Ataques en Magdeburgo: la cautela como arma Ruth Ferrero-Turrión
Los extranjeros y la violencia de género
Los extranjeros maltratan, violan y matan por machistas, no por extranjeros; lo mismo que ocurre con los españoles, que no lo hacen por haber nacido en España, sino por ser machistas.
La estrategia de la ultraderecha con el acompañamiento de la derecha siempre ha sido la misma, buscar un argumento para desviar la mirada de la realidad creada por su modelo androcéntrico y, de ese modo, evitar su cuestionamiento y continuar con la desigualdad y el reparto de privilegios establecido por ella.
Es lo que hemos visto a lo largo de todos estos años. En primer lugar, se reconoció la violencia contra los menores y contra las personas ancianas, pero no contra las mujeres; después, una vez reconocida, se habló de “denuncias falsas”; más adelante, de la violencia ejercida por las mujeres con sus conocidos eslóganes de “la violencia no tiene género” o “violencia es violencia”; después pasaron a la victimización de los hombres y llegaron hasta a explicar el suicidio masculino como consecuencia de la maldad de las mujeres y de sus “divorcios abusivos”. Más adelante, visto el escaso éxito de todos esos mensajes, se pasó directamente al negacionismo de la violencia de género, y ahora recuperan, pues no es nuevo, el argumento de los extranjeros para hacer una “oferta global” que incluya a los menores y a los adultos como responsables de la criminalidad que les interesa: robos, violencia en la pareja, agresiones sexuales, terrorismo… Lo importante es el mensaje de fondo a favor de la identidad territorial nacional y, por supuesto, androcéntrica.
La pobreza de sus argumentos solo es reflejo de la mirada tan corta que tienen. Más allá del ombligo todo lo ven borroso como consecuencia de la miopía cultural que padecen, una alteración que no se corrige con lentes, sino con lecturas, y eso, en esta época de redes y enredos, es complicado de conseguir.
Pero lo más sorprendente es que, al intentar desviar la mirada de la violencia de género, lo que en realidad hacen es demostrarla, pues las razones que utilizan y reflejan las estadísticas demuestran y refuerzan que está enraizada en la construcción cultural que hay detrás, con independencia del país al que nos refiramos.
El planteamiento esencial que hacen para relacionar la violencia de género con agresores extranjeros es que el número de homicidios que cometen, con relación a la población extranjera de nuestro país, es más alto que el que llevan a cabo los españoles respecto a la población nacional. Es decir, la tasa de homicidios por cien mil habitantes en extranjeros es más alta que la tasa en españoles. Y se quedan ahí, como si no hubiera otros factores que inciden en el resultado del homicidio.
De ese modo obvian un factor importante, como es la edad a la que se cometen la mayoría de los homicidios por violencia de género, puesto que las circunstancias de las relaciones de pareja, el contexto personal y la manera de vivir y responder a lo que se percibe como una pérdida de control sobre la mujer, se expresa de manera diferente en los distintos grupos de edad. Esos elementos, entre otros, hacen que el grupo de edad en el que se responde con mayor violencia sea el de los 20-49 años, y sucede tanto en españoles como en extranjeros. Pero mientras que en la población de hombres españoles de más de 15 años los del grupo de 20-49 representan el 38,1% del total, en la población extranjera los hombres de ese grupo suponen el 58,1% de todos los hombres extranjeros (INE, 2022).
De manera que la proporción de hombres extranjeros en las edades más violentas es mucho mayor que la de españoles, concretamente 30 puntos más alta. Esta circunstancia hace que el 80,9% de todos los homicidios cometidos por extranjeros corresponda a esa franja de edad, mientras que los homicidios por españoles a esas edades representan el 56,4% de todos los asesinatos por violencia de género realizados por españoles.
Si hubiera una proporción similar de extranjeros y españoles en las edades más violentas los resultados serían cercanos.
Pero como el objetivo es manipular la realidad, otro de los argumentos que utilizan con los extranjeros es relacionar sus homicidios con la región de Latinoamérica y de África, especialmente del norte, y con la idea de que el agresor de otro país mata a una mujer española, algo que no se corresponde con la realidad.
Los extranjeros maltratan, violan y matan por machistas, no por extranjeros. La estrategia de la ultraderecha siempre ha sido buscar un argumento para desviar la mirada de la realidad creada por su modelo androcéntrico
Según los datos del informe del Observatorio de Violencia sobre las Mujeres del Ministerio de Igualdad (2022), el 58,4% de los homicidios los cometen hombres españoles sobre mujeres españolas, el 24,6% extranjeros sobre extranjeras, el 6,4% un agresor extranjero sobre una mujer española, y el 8,4% un agresor español sobre una mujer extranjera. En el periodo 2003-2021, 761 hombres españoles han asesinado a 663 mujeres españolas y 102 extranjeras, y 366 hombres extranjeros han asesinado a 78 mujeres españolas y 288 mujeres extranjeras.
Y en cuanto a las regiones de origen de las víctimas extranjeras, encontramos que el 32,4% eran de la Unión Europea, el 13,8% de África, el 35,6% de Latinoamérica y el 18,4% de otras regiones. Una realidad muy diferente a la que intentan presentar con su “negacionismo intermitente”, que solo reconoce la violencia de género para decir que la cometen los extranjeros.
Toda esta situación demuestra la manipulación que desde las posiciones más conservadoras y machistas hacen de aquellos elementos que cuestionan su modelo de sociedad, y para ello no dudan en cuestionar de manera independiente la violencia de género y a las personas extranjeras, y mucho menos lo hacen a la hora de juntar las dos ideas para generar más impacto y distancia de la realidad.
Al final lo que queda claro es que los asesinos en violencia de género matan por machistas, no por el lugar donde han nacido. Pero también que cuando el grado de machismo es más intenso el riesgo es más alto, y que aquellas personas que viven bajo las políticas de igualdad que cuestionan las circunstancias que dan lugar a la violencia contra las mujeres y desarrollan medidas para actuar contra ella, como se hace en España, toman conciencia de la realidad y manejan otras opciones diferentes a la violencia para resolver sus conflictos.
La conclusión es sencilla: el machismo mata y la Igualdad previene la violencia de género. Por eso, a pesar de que en la actualidad el riesgo es mayor debido al cuestionamiento que las mujeres hacen de la violencia y del control que intentan imponer sus parejas, gracias a las medidas desarrolladas los homicidios han disminuido un 18,4% en la segunda mitad del periodo estadístico.
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Miguel Lorente Acosta es médico y profesor en la Universidad de Granada y fue Delegado del Gobierno para la Violencia de Género.
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