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Democratizar la defensa europea

Es el gran tema en Bruselas. Si en 2019 fue con fuerza la agenda verde, ahora son las políticas de Defensa. La invasión rusa de Ucrania lo ha cambiado todo y, según datos de la Comisión Europea, las instituciones comunitarias y países miembros ya han movilizado 32.000 millones en ayuda militar a Kiev.

“Debemos movernos con rapidez. La amenaza de una guerra puede no ser inminente pero no es imposible”, dijo la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, en febrero. “La duda es cuándo comenzará la próxima guerra y qué hacemos mientras; si nos preparamos para disuadir a Rusia o si cerramos los ojos y fingimos que no pasa nada”, en palabras de la primera ministra estonia, Kaja Kallas, que podría ocupar uno de los grandes altos cargos que se repartirán tras el 9J. 

Soplan vientos de guerra, fundamentalmente desde el este de Europa. Una Europa fuerte es un problema para Putin (ahora lo saben los países que confraternizaban a cambio de gas). Su política de hechos consumados, con la invasión de Crimea en 2014, prueba que llega hasta donde le dejan y no son descartables nuevas operaciones de desestabilización, ya sea a través de las campañas de desinformación que pretenden condicionar las elecciones o con ataques más allá de Ucrania. La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca podría acabar de sacudir el tablero en un mundo más volátil y peligroso. A los populistas y los autoritarios no suele gustarles ese proyecto democrático que, con sus disfunciones y errores, es la Unión Europea. 

La Defensa es el tema del que más se habla en Bruselas y menos en la campaña. Abrir un debate democrático y a fondo es inaplazable

La pregunta es qué hacer ante todo eso y, también, cómo. ¿Se puede garantizar la seguridad de Europa sin reforzar las capacidades militares? Desde el pacifismo hay muchas personas que lo reivindican y proponen el activismo no violento y el fortalecimiento del multilateralismo en las relaciones internacionales (ver aquí un informe al respecto del Centre Delàs). En España, esa postura ha sido defendida nítidamente por Podemos, en parte por Sumar y por algunos partidos nacionalistas de izquierdas. Multiplicar la inversión en Defensa, abriendo el camino hacia una economía de guerra, sólo hace más probable la posibilidad de tener que utilizar el armamento, sostienen. Y puede que Rusia no haya ganado la guerra, pero tras miles y miles de millones de solidaridad, Ucrania tampoco y el conflicto sigue mientras Europa deja de invertir en otras prioridades, como la lucha contra el cambio climático o las políticas sociales. 

Todos ellos son considerados unos ingenuos por quienes alertan de que a Putin no se le convence con buenas palabras sino con unos buenos tanques y misiles que disuadan cualquier tentación. La masacre en Gaza parece probar esta teoría. Todos le han dicho a Netanyahu que pare, hasta EEUU, y la UE no deja de mostrarse “extremadamente preocupada” desde su defensa retórica de la solución de dos Estados con la que España, Irlanda, Noruega se han comprometido ya en serio. Netanyahu sólo entenderá que le doblen el brazo. Hablar de paz no garantiza la paz, dicen estos últimos. Sobre todo si la otra parte está decidida a hacer la guerra. 

Apunta Manuel Altozano en su artículo de este domingo en infoLibre que la polémica en torno a Begoña Gómez va camino de ocupar más espacio que el debate sobre la Defensa en el que están comprometidas ingentes cantidades de dinero y, de hecho, el bienestar de todo el continente, como demostró la crisis de la energía que generó una ola inflacionista que ha puesto en guardia a toda Europa.

Y, sin embargo, lo que se decida en las urnas en estas elecciones será determinante, ya que la fragmentación y el auge de partidos de extrema derecha y populistas auguran, como mínimo, un caos en la gestión del asunto en los próximos cinco años. 

Y aquí viene el cómo. Necesitamos un debate a fondo sobre estas cuestiones. No pueden aprobarse de tapadillo dotaciones presupuestarias de más de 1.000 millones que luego descubrimos que serán donadas a Ucrania sin que lo sepa el socio minoritario del Gobierno y desdeñando la participación del Congreso únicamente porque no es preceptiva. 

No puede ser tan complicado para los periodistas y los ciudadanos acceder con transparencia a los gastos militares españoles, que con dinero público llenan las arcas de unas cuantas empresas privadas con lobbies tan poderosos como discretos.

La confianza en las Fuerzas Armadas no vendrá de golpes de pecho, pulseritas con la bandera y el rechazo al que cuestione su falta de rendición de cuentas, sus ambientes viciados y su politización por parte de la derecha (recuerden los chats golpistas de la XIX del Aire que desveló infoLibre).

Toda política que nuestros gobernantes crean que debe hacerse de espaldas a los ciudadanos, sin ruido, no vaya a ser que no sea entendida, lleva consigo la semilla de la desconfianza sobre su gestión y sobre sus verdaderos intereses. Si la Defensa es crucial, y todo apunta a que lo será en los próximos años, el debate democrático no puede esperar. 

PD: Qué bien nos vendría en estos momentos la sabiduría de Ramón Lobo, tantos años columnista de infoLibre sobre temas internacionales, que nos dejó hace menos de un año. En su último texto con nosotros, publicado en TintaLibre, dejaba escrito: "En las guerras solo existen víctimas y verdugos, y están en ambos lados. Nuestro trabajo consiste en contar sus historias, las únicas que explican lo que está pasando". Como excelente contador de historias, Ramón Lobo dejó escrita la suya, desgarradora, lúcida y siempre con fino sentido del humor y del amor, que llega estos días a las librerías: Pensión Lobo, habitación número 13. No se lo pierdan.

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