir alambicados argumentarios diseñados para justificar una derrota era mucho más útil traducir las caras.
En aquellas noches de las elecciones generales de 1996 y de 2011, veladas de gloria para Aznar y Rajoy, las conclusiones de lo que ya se conoce como el informe caritas, el concepto con el que se acuñó en la prensa ese consejo de Pizarro, eran absolutamente reveladoras en la calle San Vicente, sede del PSOE andaluz, un partido de ADN ganador y hacedor de mayorías en la tierra de Felipe González que en aquellas convocatorias fue arrollado por la derecha.
Con el tiempo las nuevas generaciones de plumillas que han llegado a los pasillos del Parlamento de Andalucía han ido recogiendo el acervo de sus maestros y usan también el informe caritas como el mejor termómetro para calificar los estados de ánimo en las numerosas crisis internas por las que han transitado las formaciones políticas.
La lectura del informe caritas en el balcón de Génova y a las puertas de Ferraz, apenas digeridos los resultados, fue prístina pero también lo ha sido en la sedes de los partidos en la comunidad que más escaños reparte de toda España, con 61 diputados en el Congreso: el Partido Popular ha ganado las elecciones en Andalucía –recoge 25 escaños, 10 más de los que tenía- pero con un estrecho margen de apenas 3 puntos respecto al PSOE este resultado no ha sido suficiente para propiciar el vuelco.
La sensación que transmite el PP andaluz es de derrota, tanto que el presidente Juan Manuel Moreno, multiplicado en esta campaña como cicerone de Alberto Núñez Feijóo por las capitales y municipios de la Andalucía conquistada para el PP en las elecciones autonómicas del 19J y en las municipales del 28M, ni siquiera compareció en la noche electoral que recordó a aquella del 25 de marzo de 2012 en que Javier Arenas ganó en votos y escaños en las elecciones andaluzas pero con una mayoría insuficiente frente a la suma de PSOE e IU. El ABC tituló al día siguiente "Mayoría relativa, fracaso absoluto" bajo la imagen de un Arenas con una sonrisa forzada desde el balcón de la calle San Fernando, sede del PP-A.
Moreno dejó el encargo de atender a los medios a su secretario general, Antonio Repullo. El barón al que ansió parecer Feijóo, aquel que consiguió que calara el mensaje del voto útil para frenar las veleidades de la ultraderecha representada en Macarena Olona versión unchainned, se limitó a poner dos tuits: uno para recordar que por tercera convocatoria electoral consecutiva el PP es el partido preferido por los andaluces, y otro para reclamar que sea Feijóo quien presida el Gobierno. La prensa que acudió a cubrir esta jornada a la sede del PP-A salió con la sensación que a uno se le queda cuando pagas por un hotel que en Booking tiene cuatro estrellas y al final te encuentras un hostalito con ínfulas. “Está bien pero tú sabes”.
Mientras, a unos cuantos metros de distancia en el centro de Sevilla, en la sede de San Vicente la fiesta se desbordaba y faltó descorchar champán para celebrar la paradoja de una derrota camuflada con el crecimiento de los resultados de Pedro Sánchez y el freno a un gobierno con Santiago Abascal de vicepresidente de España.
En la sede del PSOE-A hubo lágrimas y abrazos y un discurso de triunfo por parte de Juan Espadas que no reparó en ningún momento en que por el camino el partido que dirige se ha dejado cuatro escaños (han pasado de 25 a 21 escaños). La lectura del secretario general de los socialistas es que “el PSOE de Andalucía ha tirado”, clamó eufórico. La lectura es que ha sido la federación que más escaños aporta, han recuperado medio millón de votos, mantiene el bastión de Sevilla, que nunca ha cambiado de color en el histórico de convocatorias electorales, y el resultado ha servido para descarrilar la entrada de la ultraderecha en Moncloa. Su informe caritas fue, al fin, una mezcla de felicidad y alivio.
Pero los datos están ahí. Y las voces críticas también. “En Andalucía queda claro que Espadas no tiene credibilidad, no atrae, no gusta, no suma. Pedro Sánchez consigue 575.557 votos más que Espadas en las autonómicas”, se detalla en un mensaje en Twitter de una corriente contraria al secretario general que reverdece cada noche electoral.
Siendo una de las lecturas que puede hacerse, lo cierto es que desde el 18 de junio el presidente del Gobierno no ha pisado Andalucía. “La agenda es como es”, se han limitado a justificar este tiempo el equipo de Juan Espadas sin querer reconocer que, por encima de todos los demás ministros que han hecho campaña aquí, en su lugar Sánchez ha enviado de emisaria de ese relato épico contra la ola reaccionaria con el que ha logrado sacar de la abstención a medio millón de votos socialistas en Andalucía a la mujer que el socialismo de todas las edades mira con arrobo: María Jesús Montero, número 1 al Congreso por Sevilla.
No deja de ser paradójico que la dirigente que más años le costó dar el paso hasta afiliarse, 12 concretamente, y la política que más reniega de las intrigas de la vida orgánica sea la líder que mejor le tiene cogido el pulso al estado anímico del partido y haya sido a la postre, con una agenda imposible de seguir, la artífice de enchufar un cañonazo de energía a los suyos. Si hay una dirigente incapaz de subvertir el informe caritas, ésa es la ministra de Hacienda. Sus saltos de alegría junto al presidente del Gobierno lo dicen todo.
Por eso su nombre siempre está en la quiniela para tomar las riendas del PSOE andaluz y recuperar su histórico feudo. Luis Ángel Hierro, que en su día se enfrentó en primarias con Susana Díaz y el propio Espadas, y una de las voces visibles de ese movimiento crítico ya ha pedido darle la vuelta a los resultados: “Las responsabilidades políticas hay que asumirlas y el tiempo es oro”.
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Con todo, en el PSOE saben bien que, antes que una nueva crisis orgánica, la prioridad ahora es darle continuidad al Gobierno de España en una coalición que tiene en Sumar su otra pata. La papeleta de Yolanda Díaz resiste y mantiene los resultados de 2019 para Unidas Podemos con seis escaños gracias a la movilización del electorado progresista y, en parte, a que la estructura de IU ha tenido un peso protagonista en el diseño de esta campaña. Más allá de los trajes con que se vista la izquierda a la izquierda del PSOE en el resto de territorios, ese espacio en Andalucía tiene un nombre y es Izquierda Unida, con una enorme implantación municipal –en las últimas municipales ha logrado alcaldías de ciudades medias como Sanlúcar de Barrameda o Puerto Real- y un discurso a favor de la mayoría social reconocible.
Y por último Vox, que pincha a nivel nacional pero aguanta mejor en Andalucía que en el resto de España. La ultraderecha ha perdido tres escaños en la comunidad pero ha mejorado la media de porcentaje de voto en España y de hecho el apoyo a a esta formación en Andalucía es decisivo para que la Vox haya sido tercera fuerza en España por delante de Sumar.
No pudo hacerse informe caritas de este partido en la noche del 23J porque ningún dirigente andaluz de Vox habló. Como ya han demostrado desde que llegaron a la política española, todas sus decisiones emanan del núcleo duro con que Abascal despacha su estrategia desde Madrid, la forma más miope de entender la riqueza, los matices y la pluralidad territorial con que hoy se define este país. Así lo han dicho las urnas.