Los libros
Viaje cotidiano a la nada
Ahora que es tarde
José Luis Morante
Prólogo de Antonio Jiménez Millán
La Garúa
Barcelona
2020
Con título casi emulando a Ángel González (que publicó al final de su vida Nada grave), el poeta, crítico y aforista José Luis Morante (El Bohodón, Ávila, 1956) presenta la trayectoria de su poesía más representativa desde que en 1990 publicara Rotonda con estatuas. No es la primera vez que antologa su poesía, pues en 2010 Josep M. Rodríguez prologaba Mapa de ruta, y en 2017 se editaba Pulsaciones. En esta ocasión es el poeta y profesor Antonio Jiménez Millán quien nos introduce de manera ejemplar y acertada a una poética labrada en 30 años, tres décadas que justamente quieren celebrar este nuevo trabajo del abulense.
Ahora que es tarde, título decíamos con un aire escéptico y grave, próximo a los poetas del 50 que más interesan a su autor, reúne textos de todos sus libros: Rotonda con estatuas, Enemigo leal, Población activa, Causas y efectos, Un país lejano, Largo recorrido, La noche en blanco y Ninguna parte, más algunos inéditos que conformarán su siguiente estación poética, Nadar en seco, que verá la luz en un tiempo no lejano. Quedan fuera de esta recolecta poética los haikus últimos de A punto de ver (2019), acaso porque se quiere ofrecer una trayectoria señalada por un coherente cursus honorum, evolución de una poesía gestada durante tres décadas donde ha imperado un modelo que ha girado entre la conciencia crítica, la cotidianidad melancólica y un escepticismo vitalista, fraguándose bajo los imperativos de la línea clara luisalbertiana y un realismo crítico que pone de manifiesto la soledad del individuo en nuestra sociedad, visto desde una perspectiva irónica y escéptica.
Por ello se seleccionan acertadamente poemas donde destacan sucesivos motivos temáticos: el juego fatuo del yo ("Heterónomos", con su notable juego pessoano, "Funcionario poeta", "Autobiografía" o "Fortaleza"), la cotidianidad crítica ("El arte de vivir los lunes"), el fragor social ("Recuerdo de mi padre", "Francotirador" o "Extranjeros"), el decir irónico ("El reino de los mansos" o "Poeta consagrado"), la templanza elegíaca ("Paseo" o "Calle en obras"), el envés ficcional (con el borgeano "Un explicable asesinato", "El prisionero" o "El monstruo"), el cariz intimista ("Quietud" o "Nube"), el enclave culturalista ("Penélope" o "Vita nuova"), el impulso metapoético ("Epifanía" o "Contra viento y marea"), el eje autobiográfico ("Razón de ser", "Resaca", "Medianoche" o "En clave autobiográfica") y, como señala Jiménez Millán, la metáfora del viaje ("Equipaje" o "Estación de paso"), presente incluso en los marbetes de algunos de los títulos de sus libros. En la poesía de José Luis Morante se advierten influencias notorias: presencia del monólogo dramático, (en el ámbito generacional de Benítez Reyes o García Montero, léase "Juan de Yepes"), el temple realista, narrativo e irónico de sus referencias del cincuenta (Gil de Biedma, Goytisolo y, sobre todo, Ángel González), poetas isla como Fonollosa (clave a partir de La noche en blanco, aproximándose con ello al ámbito de la ciudad), y el sustrato inequívoco de la tradición, llámese a esta Borges, Pessoa, Rimbaud o Poe.
En cierta manera, los poemas finales, aquellos de Nadar en seco, son los que conjuran su máxima expresión poética, textos que suman una gravedad nueva a la tensión de sus poemas. Es aquí donde alcanza su expresión más notable. El título se envuelve dentro de aquellos sintagmas que predisponen una explícita contrariedad: largo recorrido, la noche en blanco, un país lejano, ninguna parte o el mismo nadar en seco, un escepticismo característico de su poética. Los nueve poemas que conforman el conjunto exploran un recorrido vital que muestra algunos de sus rasgos más representativos, si bien, como ocurre desde Ninguna parte, su poesía ha entrado en una fase de madurez en que destaca el predominio de poemas más reflexivos e intimistas, sin abandonar las coordenadas básicas que han marcado sus textos más antiguos. Por ello, podemos citar algunos versos que señalan una negatividad explícita, no carente nunca de ironía. Por eso el poema "Aquí", denotativo del hic et nunc latino, se inicia:
Es aquí donde estoy,tras las grietas de un yo parapetadoen las profundidades de sí mismo.
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Aunque hallamos otros ejemplos dispersos en esta tesitura, donde el sujeto poético habita los momentos herrumbrosos de la vida: "Camino a tientas. / Sé que soy mientras busco", "No dejo que el cansancio / se carcoma en cansancio", "cuando no queda nada / respirar es el modo de esparcir las cenizas", "tengo las uñas hechas / para hurgar en lo sucio", "no es mucho, nada tengo", o ese sutil acercamiento a lo que denominaríamos "poesía de senectud", aunque el poeta se halle aún lejos de este contorno: "palpita la vejez / cuando no hay sueños". Estos versos en general subrayan un desencanto vital que se llena, no obstante, de una fuerza motora que ilumina más que oscurece su existencia. Así pues el último poema de la antología, "En clave autobiográfica", se inicia con un guiño a Gil de Biedma (junto a Ángel González y Fonollosa, poetas de cabecera): "Yo nací (perdonadme) / con la televisión en blanco y negro". El poema traza un mapa de ruta final a una trayectoria brillante. Sus últimos versos nos acercan a un sujeto poético cansado, pero consciente del tesoro que encierra cada madrugada, cada amanecida ante nuestros ojos. La misión del poeta es buscar ese temblor de la luz que nos alumbre, “"a claridad pujante del comienzo" (como leemos en "Nube", uno de los mejores poemas del conjunto), el inicio de ese ocaso que, humildemente, nos hará temblar ante el nacimiento de un muy otro futuro:
El tiempo es la fronteraen mi mapa menguante.A la luz del ocasoya no quedan tareas perentorias.El futuro es de otros.
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Ricardo Virtanen es escritor y autor de libros como Bazar de esquirlas (Renacimiento, 2019).