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Frente Popular o cómo recomponer el puzle de la izquierda para combatir a la ultraderecha en Francia

Una pancarta gigante que dice 'Frente Popular' se exhibe durante una protesta contra Reagrupamiento Nacional en París, este 10 de junio de 2024.

Mathieu Dejean y Manuel Magrez (Mediapart)

“¡Frente popular! Frente popular!" En solo unas horas este eslogan propuesto por François Ruffin se convirtió en un lema callejero tras el anuncio de Emmanuel Macron de disolver la Asamblea Nacional. Alrededor de las once de la noche del lunes 10 de junio, más de quinientas personas, muy jóvenes, con la sonrisa dibujada en el rostro, hicieron suyo el eslogan frente a la sede de los Ecologistas, en el distrito X de París, donde los líderes de los partidos de izquierda estaban reunidos desde última hora de la tarde para intentar llegar a un acuerdo de cara a las elecciones legislativas anticipadas del 30 de junio y el 7 de julio.  

El motivo de su alegría había llegado un poco antes. Tras varias horas de debate a puerta cerrada, Fabien Roussel, secretario nacional del Partido Comunista Francés (PCF), Marine Tondelier, secretaria nacional de los Ecologistas, Olivier Faure, primer secretario del Partido Socialista (PS), y Manuel Bompard, coordinador nacional de La France insoumise (LFI), anunciaron ante una nube de cámaras a la misma multitud que había venido de la plaza de la República, donde se manifestaban contra la extrema derecha, que hacían el “juramento de estar unidos hasta la victoria”.  

Un comunicado emitido inmediatamente después por los cuatro partidos que habían formado la Nueva Unión Popular Ecologista y Social (Nupes), así como Place publique, Génération.s e Izquierda Republicana y Socialista (GRS), anunció la creación de un “nuevo frente popular”. Aunque no se trata de un acuerdo formal, los partidos se comprometen a compartir un objetivo común: “En cada circunscripción, queremos apoyar a candidatos únicos desde la primera vuelta. Presentarán un programa de ruptura, detallando las medidas a tomar en los cien primeros días del nuevo gobierno del Frente Popular. Nuestro objetivo es gobernar para responder a las urgencias democráticas, ecológicas, sociales y de paz.” 

Tribuna, plataforma, intersindical: unidad por doquier

En medio de los vítores entremezclados con eslóganes anti Rassemblement National (RN), Hugo, un joven simpatizante de izquierdas, compartía su euforia por este primer paso hacia la tan esperada unión: “No tenemos elección, tenemos que ganar. Y esperamos que esta vez dure", advierte, refiriéndose al acuerdo de Nupes firmado hace dos años, que se ha hecho añicos en las elecciones europeas, dando una aplastante victoria a RN (31,5% de los votos emitidos). Desde la impactante decisión del presidente de la República, y en un momento en que RN nunca ha estado tan cerca de obtener la mayoría en la Asamblea, no paran los llamamientos a la unión de las fuerzas de izquierda.  

Un artículo firmado por 350 personalidades –entre ellas Julia Cagé, Cyril Dion, Annie Ernaux y Anna Mouglalis– hace un llamamiento a un “electroshock” para impedir que la extrema derecha gobierne el país. El texto hace referencia al año 1934, cuando se unieron las bases de las izquierdas en reacción a los disturbios protagonizados por las ligas de extrema derecha el 6 de febrero de 1934, que dieron origen al Front Populaire. 

El mismo día, un poco más tarde, la intersindical (CFDT, CGT, Unsa, FSU y Solidaires) emitió un comunicado llamando a “la manifestación más amplia posible” este fin de semana “para subrayar la necesidad de alternativas progresistas para el mundo del trabajo” antes de las elecciones legislativas anticipadas. François Ruffin, por su parte, ha registrado el dominio “Front populaire 2024”, que, según Libération, llamará a la unidad en base a diez propuestas.

El trabajo no ha terminado, pero hemos sentado las bases

Cyrielle Chatelain, diputada ecologista

 Estos llamamientos no han sido en vano. Mientras la sede de los Ecologistas estaba envuelta en una nube de gases lacrimógenos debido a la represión de los manifestantes por las fuerzas del orden, los dirigentes de izquierdas seguían discutiendo al final de la tarde. Las negociaciones distan mucho de haber concluido

“El trabajo no ha terminado, pero hemos sentado las bases”, se congratulaba por teléfono Cyrielle Chatelain, presidenta del grupo ecologista en la Asamblea Nacional. En su opinión, “hay una voluntad muy fuerte de avanzar hacia una dinámica nacional”, pero ésta aún debe ser objeto de un compromiso sobre dos puntos: el contenido del programa de los cien días y el reparto de las circunscripciones.  

Por lo que respecta al programa, que será bastante más limitado que el de la Nupes por las limitaciones del tiempo –quedan menos de veinte días para las elecciones y hay que empezar la campaña lo antes posible–, los partidos han expuesto sus deseos en sus respectivos comunicados de prensa. 

