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El pacto ya es lo de menos

En un primer momento, teniendo a la vista argumentos técnicos y de cálculo de escaños, la preocupación principal era que la situación pudiera desbloquearse y Sumar y Podemos alcanzaran un pacto. Yo misma argumenté a favor de ello hace un par de días. Pero el clima ha cambiado en poco tiempo, y ahora hay que tener en cuenta motivos de índole política que pesan aún más que los técnicos y que pueden redibujar las previsiones. Un estado de ánimo predomina entre analistas y comentadores: el desánimo y, lo que es peor, la vergüenza. Elizabeth Duval decía el viernes que la única esperanza de aquí al 23J es que la izquierda deje de dar vergüenza.

Por decirlo claramente: si Podemos continúa con la actitud destructiva que ha mostrado esta semana, lo de menos será ir en coalición, porque esa actitud por sí sola puede destruir la campaña. Si siguen así, Podemos puede lograr que se pierdan las elecciones. Como me hundo, destruyo al de al lado; destruyo y me autodestruyo; morir matando.

Sumar ha hecho la oferta que podía hacer, ofreciendo condiciones adecuadas a la correlación de fuerzas y la rendición de cuentas que suponen los resultados electorales de las autonómicas y municipales. Sus aliados se mantenían en una posición constructiva y discreta, aceptando lo ofrecido. En cambio, desde el principio Podemos boicoteó las conversaciones (por no remontarnos a la nefasta actitud desde que Yolanda Díaz fue nombrada sucesora). El farol de unas supuestas conversaciones con ERC que ERC tuvo que apresurarse a desmentir. La astracanada de presentarse en solitario en la Comunidad Valenciana, donde han obtenido exactamente cero escaños el 28M. El estiramiento de las negociaciones hasta horas antes del cierre del plazo. La consulta a sus bases, que por cierto desde 2017 se realizan sin auditorías externas, cuando el plazo de las conversaciones ya estaba prácticamente agotado, solamente para enturbiar y ganar tiempo. Y, por supuesto, Pablo Iglesias desde fuera acusando a Más Madrid, Comunes y Compromís de falsos vetos y desmintiendo las declaraciones de los propios órganos de Podemos, de modo que cada uno de sus comentarios en medios condicionaba los pasos del acuerdo.

Requeriría un comentario aparte por qué Pablo Iglesias tiene que dirigir de este modo el devenir político de Podemos. Retuiteaba a Ione Belarra: “Toda la confianza en vosotras, compañeras”. Toda la confianza, Pablo, significaría dejar de entrometerte en la dirección que a Podemos quieran dar sus actuales cargos orgánicos y, especialmente, secretaria general; lo cual resulta especialmente sangrante cuando toma esos tintes de condescendencia masculina hacia una mujer a la que de facto no permites dar ni un paso sola sin tu visto bueno.

En estos momentos, creo que puede constatarse, no sin amargura, no sin resignación, que el pacto en sí es ya casi lo de menos. El viernes conocimos que finalmente, a última hora, Podemos se integraba en la coalición de Sumar. Debería ser el primer paso para el optimismo. Y, sin embargo, si algo nos han demostrado las últimas 48 horas, es que el cierre o no del pacto ni siquiera va a ser lo más decisivo. A esta hora (ya no se puede decir ni siquiera en el día de hoy, porque el asunto cambia por horas), lo último que hemos conocido es la carta que Ione Belarra ha enviado a los inscritos, en la que anuncia que su partido “no acepta el veto” a Irene Montero y que presionará “hasta el último minuto” para que la acepte en las listas. Continúan igual: como escribió Antonio Maestre hace ya 10 días, se demuestra que lo único que importaba realmente era los nombres propios: mantener a Irene Montero. Este es exactamente el espectáculo vergonzoso por el que cada día se pierden votos. Como decía este periodista, Podemos debe cesar de operar como si se tratara de mantener los sillones para un negocio familiar. El 23J no es la venta de Waystar RoyCo en Succession. Podemos no es la familia Roy defendiendo como tigres sus intereses privados familiares en el consejo de accionistas. ¿O sí? Esto tiene que parar: el 23J se juega la posibilidad de evitar un gobierno PP-Vox. No podemos perder ni un día más. No podemos ver ni un palo en las ruedas en la campaña: ni por ir a tales o cuales televisiones, por hacer actos de tal o cual manera o por qué banderas se sacan. Simplemente, no nos lo podemos permitir. A menos que se trate de la hipótesis más oscura: que Podemos prefiere un gobierno de extrema derecha que le permita volver a los cuarteles de invierno y reconstituirse. Me temo que, con este espectáculo, a estas alturas la carga de la prueba está en su tejado.

El 23J no es la venta de Waystar RoyCo en 'Succession'. Podemos no es la familia Roy defendiendo como tigres sus intereses privados familiares en el consejo de accionistas. ¿O sí?

En todo caso, hecho el pacto con mimbres frágiles, hay ahora entonces tarea si cabe mayor: unir fuerzas en una campaña decisiva para mantener el Gobierno. Como argumenta este sábado Jesús Maraña, los datos del 28M no muestran una victoria tan aplastante del PP como a ellos les gustaría. Hay partido, siempre que el bloque progresista aproveche al máximo sus capacidades. Hay puntales de gestión a los que agarrarse. El gobierno de coalición ha tenido que enfrentar desafíos terroríficos como una pandemia o una guerra en Europa y, pese a los errores, los aciertos han sido notables. El mantenimiento de los precios de la energía, la reforma laboral, la subida del SMI, los ERTES. El PSOE debe sacar pecho y Sumar debe hacer lo propio, pues no cabe duda de que los logros de Yolanda Díaz como ministra de Trabajo son el mayor aval para la coalición. Todo lo que no trabaje en esa dirección demostraría, de nuevo, la más profunda irresponsabilidad respecto del país. 

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Clara Ramas San Miguel es filósofa, política, profesora en la Universidad Complutense de Madrid y autora del ensayo 'Fetiche y mistificación capitalistas. La crítica de la economía política de Marx' (Editorial Siglo XXI). Acaba de traducir y publicar también una edición de 'El 18 Brumario de Luis Bonaparte, de Karl Marx' en la editorial Akal.

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