Veranos con historia
Los siete días que costaron el cargo a Antonio Maura
¿Qué pasó?
“Advertidas las autoridades de la extensión del movimiento y de su evidente carácter sedicioso por las manifestaciones que los movimientos anarquistas, mezclados entre los obreros, hicieron respecto del carácter de dicha huelga, se reunieron para deliberar y acordaron declarar el estado de guerra en Barcelona y su provincia”. Con esta nota oficiosa, publicada en la portada del Heraldo de Madrid, comenzaba en Barcelona la conocida como Semana Trágica.
En el texto se hacía referencia a las protestas antibelicistas de los obreros catalanes contra el decreto promulgado por el entonces presidente del Gobierno, el conservador Antonio Maura, que prometía enviar reservistas a las posiciones españolas en plena guerra de Marruecos –sólo los jóvenes que pagasen 6.000 reales podrían librarse de ir al frente–. Siete días de disparos, cánticos, incendios y barricadas que dejaron decenas de muertos a causa de los violentos enfrentamientos entre los manifestantes y las fuerzas del orden.
¿Cuándo pasó?
La huelga general arrancó el 26 de julio de 1909 en Barcelona, donde los obreros, que en un principio mantenían las protestas en los barrios periféricos, se fueron desplazando a lo largo del día al centro de la ciudad condal. Una vez allí, se produjeron los primeros disturbios en el momento en el que los trabajadores trataron de impedir el tránsito de ferrocarriles.
Las revueltas se reprodujeron en otras localidades periféricas. En Sabadell, los huelguistas impidieron la salida de tranvías, además de cortar los rieles y las líneas telegráficas, según informó el Heraldo de Madrid, que en la edición del día 27 de agosto ya hablaba de algunos muertos.
A última hora de la noche, ya se podía hablar de insurrección. A las 23.30 horas, un grupo de personas prendieron fuego al Patronato Obrero de San José, según publicó el diario madrileño en su edición del 3 de agosto –las comunicaciones con la ciudad estaban cortadas y hasta el día 2 de agosto no volvió a salir a la calle la prensa de Barcelona–, el primero de los más de 80 edificios religiosos que aquella semana se convirtieron en descomunales piras.
Durante toda la semana se repitieron las protestas, tanto en Barcelona como en diferentes municipios a lo largo de toda Cataluña y otras comunidades autónomas (Comunidad Valenciana, Aragón o La Rioja, entre otras). Los enfrentamientos aumentaron de intensidad en el momento en el que empezaron a trascender las primeras informaciones sobre la derrota de las tropas españolas en la batalla bautizada como el Desastre del Barranco del Lobo. En el enfrentamiento murió un elevado número de reservistas.
Finalmente, un contingente de soldados ocupó Barcelona y se fue reestableciendo la normalidad. Se estima que la semana dejó un balance de 117 muertos (106 civiles, 8 soldados y 3 religiosos), 300 heridos y más de 2.000 detenidos, de los que 600 fueron condenados, 59 a cadena perpetua y 17 a muerte, aunque sólo 5 fueron ejecutados.
¿Quiénes fueron los protagonistas?
El pedagogo e intelectual laico Francisco Ferrer i Guardia, creador de la Escuela Moderna —institución en la que se quería llevar a cabo una enseñanza inspirada en el libre pensamiento—, fue acusado por un tribunal militar de ser el “autor y jefe de la rebelión”. Así, durante el juicio celebrado el 9 de octubre de 1909, que fue recogido por el diario ABC en una extensa crónica, el juez instructor del caso apuntó que durante los registros se encontraron varias cartas que Ferrer i Guardia había intercambiado con diferentes políticos significativos de corte socialista y anarquista.
No era la primera vez que el intelectual había sido detenido y juzgado. Tres años antes, en 1906, fue acusado de complicidad en el atentado contra el entonces monarca Alfonso XIII perpetrado en pleno centro de Madrid por el anarquista Mateo Morral, con el que el intelectual había mantenido una estrecha relación, según afirmó durante el juicio. Sin embargo, en aquella ocasión fue absuelto de todos los cargos.
¿Qué fue de sus protagonistas?
La sentencia del creador de la Escuela Moderna, que reveló el diario ABC el 13 de octubre de 1909, fue devastadora: “Ferrer será asesinado a las seis de esta mañana. Si antes no surge un acto de clemencia, ¡que dios se apiade de su alma!”, escribió el rotativo. Así, tras un juicio repleto de irregularidades, el intelectual fue fusilado ese mismo día en el castillo barcelonés de Montjuic ante una enorme indignación ciudadana.
El asesinato de Ferrer i Guardia provocó un gran número de protestas en una decena de ciudades europeas —París, Lyon, Lisboa, Roma, Florencia, Trieste, Milán, Bruselas, Ginebra, Londres y Berlín—. En la capital francesa, diferentes grupos socialistas organizaron una manifestación ante la Embajada española.
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¿Por qué fue importante?
La Semana Trágica de Barcelona y los acontecimientos posteriores, sobre todo la presión de la ciudadanía y los diarios europeos por la ejecución del intelectual, así como la enorme campaña contra el entonces presidente del Gobierno impulsada por socialistas y liberales, provocaron que Maura, tras un duro enfrentamiento con el dirigente liberal Segismundo Moret en el Congreso de los Diputados, presentase a Alfonso XIII su dimisión como líder del Ejecutivo, que fue aceptada por el monarca.
Sin embargo, los siete días en Barcelona tuvieron, en boca del historiador Julián Casanova en una tribuna en el diario El País, muchas otras consecuencias: “La Iglesia acentuó sus posiciones ultrarreaccionarias, mientras el Ejército se reafirmaba en su desastrosa aventura marroquí que tanto iba a influir en la historia de España de las dos décadas siguientes. Los socialistas y republicanos salieron del aislamiento inaugurando una 'conjunción' que llevó a Pablo Iglesias al Congreso de los Diputados. Y los anarquistas centraron por fin sus esfuerzos en el sindicalismo, fundando la CNT”.