ORGULLO 2024

Las personas trans celebran su primer Orgullo con una ley consolidada: "Ha venido a devolvernos la dignidad"

Imagen de archivo de una persona sosteniendo una bandera trans.

Mar Cambrollé atiende al teléfono visiblemente contenta. Está a punto de impartir un taller sobre los orígenes del movimiento organizado en torno a las personas trans, sobre las primeras manifestaciones, las huelgas de hambre, las reivindicaciones históricas y las victorias anotadas. Se siente optimista porque está convencida de que la batalla empieza a dar sus frutos. Hace algo más de un año, la presidenta de la Federación Plataforma Trans se quedaba casi sin fuerzas en una contienda que parecía interminable por sacar adelante la Ley trans. Hoy, asiente convencida, todo ha ido a mejor. 

"La batalla cultural la estamos ganando, se pongan como se pongan. Si nos quedamos hablando de miedo y no hablamos de conquistas, nos estamos dando por vencidos", afirma  apresuradamente tras contestar a la llamada de este periódico. No es sólo una forma de hablar, la activista lo ve allá donde mira: "Hemos cambiado aulas hostiles por centros educativos que nos protegen, hemos pasado de la total ausencia de sanidad a tener atención sanitaria en el sistema público y ya no hay palizas a los niños", subraya.

El 28 de febrero de 2023 el Boletín Oficial del Estado (BOE) publicaba una ley clave para el colectivo. Sacarla adelante no fue una tarea sencilla: por el camino se topó con la oposición explícita de sectores de peso y con una negociación que no parecía nunca llegar a buen puerto. Muchas de las feministas que hicieron camino en la lucha por la emancipación de las mujeres, miraban ahora de reojo a las pretensiones de sus compañeras trans y advertían de las consecuencias que tendría el texto legal. El aviso caló en una parte del Partido Socialista que se resistió a refrendar algunas de las propuestas inicialmente planteadas en la norma.

Pero finalmente, la ley salió adelante. Para Mar Cambrollé significa mucho más que un simple papel: "Es el avance más importante en 46 años de democracia en lo que respecta al reconocimiento legal de nuestros derechos". La celebración, en esos términos, está de sobra justificada. "Hemos tenido que sufrir décadas en los que el Estado exigía cirugías genitales primero y esterilización química después", abunda la activista. Un atentado a los derechos fundamentales hasta ahora normalizado. Por eso la ley ha venido a "devolver la dignidad a las personas trans".

Erik García preside la organización zaragozana Visión Trans y en los últimos años se ha habituado a encajar en su rutina los desplazamientos a Madrid. "Desde 2015 presentamos el primer borrador para poner negro sobre blanco, fueron siete años de manifestaciones, recogida de firmas y dos huelgas de hambre", rememora, hasta que los primeros borradores aterrizaron en el seno del Gobierno.

Y a pesar de las idas y venidas, hoy las personas trans ya "no tienen que pagar el hecho de cambiar sus datos al precio de una patologización". La libre determinación ha permitido cambiar el nombre y el sexo legal en el Registro Civil "por declaración propia, en tres meses, sin ningún proceso psicológico, ni tratamiento hormonal o quirúrgico". "Ahora tenemos protocolos en educación que previenen la LGTBIgobia y tenemos un reglamento para garantizar nuestro acceso a un puesto de trabajo", hilvana el activista. "Ahora podemos llevar una vida natural".

Tareas pendientes

La celebración no opaca, sin embargo, la visión crítica. También hay ausencias, algunas muy significativas. "Igual que hemos criticado que Isabel Díaz Ayuso tenía congelada la ley autonómica, tenemos que lamentar que más de un año después el Ministerio del Interior todavía no ha dado instrucciones para que las personas trans migrantes vean lo que la ley les garantiza", denuncia Cambrollé.

La activista recalca igualmente que no todos los registros están cumpliendo con los plazos, por lo que es fundamental mejorar la vigilancia en ese sentido. "Los registros tampoco pueden inventarse requisitos no regulados, como la petición de informes sobre disforia de género", señala, una situación que las organizaciones están constatando en determinados territorios. "Es necesario y urgente que el Ministerio de Justicia envíe un manual sencillo donde se inste a respetar los tiempos, se señalen los requisitos y se esté vigilante ante cualquier fraude".

