El oasis judicial de Feijóo

En el vasto desierto en el que durante los últimos meses se ha convertido la política española para Feijóo, el presidente popular parece haber avistado un oasis judicial. Mientras el horizonte económico del país se dibuja con trazos bastante más firmes de lo que Feijóo anhelaba, con récords de empleo y un paro en mínimos históricos, la oposición ha decidido fiarlo todo a seguir hablando de Begoña Gómez. Una vez más.

Es como si hubieran decidido que ganar elecciones es demasiado mainstream y que lo verdaderamente sofisticado es intentar derrocar gobiernos a golpe de querella. ¿Para qué molestarse en elaborar propuestas económicas cuando puedes lanzar acusaciones a diestro y siniestro? ¿Quién necesita un programa político cuando tienes un juez dispuesto a admitir denuncias basadas en recortes de prensa más endebles que un castillo de naipes en un huracán?

El PP parece haber encontrado en ella su particular piedra filosofal, capaz de convertir las más nimias conjeturas tendenciosas en oro puro para sus titulares. Es fascinante ver cómo han puesto todas sus fichas en esta particular ruleta judicial, como si el destino del país dependiera de las cartas de recomendación que haya podido firmar la “primera dama” o de las veces que un pseudomedio haya confundido a Begoña Gómez con una hostelera de Cantabria que se llama igual y le impute sus particulares subvenciones cántabras. El espectáculo ha alcanzado tales cotas de absurdez que uno casi espera ver a Manos Limpias presentando una denuncia porque Begoña Gómez utilizó un bolígrafo del Gobierno para hacer la lista de la compra. ¿Malversación de material de oficina? ¡Que rueden cabezas!

¿Qué pasaría si la oposición dedicara la misma energía que invierte en querellas y denuncias a elaborar propuestas constructivas para el país? ¿Y si en lugar de buscar atajos judiciales se centraran en convencer a los votantes con ideas y soluciones?

Mientras tanto, en el mundo real (ese lugar extraño donde los números importan), la economía española sigue dando alegrías (o disgustos para quienes lo fiaban todo al descalabro económico del país). En junio, el número de afiliados a la Seguridad Social rozó los 21,4 millones, una cifra sin precedentes. El paro se redujo en otras 46.783 personas, situándose en niveles previos a la crisis de 2008. Pero, aparentemente, para la oposición estos datos son mera anécdota frente al potencial mediático de una investigación judicial.

Además, es curioso cómo cambian las tornas. Esta misma semana Feijóo declaraba con solemnidad: "Si mi mujer estuviera sentada en el banquillo, habría presentado mi dimisión". Palabras que realmente resuenan con cierta ironía, considerando que la pareja de Isabel Díaz Ayuso, su mayor activo electoral en Madrid (y peor enemigo interno en el PP), no solo está sentado en el banquillo, sino que ha admitido dos delitos de fraude fiscal, aceptando una pena de 8 meses de cárcel y una multa de casi medio millón de euros. ¿Hasta dónde aplican sus declaraciones, señor Feijóo? ¿Se quedan fuera de las fronteras del PP madrileño o tal vez es una llamada de atención a una líder autonómica a la que pretende aleccionar?

El PP parece haber olvidado que las elecciones se ganan en las urnas, no en los juzgados. Su estrategia de fiar todo a una investigación prospectiva llevada a cabo por el juez Peinado es, cuanto menos, arriesgada. Ya pudieron comprobarlo en las recientes elecciones europeas, donde el interesado anuncio de la comparecencia de Begoña Gómez ante el juez en los últimos días de campaña apenas les reportó una victoria pírrica de dos escaños. Es como si no hubieran aprendido la lección. La estrategia de gritar "¡España se rompe!" cada dos días con la ley de amnistía no les funcionó, y ahora parecen empeñados en repetir la jugada con el caso Begoña Gómez. ¿No será que simplemente están disparando con pólvora mojada?

En este contexto, uno no puede evitar preguntarse: ¿Qué pasaría si la oposición dedicara la misma energía que invierte en querellas y denuncias a elaborar propuestas constructivas para el país? ¿Y si en lugar de buscar atajos judiciales se centraran en convencer a los votantes con ideas y soluciones? Quién sabe si algún día conoceremos la respuesta.

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