El desastre que viene Luis Arroyo
El barro de Trump
Creo que el barro que llevamos días viendo en Valencia es lo que mejor define el momento político en el que estamos. Con Trump recién reelegido en Estados Unidos por una abrumadora mayoría, a pesar de todas las mentiras que ha ido diciendo, a pesar de haber conspirado contra el Estado, alentando el asalto al Capitolio, a pesar de los casos judiciales que amenazan con meterlo en la cárcel, a pesar de que es un hombre declaradamente machista, xenófobo, racista y todos los istas que se le quieran añadir, a pesar de todo esto, millones de estadounidenses han decidido que es él quien tiene que gobernar el país, que es mejor que Kamala Harris.
Y aquí es donde todos debemos pararnos a entender por qué tantísima gente ha decidido votarle. A sabiendas de todo eso, porque esta vez sabían quién era y qué significaba que Trump ocupara la Casa Blanca.
Lo más preocupante de todo esto es admitir que, quizás, estamos ante un nuevo tiempo político. Que el estilo Trump, por llamarlo de alguna forma, que los políticos que no gestionan nada, que mienten, que tienen políticas erráticas y populistas son los que están ganando el relato en las urnas, son los que convencen a muchos. Seguramente muchos crean que el gesto de introducir una papeleta en la urna no es tan decisivo, no cambia tanto sus vidas… o sí. ¿Cuánto creen en el Estado? ¿Cuánto creen en el sistema?
Aunque el barro se solidifique, como está pasando en Valencia, es posible quitarlo. Con paciencia, con la pericia necesaria, con la técnica, con la gente más preparada, con la verdad, repitiéndola una y otra vez, se puede lograr
Vamos a tener que vivir en un barro constante y aprender a movernos en él. Seguramente las botas se ensuciarán una y otra vez, pero hay que intentarlo. Hay que coger escoba, guantes y mascarilla para intentar limpiar este fango en el que nos estamos metiendo. Limpiar de mentiras la realidad que se intenta pintar desde los despachos de los poderosos, no sólo los de los políticos, también de las élites empresariales. Ahí están los Elon Musk de turno que han aupado a Trump a su reelección. Saben que con él en la Casa Blanca ganan, aumentan su cuenta de resultados, dominan el poder sin tener que mancharse.
Mentir es rentable. Es la lección más triste de estos días. Lo hemos visto con ese resultado aplastante de Trump y lo hemos visto estos días en Valencia, donde muchos siguen comprando las mentiras que les cuentan los políticos o los pseudoperiodistas que van creciendo como setas.
La verdad ya no importa. Lo que importa es lo que me afecta exclusivamente a mí, a mi entorno, a mi bolsillo. Todo lo demás es ruido. Todo lo demás es barro.
En Valencia estos días faltaban botas. Era lo que más pedían los vecinos y los voluntarios. En los próximos meses y años, van a faltar también botas para poder caminar por este escenario. Pero, aunque el barro se solidifique, como está pasando en Valencia, en las alcantarillas, es posible quitarlo. Con paciencia, con la pericia necesaria, con la técnica, con la gente más preparada, con la verdad, repitiéndola una y otra vez, se puede lograr.
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