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Derechos sociales

Historia de una escalera con cinco madres okupas

Mery, una de las madres solteras, junto a su hija y su madre.

Son las 14 horas. Dos pequeñas corretean por una céntrica calle madrileña bajo el sol de un domingo que, sin duda, es diferente. Desde uno de los balcones de la calle Monteleón número 28 del barrio madrileño de Malasaña, la madre de una de ellas las observa. “Ya llegan”, afirma con una sonrisa Mery mientras saluda a las niñas. Desde la acera las chiquillas agitan enérgicamente sus manos devolviendo el saludo a las mujeres que se han apiñado en la galería para recibirlas. Se trata de cinco madres solteras que han decidido luchar por una vivienda digna, para ellas y para sus hijos.

La mañana del 26 de abril llegaron a La Leonera nuevos inquilinos. Cinco madres solteras, dos abuelas y ocho niños son ahora sus residentes. La Obra Social de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), junto con la Asamblea de Vivienda Centro, abrió las puertas del céntrico bloque de pisos. Vacío desde hace 17 años y sin nadie que aparentemente lo reclame, las 11 viviendas que lo conforman son ahora el hogar de cinco familias apaleadas por la crisis económica y los recortes sociales.

Sin ayudas y sin ingresos

“No hay ayudas para las madres solteras”, explica Vicky de 37 años y madre de dos niños a infoLibre. “No hay ayudas para las guarderías, ni hay trabajo que permita compatibilizar cuidar a los más pequeños y además poder pagar una casa con dos hijos”, recalca esta madre soltera que con menos de 900 euros mensuales tiene que hacer frente al alquiler, el agua, la luz y las necesidades más básica de toda su familia. “Cuando te ves en esta situación te planteas pagar la casa o la comida de tus hijos –expone Vicky–, y al final decides que primero se come y luego se paga”.

Con un café en las manos, recién traído por una de las muchas personas que apoyan la causa de estas mujeres, Mery se recuesta sobre uno de los colchones que guarnecen su improvisado nuevo hogar. La emoción del día de ayer, cuando entraron a ocupar el céntrico edificio madrileño, pasa factura: “Más aún si estás embarazada de ocho meses y medio”, asegura. Mery tiene 24 años y es madre de una niña de seis. En pocas semanas pasarán a ser uno más en la familia. “Con unos ingresos de 270 euros al mes y una manutención de 20 euros cada seis meses, cantidad que el padre de la pequeña estima adecuada, no es posible vivir”, relata desalentada esta madre soltera.

Ante la falta de apoyo por parte del Estado y la extinción de ayudas sociales, muchas de estas mujeres acuden a su familia más cercana en busca de respaldo. Sin embargo, “la mayoría de nuestras madres son también madres solteras, jóvenes y con dificultades para llegar a fin de mes”, explica Vicky. Así sucede con dos de las abuelas que también ocupan La Leonera. Con 55 años la madre de Mery, en número rojos desde hace meses, recibe una pensión de 380 euros. “Trabaje durante 17 años como camarera, hubo épocas en las que gané bastante dinero, pero no pensé en el futuro y lo gasté”, relata entre la tristeza y el aplomo. Después cayó en depresión. A la espera de que un tribunal médico decida si seguirá recibiendo la asignación por enfermedad, trata de ayudar a su hija, a su nieta y al bebé que viene en camino “con lo que puede”.

Invisibles para el Gobierno

A pesar de pertenecer a diferentes generaciones comparten vivencias parejas: precariedad laboral e invisibilidad para el Ejecutivo. “Durante un año trabaje como limpiadora, me daban de alta por horas y la mayor parte de mi sueldo me lo pagaban en negro –explica Mery–; cuando me quede en el paro me explicaron que sólo había cotizado dos meses”. Después de trabajar como personal de limpieza y camarera, esta veinteañera decidió seguir estudiando. Con la ayuda de las becas Remi logró obtener el título de peluquería. “Desde que hemos llegado aquí –afirma–, los vecinos nos han mostrado su apoyo, las trabajadoras de la peluquería de la esquina se han ofrecido a ayudarme y quizá, si hay suerte, tenga trabajo después de dar a luz, por el mes de septiembre”.

La historia de estas mujeres, marcada por el infortunio y la precariedad, las ha unido en una misma lucha: la defensa del derecho a una vivienda digna. “Todas nosotras nos conocemos de casi toda la vida –afirma Vicky–, hemos crecido en el mismo barrio, hemos jugado en las mismas calles y yo, que soy la más mayor, he visto como crecían”. Sin subsidios, sin pensiones alimenticias y sin ingresos estas cinco madres solteras reivindican “un alquiler social asequible”.

Las protagonistas de esta historia denuncian al Instituto de la Vivienda de Madrid (IVIMA) al Ayuntamiento, a la Comunidad de Madrid y al Gobierno, por el abandono de sus obligaciones y responsabilidades con las personas necesitadas. “Durante años solicitamos al IVIMA un piso de protección oficial –asegura la madre de Mery–, pero siempre nos fue denegado, a pesar de encontrarnos en una verdadera situación de necesidad”.

En un comunicado emitido por Vivienda Centro, este colectivo señala que los bancos y cajas “son las responsables últimas de la crisis que nos ha abocado a esta situación de vulnerabilidad y desamparo mientras constructoras, promotoras e inmobiliarias se han lucrado a nuestra costa”. El Gobierno no sólo rescata y protege a los principales culpables de la actual tesitura económica, también “se dedica a recortar los derechos básicos de todas y todos, y las mujeres somos en muchos casos las más perjudicadas por estas políticas”, puntualizan.

¿Sin alternativas? La lucha por Derecho Universal

Es en este escenario donde las ocupas de La Leonera han decidido actuar. La constructora Promociones La Fuente de Parla S.L. es, en teoría, la propietaria de este bloque de 11 pisos. Sin embargo, la empresa se encuentra inactiva y no presenta sus cuentas desde el año 2010. Por lo tanto, apuntan desde la PAH, lo más probable es que estas viviendas estén en manos de alguna entidad bancaria. “Nuestro propósito es que, una vez el propietario de la finca se ponga en contacto con nosotras, podamos negociar un alquiler social”, afirma Mery.

El apoyo de los vecinos a estas mujeres es doble: por un lado comparten su lucha por una vivienda digna, pero además estiman que la empresa titular de estos pisos merece pagar los platos rotos. Este céntrico edificio no sólo cuenta con 11 viviendas, también está provisto de un parking de última tecnología por el que muchos en el barrio avanzaron un depósito, explican desde la plataforma Vivienda Centro. Después de que la constructora se fuera a pique los vecinos se quedaron sin parking y sin dinero.

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"Ni casas sin gente, ni gente sin casas"

El edificio, reformado hace unos años, se encuentra en perfectas condiciones de habitabilidad, a pesar de no contar aún con suministros de agua y luz. A lo largo de esta semana, las cinco madres de familia trasladaran todos sus enseres a su nuevo hogar. Cada piso será concedido a una familia en función del número de hijos. “Son once pisos, cinco de ellos ya han sido ocupados, otros cinco serán para madres en nuestra misma situación y de nuestro grupo de conocidos –explica Mery–, queremos proteger a nuestros niños y que no entren desconocidos”.

Esta es la historia de cinco mujeres solteras, de dos abuelas y ocho niños. Aquel edificio cerrado durante 17 años tiene ahora nuevos inquilinos que corretean y juegan en sus escaleras y descansillos. Y han escrito en la pancarta que preside La Leonera el lema de su lucha: “Ni casas sin gente, ni gente sin casas”.

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