Isabel Díaz Ayuso impone la censura previa
Uno de los sucesos más comentados de nuestra guerra civil aconteció en la Universidad de Salamanca el día 12 de octubre de 1936 con ocasión de la apertura del curso por don Miguel de Unamuno. Existen numerosas versiones de lo que allí sucedió, pero lo cierto y que nadie discute, es la reacción del general Millán Astray ante las palabras de Unamuno a las que respondió con un rotundo grito contra la intelectualidad y la inteligencia terminando con un ¡Viva la muerte! Los tiempos han cambiado, pero el rechazo a la libertad de pensamiento y de expresión de las ideas permanece anclado en los sectores más reaccionarios de la sociedad española. Hay muchas formas de atacar, desde la política, la libertad de expresión y la cultura. Millán Astray odiaba la cultura, Díaz Ayuso la ignora, la desprecia y, lo que es peor, la censura.
La presidenta de la Comunidad de Madrid, haciendo uso de su divina potestad para manejar los caudales públicos, ha eliminado la subvención que desde hace unos años venía recibiendo el Ateneo de Madrid como aportación para afrontar los gastos necesarios para su mantenimiento y desarrollar sus actividades culturales. Entiende que las subvenciones son un patrimonio del que pueden disponer a su antojo como las antiguas regalías de los monarcas absolutos. Las subvenciones figuran en las partidas presupuestarias y consisten en la entrega de dinero o bienes y servicios realizada por una administración pública a un particular, persona física o jurídica, sin que exista la obligación de reembolsarlo. Las cantidades se entregan en atención a las actividades consideradas de interés y utilidad públicas.
Millán Astray odiaba la cultura, Díaz Ayuso la ignora, la desprecia y, lo que es peor, la censura
El enraizamiento del Ateneo en la vida cultural y política de nuestro país del está fuera de toda discusión. Como puede leerse en los medios: en 1835, al amparo de los vientos liberales, impuesto por la entonces Regente, María Cristina de Nápoles, se funda el Ateneo Científico y Literario, al que más tarde se añadirá el epíteto de Artístico; fueron los fundadores Ángel de Saavedra (Duque de Rivas), Salustiano Olózaga, Mesonero Romanos, Alcalá Galiano, Juan Miguel de los Ríos, Francisco Fabra y Francisco López Olavarrieta, imbuidos del más puro espíritu romántico-liberal. Se impone la libre discusión en las tertulias, que darán al debate abierto y sin cortapisas el protagonismo de una actividad intelectual que toma cuerpo en la llamada “Cacharrería”. Los cursos, las secciones, los ciclos de conferencias completarán el marco de una vida cultural febril y apasionada. La Biblioteca va adquiriendo cada vez más importancia hasta convertirse en referencia inexcusable de la Casa y constituye su mayor tesoro.
No merece la pena detenerse en la historia. Es el momento de afrontar y rechazar la decisión personal de la Presidenta de la Comunidad de Madrid ordenando retirar una subvención que sus antecesoras nunca habían cuestionado. La ley General de Subvenciones 8/2003, de 17 de noviembre, condiciona su concesión a que el proyecto, la acción, conducta o situación financiada tenga por objeto el fomento de una actividad de utilidad pública o interés social o de promoción de una finalidad pública. Se debe regir por los principios de publicidad, transparencia, concurrencia, objetividad, igualdad y no discriminación.
Señora Ayuso, se está internado en un terreno vidrioso. Sus artimañas están siendo contempladas por personajes que a lo mejor le suenan: El Duque de Rivas, José Echegaray, Mariano José de Larra, Concepción Arenal, Unamuno, Valle Inclán, Clarín, Galdós, Julio Caro Baroja, Azaña, Clara Campoamor, Gregorio Marañón, Carmen de Burgos son algunos de los incontables intelectuales que dejaron su impronta en el Ateneo Científico, Literario y Artístico de Madrid. Resultaba llamativo el déficit de mujeres, por lo que la nueva junta ha decidido corregirlo incorporando en los próximos años los lienzos de Rosa Chacel, Carmen de Burgos, Blanca de los Ríos y Nostench, Elena Fortún, Almudena Grandes, Victoria Kent, María Lejárraga, Carmen Llorca, Madame Anselma, Ana Mariscal, Carmen Martín Gaite, Margarita Nelken, Hildegart Rodríguez y María Zambrano. Pasarán a formar parte (algunas ya lo han hecho) de la Galería de Retratos de esta institución. Disculpe la larga lista de nombres, pero es para ponerla en situación.
Señora Ayuso, si alguna vez visita el Ateneo, estoy seguro de que todas estas efigies la mirarán con tolerancia y simpatía. Si me admiten estoy dispuesta a escucharla. Aparque sus agravios personales, si es que los hay, y mire por encima de su ego poniendo como prioridad los intereses de la comunidad. La cultura es la fuente del diálogo y el respeto a las opiniones ajenas, por supuesto siempre que sean respetables y, como dijo Montaigne, es incompatible con la arrogancia.
En el colmo del desenfado, cuando se le reprocha la retirada de la subvención o ayuda incondicionada a los gastos de mantenimiento y funcionamiento del Ateneo, no da la cara, y su Consejero de Cultura, en el mejor estilo de un charlatán de feria de pueblo, niega la mayor y sostiene que se sustituye por subvenciones finalistas a proyectos concretos que deberán pasar por el tamiz de su censura previa. Ya avisa que no habrá subvenciones si entienden que el proyecto no va a llegar a “un número nutrido de ciudadanos”. Se entiende que se reserva el derecho de admisión de textos, autores, intervinientes y, sobre todo, que el potencial público esté en el lado bueno de la historia. Ya me entiende. En definitiva, la decisión queda al arbitrio de su real agrado.
No sé si sabe que los organismos como el Ateneo, los Museos o los Teatros no pueden supeditar su programación y actividades a la compleja tramitación de un proyecto específico que se demora en el tiempo. Señora Ayuso, su atropello a la cultura encarnado en una institución tan ilustre como el Ateneo, en cualquier otra sociedad merecería el rechazo. Aquí, en su feudo, paraíso de la libertad, se sentirá apoyada por una legión de plumas a su servicio que la aplaudirán porque, al fin y al cabo, como es sabido se trata de una institución copada por rojos y republicanos. Afortunadamente, la vida del Ateneo no depende de sus decisiones sectarias. Se trata de una institución mundialmente conocida. Más allá del Madrid que usted gobierna, muchas personas y organizaciones contemplan atónitos esta insólita prepotencia, más propia de dictaduras que de una liberal como usted se proclama. Incluso la UNESCO pudiera hacerle alguna observación sobre su decisión, impropia de una sociedad madura y una democracia consolidada.
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José Antonio Martín Pallin. Abogado. Comisionado de la Comisión Internacional de Juristas (Ginebra). Ha sido Fiscal y Magistrado del Tribunal Supremo.
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