'Cómo perder un país'
“Nuestra generación afronta la última crisis del neoliberalismo, que ha obligado al sistema gobernante a transformarse en una red global de tipo mafioso”, afirma Ece Temelkuran en un ensayo que narra la experiencia de Turquía desde la democracia a la dictadura de Erdogan, titulado Cómo perder un país.
La novelista y periodista turca tuvo que abandonar su país en 2016; aunque el ensayo está escrito en 2019, es hoy de terrible actualidad y necesario para comprender el fenómeno del populismo autoritario que se extiende por el mundo.
“Actualmente casi la mitad del mundo –decía en 2019 Temelkuran– vive bajo mandato de líderes políticos que actúan como 'padrinos', y hay mucha gente que les vota y apoya de buena fe, como ocurre en cualquier barrio que haya perdido toda esperanza de obtener justicia por parte de un sistema que se desmorona. Esos líderes son los 'suyos', les proporcionan una especie de distorsionada sensación de justicia y en consecuencia el barrio obedece sus reglas sin cuestionarlas”.
El propósito de la analista es “mostrar cómo detectar las pautas recurrentes del populismo, con el fin de que tal vez así puedan estar más preparados para afrontarlo de lo que lo estábamos nosotros en Turquía”.
Advertencia previa
“Daría igual que Trump o Erdogan fueran derrocados mañana; los millones de personas enardecidas por su mensaje seguirían estando ahí, y seguirían dispuestas a actuar bajo las órdenes de un personaje similar. Es mejor reconocer que no se trata sólo de algo impuesto a las sociedades por una serie de líderes absurdos o limitados; surge también de las bases. Es una tendencia histórica, y está convirtiendo la banalidad del mal, en el mal de la banalidad. Y, por más que se presente de forma distinta en cada país, es hora de reconocer que el mal nos afecta a todos… Flota en el aire un cierto olor a final; nada permanecerá inalterado; está surgiendo un nuevo nosotros, que probablemente no le incluya a usted, desasosegado lector “, advierte e indica Temelkuran.
Somos el pueblo
Los populistas turcos, el Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), se presentó en 2002 como los “nuevos representantes del pueblo no contaminados por la política, una nueva Turquía con dignidad; este es un nuevo movimiento del pueblo real situado por encima y más allá de todas las facciones políticas", recuerda Ece Temelkuran, quien destaca que el pueblo real se “apoderó política y socialmente de mi país, reprimiendo a todo el resto de la población a la que consideraba irreal”.
Hoy, a escala universal, los temores por la crisis de la democracia son expresados por una masa de personas con un vocabulario más limitado, sueños menos ambiciosos y menos fe en la supervivencia colectiva de la humanidad. También ellos quieren cambiar el statu quo, pero quieren hacerlo para construir un mundo en el que se cuenten entre los pocos afortunados que sobrevivirán bajo el liderazgo de un hombre fuerte. “ Si el mundo se está desintegrando –dicen–, nosotros el pueblo real queremos asegurarnos de que estamos en el lado bueno del muro divisorio”.
“Lo que estamos escuchando –señala la analista– es el grito de supervivencia cuyo miedo a ahogarse en el creciente mar de desintegración supera a su interés en la supervivencia del prójimo. Y así, inexorablemente, se mueven”.
Trump conocía un sencillo hecho acerca de la gente que muchos de nosotros preferimos ignorar: que por más que el individualismo como concepto haya gozado de un elevado estatus durante muchas décadas, el hombre corriente sigue necesitando un pastor que le conduzca hacia la grandeza. “ No eres tú, les dijo, son ellos los que nos impiden ser grandes”. Les dio algo sólido a lo que odiar y ellos le dieron sus votos, remacha la novelista turca.
El auge del populismo es un extraño fruto de la práctica actual de la democracia –opina Temelkuran– “al profundizar en la cuestión (algunos autores) no han tardado en descubrir que no era una herida que apareciera de repente en el cuerpo político, sino que en realidad se trataba de un vástago mutante de la deteriorada democracia representativa”.
¿Cuándo se inicia el proceso que conduce al autoritarismo? “Retrospectivamente, resulta obvio que el proceso solo se inicia realmente después de que se han causado graves daños al concepto fundamental de justicia y una vez que se ha destruido el mínimo de moralidad del que no sabías que dependías”.
Un ritual político habitual del populismo consiste en hacer percibir como sinceridad o autenticidad la comunicación directa con las masas y mostrar la imagen del líder fundiéndose con ellas
Para Ece Temelkuran, las protestas por la guerra de Irak, el "No a la Guerra" que recorrió todas las capitales del mundo, en realidad representaba el canto del cisne de la moral en la política global. ”Puede que fuera porque fuimos la última generación educada en la convicción de que la vergüenza y la compasión son cosas que deben valorarse en lugar de considerarse meras pruebas de una embarazosa ingenuidad que dificulta la visión de lo real. La nueva realidad es que la guerra es justa y buena”.
Trastoca la lógica y atenta contra el lenguaje
Para describir la imposibilidad de mantener una discusión política apropiada con los partidarios de Erdogan, un tuitero turco escribió que es como hacer un batido sin poner la tapa. En su intento de diálogo fue sometido a versiones de la lógica y las tácticas de debate que van desde el 'tú más' a exponer lo más absolutamente irrelevante o mostrarse orgullosamente incoherente. Decía Albert Camus que un hombre con el que no se puede razonar es un hombre al que hay que temer.
El uso del lenguaje grosero quiere subrayar que el líder está en sintonía con el hombre de la calle. El estilo despreciativo, que a menudo raya en el insulto, remarca su deseo de distanciarse del sistema político, según expuso un estudio sobre el líder del Movimiento Cinco Estrellas y que en opinión de Ece Temelkuran es aplicable a cualquier líder populista.
