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BUZÓN DE VOZ

Con la vivienda a cuestas

A las 14:25 horas de este viernes recibo una nota oficial del Partido Popular que recoge la intervención de su presidente, Alberto Núñez Feijóo, en el Foro La Toja (ver aquí qué es lo que es). Y reza así el comunicado: “Feijóo reclama tratar ya la situación excepcional de la vivienda y anuncia un plan integral para este mes…” ¡Eureka! Hay que celebrar una noticia estupenda: parece que Feijóo asume que centrar el debate público en la amnistía, ETA, Venezuela o la ruptura de España resulta un poco extraterrestre cuando millones de personas viven al borde de la pobreza o de la rebelión ciudadana (o ambas cosas) por culpa de los costes inasumibles que supone pagar por tener (aunque sea temporalmente) un techo bajo el que resguardarse.

Vamos a cerrar ojos y oídos, contar hasta mil e incluso obviar el hecho de que las competencias sobre vivienda están mayormente transferidas a comunidades autónomas y ayuntamientos y que el PP gobierna en once de las 17 comunidades más las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla. “No se puede esperar a la Conferencia de Presidentes de diciembre”, clama Feijóo. No se debió esperar a que el líder del PP viera la luz en La Toja, añado yo. Pero bienvenido sea. Hablemos de lo que más importa: de conciliación, de reducción de jornada, de vivienda… ¡Ya era hora!

Sé que la necesidad obliga, y que el PP ha visto en las encuestas lo mismo que sabe el Gobierno de coalición: donde se juega la confianza política en los próximos años es en las cosas del vivir, y muy en especial en ese bucle que forman la especulación inmobiliaria, la falta de vivienda pública, la multiplicación de pisos turísticos, los disparatados precios del alquiler… para absorber hasta el 70% (o más) de los ingresos de cualquier trabajador o trabajadora, joven o no tan joven, de forma que el gasto en un techo y cuatro paredes arrastra a la clase media hacia el riesgo de pobreza. Una bomba de relojería. Si esta situación (que está ahí desde hace años aunque Feijóo la descubra ahora como “excepcional”) no estalla en un nuevo 15M, es porque el sujeto contra el que dirigir la indignación resulta (de momento) confuso. 

Se abre una ventana de oportunidad (que diría el gurú de la autoayuda). Quizás sea hora de contrastar modelos de solución a un problema complejo. La derecha tira de su recetario neoliberal: rebajas de impuestos que favorecen a los ricos, medidas que facilitan los desahucios (disfrazadas de una mayor consideración hacia los “vulnerables”), nueva liberalización de suelo (¡quién dijo miedo a una nueva burbuja inmobiliaria!), etc (ver aquí). Las izquierdas insisten en dar margen a los topes de los precios del alquiler incluidos en la ley de vivienda que el PP se niega a aplicar, en ampliar el parque de vivienda pública (¡ya era hora!), en poner coto a los pisos turísticos o alquiler temporal, etc (ver aquí).

No me parece buenista escribir que hasta hay puntos en los que puede haber consenso, aunque sólo sea en una reforma de la Ley del Suelo que equilibre de forma precisa la construcción de nuevas viviendas y el carácter asequible y no especulativo de las mismas. Inténtese, aunque sólo sea para que cada cual se retrate y retrate los intereses que representa. 

Conviene recordar que cualquier rebaja fiscal, si no es progresiva, siempre beneficia a las rentas más altas. Y en el caso de la vivienda hay una relación directa entre reducción de impuestos y subida casi automática de precios

Vayan por delante algunos datos y argumentos para no despistarnos. Se viene demonizando como “inútil” y “contraproducente” el control de precios de los alquileres en las “zonas tensionadas” de grandes núcleos urbanos. Lo cierto es que los datos oficiales aportados por el Govern catalán (ver aquí) y los que concluye el único estudio académico (conocido por quien suscribe vía Pablo Simón) sobre los efectos de ese capítulo clave de la ley de vivienda (ver aquí) indican que esos topes al precio reducen en torno a un 5% el coste del alquiler.

En segundo lugar está ese anzuelo siempre sospechoso de las bajadas de impuestos como supuesta palanca para bajar precios. Conviene recordar que cualquier rebaja fiscal, si no es progresiva, siempre beneficia a las rentas más altas. Pero, además, los expertos advierten que en el caso de la vivienda hay una relación directa entre reducción de impuestos y subida casi automática de precios (ver aquí). Es el mercado, amigos, que diría Rato.

Para entendernos: mientras la inversión en vivienda destinada al alquiler tenga una rentabilidad media del 7,5% (más del doble que la del bono del Estado a 10 años), habrá todo tipo de inversores/especuladores que seguirán “calentando” el mercado inmobiliario. Mientras España siga a la cola de Europa en vivienda social, al nivel de Bulgaria, Eslovaquia o Hungría, será muy difícil alcanzar un equilibrio saludable y justo entre oferta y demanda. ¿Pánico al hiperventilado porcentaje de okupaciones? Vean el ejemplo que va implantando Euskadi: que sea el Estado (comunidad autónoma) quien garantice a los caseros el cobro del alquiler, en lugar de dejar esa función en manos del negocio privado (ver aquí).

Es un reto para el Gobierno de coalición y sus socios de investidura lograr avances significativos y eficaces en la solución del problema social de mayor enjundia que afronta España, con efectos político-electorales (no tan) incalculables, y muy concretos en términos de desigualdad. Importan ya poco los motivos que llevan al PP a entrar en el debate público de las cosas del comer (o del vivir). Pero es una oportunidad de oro para confrontar modelos ideológicos y sistémicos para mejorar la vida de la ciudadanía. Al lío: datos y argumentos (sin gritar).

P.D. Puede resultar frívolo (quizás lo sea) hablar o escribir de asuntos cercanos, por trascendentes que sean —como ocurre con la vivienda—, si observamos las diarias masacres a las que asistimos en Gaza o en Líbano por parte de los ejércitos y la ¿inteligencia? israelí. No es incompatible atender ambas urgencias en su justa proporción. Este sábado están convocadas manifestaciones en las principales ciudades (a las seis de la tarde en Atocha, Madrid) para reclamar el cese del comercio de armas con Israel (ver aquí). ¡Sigamos!

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