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'Yellowstone', reflejo de un pedazo del alma de los votantes de derechas en EEUU

Portada de la serie 'Yellowstone'.

La serie Yellowstone se encamina hacia su final. Será en noviembre y sin su protagonista, John Dutton, interpretado por un Kevin Costner que ha abandonado la producción tras discutir con el creador, Taylor Sheridan, y producir su propio western, Horizon.

Yellowstone, que puede verse en Movistar+ y en Sky Showtime, ha cosechado enormes audiencias en sus cinco temporadas y ha sido ninguneada por los premios de la industria de su país. 

El rancho más grande, los vaqueros más machos

La serie cuenta la gestión de John Dutton del rancho más grande de Estados Unidos. Un entorno de paisajes bellísimos, hombres alfa, a veces con más testosterona que calma, y mujeres rebeldes a lo Escarlata O´Hara de Lo que el viento se llevó

Y asesinatos. En cantidades notables. Algo que no sorprende si su propio creador la define como “El padrino en Montana”. Salvando el anormal número de cadáveres por episodio, el comportamiento de Dutton responde a ese clásico de la cultura estadounidense de que los tipos duros de verdad hacen las cosas a su manera. La ley es para flojos. 

Serie de estado rojo

La serie ha sido calificada como el máximo exponente de producto de estado rojo, en referencia al color que se adjudica a los estados que votan mayoritariamente al partido republicano, y que se sitúan en el vastísimo interior del país. 

Su creador se ha mostrado hermético respecto a sus posiciones políticas y no se resigna a ser encasillado. Hace referencia a su atención a la ecología o a ciertas conquistas de derechos para los nativos americanos. Conquistas que las propias comunidades niegan que se deban a la serie.

Resistencia ante la modernidad

Pero la exaltación del individualismo y la obsesión por mantener el statu quo como en el pasado entroncan con valores esenciales del alma republicana. Bajo todos los argumentos y tramas culebronescas, el meollo radica la resistencia de un modo de vida arraigado en el pasado ante los embistes de la modernidad.

Muchas veces, desde fuera de Estados Unidos, cuesta entender a qué está apelando Donald Trump en un discurso que nos parece delirante. Yellowstone ayuda a comprenderlo mejor, ensalza la América grandiosa, la América ideal.

Elegía rural

Trump ha elegido como su vicepresidente si ganara las elecciones a J.D. Vance. El político y empresario es también autor de un bestseller, que ha sido adaptado al cine y puede verse en Netflix, con el título Hillbilly, una elegía rural.

El filme se deja ver aunque no está logrado. La dirección de Ron Howard probablemente ha limado la psicología de los protagonistas. A pesar de todo, su atractivo reside ahora en mostrar un atisbo de otra América rural republicana, la frustrada, la que acumula mala suerte y resentimiento.

Los dos títulos ofrecen buenas opciones para imaginar, al menos en parte, lo que une el ámbito rural al voto conservador o trumpista en Estados Unidos y el desencuentro con la mentalidad multicultural de la vida en las ciudades.

Una serie en expansión

En una interesante entrevista a The Hollywood Reporter, Sheridan explica por qué puede expandir el universo Yellowstone: “Hay un montón de lugares en los que un estilo de vida que ha existido durante 150 años está chocando con una nueva manera de vivir” señala, refiriéndose al conflicto latente que más le interesa.

El autor ha convertido Yellowstone en un conglomerado en el que ya hay dos precuelas sobre la familia Dutton, 1883 y 1923. Se ha puesto en marcha una secuela, con el título provisional de 2024, que continúa desarrollando la historia de la saga en nuevos lugares.

Nuevos cabezas de cartel

Los rumores sobre la participación de Matthew McConaughey como protagonista llevan sonando más de un año. Recientemente ha habido confirmación y luego desmentido al respecto. 