Pero si alguien sabe de ausencias, ese alguien son los menores. Amaia Martín forma parte de la asociación vasca de familias de menores transexuales Naizen. "La ley trans ofrece garantías y seguridad… siempre que seas mayor de doce años. Los menores están fuera", lamenta. El encaje de los menores fue objeto de un arduo debate y de ello dan cuenta las alteraciones que se fueron introduciendo en el texto a medida que avanzaba la negociación entre los socios. La ley establece varios tramos de edad para determinar los derechos de los menores de edad. Por debajo de los doce años, los niños y niñas tendrán la posibilidad de acceder a un cambio de nombre, pero en ningún caso a la modificación del sexo registral.

A pesar de ello, la hija de Amaia Martín trató de iniciar el proceso a los once años. Hacía seis desde que "hizo el tránsito viviendo como lo que es", así que sus padres decidieron hacer la solicitud formal en el Registro Civil. Eran conscientes de que la ley no les daba amparo, pero querían intentarlo. Y en realidad, no fue una idea descabellada. Varios jueces han ido concediendo en este año y medio cambios registrales a menores, a edades inferiores a las contempladas en la norma.

"Admitieron a trámite la solicitud y pasamos por el proceso judicial", narra Martín. La jueza lo tuvo claro: la niña es "lo suficientemente madura", así que "falla a su favor". Pero poco después llega una notificación: la Fiscalía de Menores ha recurrido la sentencia. Tras una serie de idas y venidas en los tribunales, finalmente la justicia deniega el cambio. "La Fiscalía puso el recurso quince días antes de que ella cumpliera doce años. Como el proceso había sido iniciado antes de los doce, nos han denegado el cambio y nos han dicho que tenemos que volver a pasar por todo el proceso", denuncia la madre. 

La niña vive en consonancia con su identidad desde que tiene uso de razón. "El cambio lo hizo a los cuatro años", relata la madre, así que la menor "no entiende por qué este trámite tan sencillo" no es accesible para ella. La pequeña lleva tiempo con el DNI caducado "porque no lo quiere cambiar hasta que aparezca su M". La incomprensión, señala su madre, es mayúscula: "La ley está en contra de que una persona menor pueda decir quién es".

Los dardos

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Inseguridad jurídica. Fue una de las principales advertencias que sobrevolaron en torno a la ley. En ese punto, entró en juego el posible fraudeque todavía hoy algunas voces jalean. La actual ministra de Igualdad, Ana Redondo, ha desmentido que este sea un problema significativo, o una tendencia, o un escollo insalvable: "No podemos hacer de la excepción categoría", decía en entrevista con este diario.

"Sigue siendo un bulo más de las personas reaccionarias. Antes de que la ley estuviera lista, ya se hablaba de fraude", arremete Mar Cambrollé. Amaia Martín habla también de "bulos y desconocimiento" como dos fenómenos que se retroalimentan. "Falta mucha información, trabajar la visibilidad y tener más respeto ante todas las situaciones", sentencia. Para Erik García, el único riesgo real es el que entraña "seguir permitiendo estos discursos de odio y esta criminalización" contra las personas trans. 

Pero los activistas arañan también aquí la parte positiva. Cambrollé pone el acento sobre la existencia de hemeroteca y apela a la paciencia: "En mi tiempo, si no hubiésemos guardado los recortes de prensa como si fueran un tesoro, no podríamos haber dado testimonio. Pero hoy todo deja huella y el mayor testigo es la hemeroteca". García cree que incluso el ruido ha sido útil para "darse cuenta de quiénes están realmente a favor de los derechos fundamentales". Y Martín se queda con el abrazo cómplice de su entorno: "En el barrio, en el cole, en el club de tiempo libre, he visto que la gente no se quedaba sólo con lo que decían en televisión. Con el tiempo, hemos visto que esto se está visibilizando y la gente no sólo lo comprende, sino que quiere acompañar".

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