"Intrafamiliar"

El objetivo de la derecha y la ultraderecha al legislar sobre la violencia intrafamiliar no es abordar la violencia que se produce dentro de las familias, sino que no se hable de violencia de género.

Nunca les ha importado la violencia intrafamiliar.

La Medicina Legal y Forense ha estudiado la violencia familiar, especialmente la dirigida contra los niños y niñas, prácticamente desde sus orígenes. Ya en 1626 Paolo Zacchia, considerado el padre de la disciplina, describió en profundidad el maltrato infantil, y dos siglos después, en 1879, Ambroise Tardieu realizó diferentes trabajos sobre la misma materia mostrando cómo desde hace cuatro siglos la sociedad ha tenido conocimiento sobre la violencia familiar, y la derecha y ultraderecha nunca han propuesto una legislación específica que la abordara en sus diferentes manifestaciones.

Cuando el conocimiento científico y los cambios sociales definieron la violencia de género como una violencia distinta al resto de las violencias interpersonales, y se conoció su dimensión y gravedad, se entendió la necesidad de legislar de manera específica sobre ella para abordar sus elementos con eficacia, y se desarrolló la LO 1/2004, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género. A partir de ese momento, la derecha y la ultraderecha, que no habían propuesto ni hecho nada sobre violencia intrafamiliar, comenzaron a demandar que se legislara sobre esta violencia con el único objetivo de esconder en ella la violencia que sufren las mujeres, pues ni siquiera han legislado sobre la violencia intrafamiliar cuando han contado con una mayoría absoluta (2011-2016), puesto que en esos años no habrían podido cambiar la Ley Integral contra la violencia de género, revelando que su objetivo de ocultar esta violencia no se podría haber llevado a cabo.

Plantear ahora, como han hecho con diferentes argumentos el Consejero de Salud de la Junta de Andalucía, Jesús Aguirre, el Presidente de Castilla y León, Fernández Mañueco, el próximo presidente del PP Núñez Feijoo, o la Presidenta de Madrid, Díaz Ayuso, que hay que abordar “todas las violencias” y hablar de “violencia intrafamiliar”, no busca mejorar la atención a las 600.000 mujeres que sufren la violencia ni protegerlas mejor para que no sean asesinadas 60 de media cada año. En ninguna de sus declaraciones han hecho referencia a lo bueno que será para las mujeres una legislación diferente, sino que lo único que han planteado es que hay otras personas que sufren violencia.

Su objetivo es doble. Por un lado, como hemos apuntado, que no se hable de violencia contra las mujeres, y por otro, presentar a la familia como marco sobre el que resolver la violencia que ejercen los hombres. Si la referencia es la familia en lugar de la mujer, significa que quien decide sobre lo ocurrido y mantiene una posición de autoridad es la persona asignada para tal cometido, el pater familias que todavía recoge nuestro Código Civil, es decir, el hombre que tiene la responsabilidad de mantener el orden dentro de la familia y resolver los conflictos que se presenten. La violencia que ejerza ese hombre no se presentará como una agresión a la mujer, sino como una restauración del orden alterado por la conducta de la mujer. Esta situación llevará al mismo escenario que existía con anterioridad a la ley integral, a una invisibilidad de la violencia que sufren las mujeres para luego hacer creer que lo invisible es inexistente.

El por qué se hace este planteamiento ahora no es nuevo. Lo hacen porque ahora pueden trasladar sus propuestas a hechos, como sucedió en 2002 con la Ley Integral. En septiembre de ese año el PSOE presentó una proposición de ley integral que fue rechazada por el PP gobernante, en aquel entonces con Vox entre sus filas. Dos años más tarde, cuando el PSOE presentó la Ley Integral votó a favor para no quedarse fuera de la foto de la mayoría, puesto que su negativa no habría tenido consecuencia alguna, pero sí lo habría señalado. Ahora de nuevo el “PPox”, es decir, el PP con Vox, como antes de la escisión, quieren volver a 2002 porque sus planteamientos tienen la posibilidad de traducirse en hechos y, de ese modo, ganar el voto de todo aquello que impregna el machismo, que como construcción cultural es mucho.

¿Van a decir ahora que la nueva “ley de violencia intrafamiliar” va contra las familias, como dicen que va contra los hombres la Ley Integral contra la violencia de género?

Se equivocan. La violencia de género es diferente al resto de las violencias interpersonales, no se puede reducir a la convivencia en familia puesto que también se presenta durante el noviazgo, antes de que ésta comience, y se siguen produciendo una vez que la relación familiar ha terminado por parte de las exparejas. Las motivaciones y objetivos son diferentes al resto de las violencias, por eso el informe presentado el 14-3-22, Impacto de la pandemia por covid-19 en la violencia de género en España, realizado por la Universidad de Granada, muestra un comportamiento diferente de la violencia de género y de la doméstica bajo las mismas circunstancias de la pandemia. Y mientras que las denuncias por VG recogidas en el Registro Central del Ministerio de Justicia descendieron un 8’4%, las de violencia doméstica aumentaron un 8’2%. Son violencias distintas y se comportan de manera diferente.

Ocultar la violencia de género entre la violencia intrafamiliar, cuando 60 mujeres son asesinadas de media cada año y más de 600.000 son maltratadas; cuando a pesar de todos los recursos, campañas e información sólo se denuncia un 25% del total, y cuando el 80% de las mujeres asesinadas nunca habían denunciado antes la violencia que termina asesinándolas, podrá aportarle algún rédito electoral inmediato por parte de un machismo cabreado que anda por las calles, los medios y las redes vociferando sus proclamas, pero a medio plazo se volverá en contra de quienes niegan a las mujeres la oportunidad de salir de la violencia y vivir una vida digna. No se dan cuenta de que lo que más se afecta es la confianza de las mujeres y de la sociedad en el sistema, porque ¿qué confianza van a tener a la hora de acudir a unos recursos para ser atendidas por una violencia que es negada por quienes han de atenderlas? Lo mismo que muy pocas personas con coronavirus irían a una consulta donde el médico fuera un negacionista de la pandemia, muy pocas mujeres acudirán a los pocos recursos que pongan quienes niegan y ocultan la violencia que sufren por parte de los hombres.

¿Van a decir ahora que la nueva “ley de violencia intrafamiliar” va contra las familias, como dicen que va contra los hombres la Ley Integral contra la violencia de género, que los miembros de la familia han “perdido la presunción de inocencia”, y que sólo porque te denuncie alguien de la familia te detienen?

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