Ignacio Ellacuría, teólogo y filósofo de la liberación Juan José Tamayo
Pedro Sánchez y el documental maldito
Salta la noticia: El País estrena, en exclusiva y para suscriptores premium, un impagable testimonio de la vida monclovita. Moncloa: cuatro estaciones. Viva Vivaldi. El periódico más leído de nuestra nación dedica una amplia entrevista a su réalisateur, Curro Sánchez Varela, en la que desgrana su currículo: un documental de Paco de Lucía (su padre), otro de Malú (su prima) y otro de Curro Romero (parentesco por determinar). «Se había convertido en un documental maldito», asegura el redactor, «que nadie se atrevió a emitir». Por algo sería.
Avance de minuto y medio. La cámara entra en las suntuosas salas del palacio de la presidencia. Dos empleados extienden, con gran alharaca, un mantel blanco sobre una mesa redonda. Voz en off sobre el trasiego del personal doméstico: «Todo el mundo hemos escuchado lo que es la Moncloa, pero no sabemos cómo funciona». Cara del asesor parlante; retratos de Zapatero y Aznar pésimamente iluminados. Musiquilla de piano. «Pues sí que es verdad que la primera vez impresiona», comenta una zagala. Impactantes declaraciones. Unos criados sirven la mesa. Escena de Pedro Sánchez metiéndole prisa a los ministros: mira el reloj y exclama, «venga, vamos a empezar». Escenas de ayudantes explicándose cosas que ellos ya saben, pero para que las entienda el espectador. «En una semana… lo que ha avanzado esto». Ay va, la virgen. Llevan casco de obra y chaleco reflectante: no les falta un perejil. Una señora, con los brazos cruzados, mira ceñudamente por la ventana. Alguien explica el importantísimo papel de «los sherpas»: la avanzadilla presidencial. En un televisor de mentira, salen unos montañistas trepando el Everest. Vuelve Sánchez: los personajes se saben grabados y actúan regular. Más ayudantes declarando a cámara lo imprescindible y trascendental que es su trabajo. Un empleo adrenalínico. El presidente, en off: «A veces pienso que me conocen mejor que yo a mí mismo». Un señor calvo se sincera ante el documentalista: «Tenemos que saber lo que vale cada día, y cada día que estamos aquí vale un mundo». Ay, que me emociono.
¿Veremos al presidente cortándose las uñas de los pies? ¿Se descubrirá que la oposición ha sobornado al cocinero para que escupa en la sopa? Un país está pendiente del curso de estas revelaciones. ¿Quién le plancha los calzoncillos a Pedro Sánchez? ¿Cuál es su helado favorito?
¿Primer capítulo? El 20 de octubre. ¡Mañana! Me carcome la emoción, me mina el entusiasmo. ¿Qué reveladoras confidencias nos tendrá reservado este valeroso producto audiovisual? ¿Cuáles serán los motivos que han impedido su emisión hasta hoy? ¿Veremos al presidente cortándose las uñas de los pies? ¿Se descubrirá que la oposición ha sobornado al cocinero para que escupa en la sopa? Un país está pendiente del curso de estas revelaciones. ¿Quién le plancha los calzoncillos a Pedro Sánchez? ¿Cuál es su helado favorito? Los asesores, ¿nacen o se hacen? ¿Saldrá Ábalos apurándose un pitillo antes de esconderse en la bodeguilla del presidente González?
Lo que hubiese dado por estar en la reunión en la que los jefazos de PRISA decidieron que El País debía (¡debía!) ofrecer este largometraje a la opinión pública. «Pero si está maldito», avisó un consejero. «El espíritu de Polanco nos protege», sentenció otro.
Voy a comprar palomitas. Mientras tanto, repasaré la sección de nacional, que no me he enterado bien del asunto del fiscal general. La verdad es que, visto lo visto, no tengo motivos para desconfiar del posicionamiento editorial.
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