Los del PS y Place publique incluyen reivindicaciones que les separan de LFI, como “el rechazo del embrutecimiento del debate público y de la violencia física o verbal”, que se ha convertido en el leitmotiv de Raphaël Glucksmann al denunciar los desmesurados comentarios de Jean-Luc Mélenchon en las últimas semanas. Entre los deseos de LFI figuran los que le separan del PS, como “la vuelta a la pensión de 60 años” y “el rechazo de grandes proyectos impuestos e innecesarios”, como el proyecto de la autopista A69.  

Las negociaciones, por tanto, no han hecho más que empezar, cuando los temores a una escisión de la izquierda habían aumentado en los últimos días. Raphaël Glucksmann, entrevistado el 10 de junio en el programa 20 heures de France 2, que ha sacado el 13,8% de los votos (frente al 9,9% de LFI), se mostró inflexible sobre las condiciones de una unión: “Necesitamos un rumbo claro, no vamos a rehacer la Nupes, se ha invertido la relación de fuerzas, yo encabezo la izquierda”, declaró antes de proponer a Laurent Berger, ex secretario general de la CFDT, como primer ministro de un gobierno de izquierdas.  

Siguen en el aire el programa, las circunscripciones y la ampliación

La eurodiputada por Place Publique Aurore Lalucq, presente en las negociaciones, relativizó también en un post la importancia del primer paso hacia un “nuevo frente popular”: “Esto no es un acuerdo, sólo una apertura de negociaciones que nos ha permitido exponer nuestras condiciones”, entre ellas una “línea claramente pro europea” y “el rechazo del embrutecimiento de la vida política y de la calumnia”. 

Con la misma cautela, una fuente socialista confiaba el lunes por la noche: “Esta noche no hemos llegado a un acuerdo definitivo. Queremos crear las condiciones para un frente popular, y estamos trabajando para ello, pero es sólo el principio. Tenemos que aclarar una serie de cosas sobre el programa y las circunscripciones".  

El diputado de LFI Paul Vannier, contactado por teléfono, es más optimista sobre el paso que se ha dado. Desde hace días, LFI viene diciendo que está siempre por la unión, pero con condiciones. “Hemos acordado una hoja de ruta basada en la ruptura y que propone una estrategia de ampliación: eso corresponde al espíritu de la Nupes”, dice, considerando que la dirección tomada “rompe con el macronismo y la orientación liberal de los gobiernos de los últimos veinte años”. Tras esta etapa esencial, ahora se inician los trabajos concretos.

Este frente popular deberá llegar a aquellos que todavía no se identifican con el conjunto de nuestras fuerzas

Igor Zamichiei, miembro de la dirección del PCF

“Es un paso decisivo. Teníamos que estar a la altura del reto de derrotar a la extrema derecha y de las expectativas de millones de nuestros conciudadanos y ya está hecho”, afirma Igor Zamichiei, miembro de la dirección del PCF. Según se hable con los partidos electoralmente más débiles tras las elecciones europeas (como el PCF y Les Écologistes), o con los más fuertes (PS y LFI), el grado de optimismo de cara al futuro varía, porque no todos se enfrentan a los mismos retos. Mientras Raphaël Glucksmann pide que las circunscripciones se repartan en función de los resultados de las elecciones europeas, LFI aboga por un equilibrio entre los resultados de las elecciones presidenciales de 2022 y los de las europeas.  

Los partidos también comparten la idea de que su unidad por sí sola no bastará para vencer a RN. La sociología del voto favorable a las fuerzas de izquierda el 9 de junio muestra que, aunque la izquierda resiste en zonas muy urbanas, está prácticamente ausente en las zonas rurales populares. “Queremos reunir a personalidades sindicales, asociativas y ONG, porque solos no podremos contrarrestar lo que se anuncia como inevitable victoria [de RN]”, declaró Olivier Faure al llegar a la sede de Ecologistas al final de la tarde (bastante después que los demás). 

El PCF también es partidario de esta idea. “La construcción de este frente popular deberá llegar a aquellos que todavía no se identifican con el conjunto de nuestras fuerzas en este momento”, afirma Igor Zamichiei. Esta estrategia podría tomar la forma de candidatos procedentes de la sociedad civil. 

Sin embargo, el edificio de este embrionario “frente popular” es frágil, y las próximas horas de negociaciones, a partir de hoy 11 de junio, aún pueden hacerlo tambalear. Por eso, la publicación de una entrada en el blog de Jean-Luc Mélenchon, en la noche del 10 de junio, ha provocado sin duda escalofríos entre algunos negociadores, para quienes se ha convertido en una fuente de tensión. En este texto, el tres veces candidato a la presidencia se congratula de que “se haya firmado el acuerdo marco para la unión popular”, de que “se haya vuelto a poner en marcha el mecanismo de candidaturas únicas en primera vuelta” y reivindica la teorización más reciente de la etiqueta “frente popular”. 

La izquierda francesa propone un 'Frente Popular' en las elecciones para frenar a la ultraderecha

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Pero aunque afirma –como en 2022– que hay que “tirar el rencor al río” (con respecto a las recientes divisiones en la izquierda), su presencia-ausencia es una forma de señalar que no pretende quedar al margen de un unión que le sería esquiva. Sigue pues intacto el escollo de una repetición de la Nupes, inestable por la falta de institucionalización de su papel.

 

 Traducción de Miguel López

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