Michelle Pfeiffer, Kurt Russell y Patrick J. Adams acaban de hacer pública su incorporación al reparto de esta nueva producción. Si nada se tuerce, Pfeiffer liderará una rama de la familia que deja Nueva York para trasladarse a Montana tras los sucesos finales de la serie Yellowstone. Y aún hay dos series más en camino, una también situada en el pasado, en 1944, y otra está en un proceso más temprano de creación. 

Un autor necesitado de muchos millones

Taylor Sheridan se ve obligado a escribir estas series y más porque ha firmado gigantes contratos por anticipado ante una necesidad imperiosa del dinero. Y lo quería para convertirse en la vida real en el protagonista que había escrito.

Yellowstone es una finca ficticia pero en Texas existe Los cuatro seises, un rancho mítico que apareció un par de veces en la serie. Cuando su anciana dueña murió el Estado llamó al guionista para decirle que lo iban a vender por lotes, que si le interesaba comprarlo entero.

Sheridan no tenía el dinero para hacerse con las más de cien mil hectáreas, la extensión equivalente a la de la ciudad de Los Ángeles. Pidió dos semanas para reunir la cantidad, firmó contratos por obras futuras y consiguió inversores. Pasó de los 20 millones de dólares que tenía a conseguir los 350 millones que necesitaba.

Caciques sin ley

Ahora, parte de sus series se ruedan en su propio rancho y con sus animales. Eso sí, se despega de la actitud de su protagonista. “Se supone que si eres dueño de una cantidad tan grande de terreno eres una especie de rey y no se te aplica la ley”, declaraba a The Hollywood reporter. “Nunca me he visto teniendo esa clase de influencia, aunque la haya escrito sobre John Dutton”, declara.

Una historia increíble más en la biografía de este escritor con la pinta exacta de un vaquero de anuncio, y que ha sido personaje invitado durante nueve episodios de la propia Yellowstone.

Actor antes que guionista

Sheridan pasó veinte años como actor antes de escribir su primer guion en 2011, Mayor of Kingstown. Lo vendió pero no quiso desarrollarlo durante una década porque le obligaban a ponerlo en manos de un equipo de guionistas más veteranos.

Esta obsesión por escribir en solitario ha definido su carrera y le ha convertido en uno de los guionistas más prolíficos. Además de las series mencionadas, ha escrito películas como Sicario, Wind river o Comanchería, con las que ha conseguido más nominaciones y premios.

Un episodio en un día

Sheridan afirma que ha escrito muchos episodios en ocho o diez horas. Prefiere los argumentos muy simples y dedicar el espacio a desarrollar los personajes. Por eso no le funciona el sistema de preparar una escaleta y dejar que un equipo la desarrolle.

Acabó mal incluso con el productor ejecutivo de Tulsa Kings, su serie con Sylvester Stallone como protagonista. Y se trataba nada menos que de Terence Winter, guionista de El lobo de Wall Street y creador de Boardwalk empire

Un escritor muy caro

Sheridan escribe muy caro. Sus episodios de las series del entorno Yellowstone cuestan entre diez y quince millones de dólares. Y no hace concesiones. Los productores tienen que buscarse la vida para encajar el guion en el presupuesto. 

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Está claro que con su mezcla de granjero y escritor ha encontrado una tecla que conecta con una parte del alma de sus compatriotas, la rural. La naturaleza es parte esencial de la pureza de este sueño americano. Un país casi perdido de vacas, caballos y llanuras sin fin. 

Una América grande

Una América que fue grande y a la que añorar, como dice Trump. Una parte significativa de la América rural que se detesta mutuamente con una parte significativa de la urbana.  

Resulta interesante tratar de encontrar claves de esas mentalidades irreconciliables. Yellowstone tiene a veces argumentos delirantes, un poco repetitivos, que tiran de tópicos, pero tiene una gran fuerza en lo evocador, en la grandeza, en el espíritu indómito con el que se imaginan a si mismas muchas personas que comparten ideales con la familia protagonista.

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