Un ritual político habitual del populismo consiste en hacer percibir como sinceridad o autenticidad la comunicación directa con las masas y mostrar la imagen del líder fundiéndose con ellas. El único truco que éste tiene que dominar es hacer creer a sus partidarios que rechaza a los snobs elitistas y sus medios de comunicación, recuerda la periodista turca.
Paul Thagard, profesor de filosofía en la Universidad de Waterloo, Ontario, manifestó en una entrevista que si uno pretende cambiar la mentalidad de un partidario de Trump, debería buscar puntos de acuerdo y valores compartidos. Pero, ¿qué puede hacerse cuando la vulgaridad y la ignorancia se convierten en valores apreciados? ¿Cómo puedes comunicarte con alguien que acepta la hipocresía y la incoherencia de su líder como una táctica empleada por el bien de su gente?, replica Ece Temelkuran.
En un debate con un líder populista, utilizar las herramientas de contrastar los hechos, exigirle responsabilidades, promover un periodismo constructivo o intentar avergonzarle llamándole mentiroso y xenófobo es como jugar al ajedrez con una paloma que derribará todas las piezas, se cagará en el tablero y luego saldrá volando, atribuyéndose orgullosamente la victoria y dejándote a ti la tarea de tener que limpiar la mierda.
Después de un ataque masivo en redes, en 2012, Ece Temelkuran respondió tuiteando y las respuestas de los troles le hicieron comprender que estaba atrapada en un bucle virtual del que una persona real no podía escapar con respuestas emocionales normales. Intentar igualar el sarcasmo y la ironía de los maltratadores con los suyos propios era meterse en un callejón sin salida, ya que ellos siempre pueden superar tu sarcasmo con su vulgaridad.
Las mentiras que se han rebautizado como hechos alternativos o hipérboles veraces se han multiplicado a tal velocidad que ha sido como un bufé libre en el que uno puede limitarse a elegir qué le apetece creer. En 2016 cuando los diccionarios dieron finalmente nombre a ese caos, la posverdad, entramos en una nueva era. O muchos lo creyeron así, opina la analista turca.
Desmantela los mecanismos judiciales y políticos
La usurpación definitiva del poder no se produce hoy mediante un espectacular incendio del Reichstag, sino que viene de lejos, constituye un proceso terrible que se prolonga a lo largo de muchos años, integrado por numerosos incendios pequeños y dispersos, aparentemente insignificantes, que arden sin llama.
El nuevo tipo de cruzada de derechas reduce la democracia a las urnas y subyuga las opciones políticas a los temores ligados al hambre, el paro y en última instancia a la inseguridad social. Y cuando la democracia se encoge hasta el punto de convertirse en nada más que un proceso de votación, el destino de un país pasa a ser inseparable de la existencia política de un único gobernante, prosigue nuestra analista.
El desmantelamiento de las instituciones democráticas es otro objetivo de los autoritarios. "La vuelta de tuerca que permite a los líderes jugar a voluntad con el aparato institucional se inicia cuando éstos empiezan a socavarlo para crear la sensación de que es superfluo. Al crear la percepción generalizada del carácter superfluo del Estado, el líder populista empieza a reforzar la idea de que su poder y el de sus partidarios son mayores que los del sistema. Es como si el líder al jugar constantemente con estas instituciones, transmitiera de manera indirecta un mensaje a las masas: Ya veis, el palacio del poder está vacío. Entremos y tomemos el control”.
El periodista británico Patrick Cockburn, en una intervención que se recoge en el libro comentado, manifestó : “El populismo de derechas agita los frágiles equilibrios del país, hasta que se convierten en tensiones activas, con el fin de llevar a cabo su asalto al aparato del Estado. Desmantelar el mecanismo judicial y paralizar a las masas disidentes mediante causas judiciales resulta mucho más fácil cuando el líder puede calificar a la gente de terrorista, y cuando los miembros de la sociedad están demasiado polarizados para apoyarse mutuamente en aras de la igualdad ante la ley”.
La misoginia del trabajo autoritario
La misoginia es parte esencial del populismo de derechas en todo el mundo occidental –afirma Ece Temelkuran–. Una nueva generación de mujeres, que no ha crecido con historias de Cenicienta sino con Los Juegos del Hambre o Mad Max, están dispuestas a romper la tregua que ha permitido a los hombres dominar el sistema político. Han comprendido que no se trataba de un acuerdo de paz firmado en condiciones de igualdad, sino de una indigna rendición.
El gobierno de Erdogan comenzó los ataques a las mujeres de forma selectiva. Primero hizo experimentos con ataques a alguna relevante opositora. “Arruinaron mi vida", dice la compositora, política y estrella del rock Aylin Aslim, "solo como un experimento, antes de hacer lo mismo con las mujeres opositoras más establecidas”.
Casi nunca se elige a mujeres para ser símbolos de resistencia, para movilizar a la oposición. Y es exactamente por eso por lo que los regímenes autoritarios empiezan por las mujeres; la difamación o los ataques a mujeres consideradas indeseables por el régimen rara vez desencadenan una reacción unificada entre los disidentes, y eso el régimen lo sabe, explica Temelkuran.
Por ello, es importante construir con urgencia vínculos de solidaridad, sin tratar de entender cuán respetable es la víctima. El mal radical , en la medida en que como seres humanos hemos sido incapaces de entenderlo, no requiere una razón concreta. "Después de que en Turquía se partieron miles de corazones, nosotras como mujeres entendimos esto: Quieren que seamos exactamente como ellos y punto", concluye Ece Temelkuran.
Imposible describir en un comentario la riqueza y la prosa vibrante de Cómo perder un país. Léanlo.
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Julián Lobete Pastor es socio de infoLibre.