Los zapatos del poder y los Reyes Magos

Cómo va a saber Melchor si el libro de Pedro Sánchez se lo está dejando a Cayetana Álvarez de Toledo o a Yolanda Díaz, cuando el zapato que van colocar en la terraza la noche del día 5 de enero es exactamente igual. Unos stilettos de vértigo, que podrían ser de Mango, pero tienen más pinta de Jimmy Choo o Prada.

Igual de canutas las pasará Baltasar con Sánchez y Feijóo, y es que sus zapatos también se confunden. Tanto el presidente como el líder del PP comparten su querencia por los Oxford negros de piel de becerro con los cordones ciñéndolos al empeine. No hay nada que hermane más a los políticos que un par de zapatos. Si se mirasen más a los pies, dirían ‘Anda, pero si lleva los mismos que yo’ y entenderían que el exabrupto de turno es fruto de que le roza el meñique igual que a él en ese momento. Eso pudo ser lo que le pasó a Felipe VI en la jura del nuevo presidente. La interpretación del ceño fruncido quizá se debía a que los mocasines con borla le estaban matando, y así es muy difícil sonreír.

Los que son muy aficionados a borlas y hebilla doble son los de Vox, que cuando posan juntos parecen un catálogo de Scalpers. Solo con que cambiaran los mocasines de la marca pija española por unos de Dr Martens con calcetines blancos, se convertirían en modernos woke. Son los pequeños detalles los que marcan la diferencia. Pero para qué van a querer ser modernos si exprimir el pasado les renta más. 

Qué tortura no le estarían provocando a Ortega Smith sus castellanos como para que se le fuera la mano con Fernández Rubiño en el pleno del Ayuntamiento de Madrid. El dolor de pies continuo agria el carácter. Si le sumas la frustración por levantarte todos los días con el pie izquierdo siendo de un partido de ultraderecha, normal que ande cabreado por el mundo. 

Ahora que el fetichismo de pies se ha vuelto viral entre los más jóvenes en TikTok y la podofilia triunfa en Only Fans y desborda en wikiFeet, la imaginación vuela hacia cómo serán los pies maltratados del poder y por qué hay que calzarse modelos masoquistas según se escalan puestos, cuando las tendencias apuestan por los wrong shoes o zapatos políticamente incorrectos, como las chanclas de Jeniffer Lawrence vestida de Dior bajando las escaleras del festival de Cannes. 

Qué tortura no le estarían provocando a Ortega Smith sus castellanos como para que se le fuera la mano con Fernández Rubiño en el pleno del Ayuntamiento de Madrid. El dolor de pies continuo agria el carácter

La moda del poder nunca fue tan cómoda como ahora. Pero los políticos, proclives a avanzar más despacio que la sociedad, no se han parado a observar a Marta Ortega, presidenta no ejecutiva de Inditex, con sus sandalias tipo birkenstock ya sea verano o invierno —con calcetines calentitos de lana—. Le sobra poder como para no tener que subirse a unos andamios.

Acaba de arrancar la XV Legislatura, y si te asomas por una de las dos tribunas de prensa, que tienen vista cenital sobre la bancada socialista y la popular, se te encoge el corazón del sacrificio que hacen algunos y algunas. Sánchez suele sentarse con la pierna izquierda cruzada sobre la derecha, asomando el pinrel por la escalera lateral, con el cuero tan lustrado que hay que ponerse gafas de sol para observar los calcetines de topos rojos sin deslumbrarse. ‘Con lo a gusto que voy yo’, pensará Oskar Matute, de Bildu, que suele llevar el típico calzado eco de cordones burdeos, cuando al bajar los peldaños se topa con la extremidad presidencial.

“¿Desde cuándo tienen que ser cómodos los zapatos?”, me dice un diputado popular al percatarse de que estoy en el pasillo mirando a los pies en lugar de a la cara de los que entran y salen del hemiciclo. Debe tener algo de razón porque ni tan siquiera Irene Montero fue capaz de escapar a la dictadura de los zapatos de salón de 8 o 10 cm. 

Las que se están quitando son Margarita Robles y Ana Pastor, ambas de la misma quinta, que prefieren el tacón medio y ancho. A la que menos le ha durado el tacón de aguja es a Marta Lois. Comenzó la sesión de investidura con taconazos y por la tarde ya se los había cambiado por unos Mary Jane, que son tendencia a la par que llevaderos. Ahora que va a estar de campaña en Galicia, rescatará sus Converse para hacer kilómetros. 

Las razones por las que se asocian centímetros y edad son inversamente proporcionales, según sumas años disminuye la altura y en el caso de ellos, se ensanchan sin complejos. “Los zapatos de descanso van a acabar con el estilo en el Congreso” comenta otro diputado de derechas al paso de dos compañeras de bancada de más de 50, seguidas por José Luis Escrivá, ministro de Transformación Digital, tan contentos de gozar de una pisada amortiguada. Los Skechers, con su elástico a ambos lados del empeine, tienen club de fans entre los que se han dado cuenta de que comprimir los pies no logra que seas más respetado ni ganes en autoridad. Angela Merkel fue el mejor ejemplo del comfort shoe

Queridos políticos, ya que no os habéis portado tan bien este año, al menos tened consideración con los Reyes Magos y ponedles un zapato que os represente, en lugar del que usáis para disfrazaros. 

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