El desastre que viene Luis Arroyo
Qué pasa cuando Vox gobierna
2022 fue el año en que la ultraderecha entró a gobernar. Lo hizo en Castilla y León de la mano del Partido Popular. Unos meses después, a los populares les ha estallado el primer gran escándalo provocado por su socio, y nada menos que con el aborto. Mucho se ha hablado y se seguirá debatiendo sobre las relaciones de la derecha con la ultraderecha; denostadas en buena parte de Europa, pero vistas como algo inevitable, a la luz de los acontecimientos, en España. Más allá de elementos de estrategia electoral, y ahora que ya tenemos una experiencia reciente, una pregunta se impone: ¿qué pasa cuando la ultraderecha gobierna? En España, ¿qué pasa cuando Vox gobierna? ¿Y cuando no gobierna pero tiene capacidad para influir en las decisiones de gobierno?
Una parte de los analistas más agudos de la realidad insisten en subrayar que cuando la ultraderecha gobierna no puede llevar a cabo buena parte de su programa porque las instituciones democráticas tienen resortes sólidos que le impiden hacerlo. Los marcos jurídicos, económicos y políticos dificultan en buena medida esa posibilidad, y de ahí que se concluya que la democracia es más sólida de lo que se cree y que resiste bien los envites de la ultraderecha. En efecto, desde un punto de vista de análisis institucional, así es.
Sin embargo, si se acerca un poco la lupa, emerge otra realidad. En primer lugar, como ha pasado con el caso del aborto en Castilla y León, aunque finalmente quede en nada, Vox ha conseguido cuestionar un consenso ampliamente aceptado en nuestra sociedad: el derecho de las mujeres a decidir libremente, sin coacciones ni tutelas, sobre su embarazo. Así lo asume el 70% de la ciudadanía según esta encuesta de Ipsos, incluyendo al 60% de los votantes del PP. Vienen a la memoria inmediatamente los intentos de Gallardón de reformar la ley vigente y cómo le costó el puesto de ministro. En efecto, aunque el Partido Popular en su interior alberga posiciones que van desde la legalización plena del aborto hasta todo lo contrario, sabe que es un tema sensible que la sociedad española tiene superado. Sin embargo, Vox lo lleva al debate público quebrando consensos ya instalados, cuyo retroceso intenta, inspirado tanto por el catolicismo integrista como por el ejemplo trumpista. Intenta así diferenciarse y presionar a su socio de gobierno para hacerse fuerte en el electorado más a la derecha. Se lleva por delante nada menos que un amplio acuerdo social sobre los derechos de las mujeres. No es la primera vez que la ultraderecha apunta a este objetivo, como muestra esta investigación sobre cómo afectan las políticas de la ultraderecha a los derechos de las mujeres en Italia, o esta otra en Polonia.
En otros casos, la ultraderecha no gobierna pero sus votos son necesarios en los ejecutivos municipales donde gobierna el PP, condicionando fuertemente sus políticas. Un ejemplo de entre las decenas que hay en España: en el Ayuntamiento de Zaragoza, donde gobierna en minoría la coalición PP-Ciudadanos con el apoyo de Vox, para lograr aprobar presupuestos la partida de cooperación al desarrollo se ha reducido, por exigencia de este último partido, un 50% a lo largo de este mandato. No escandaliza tanto ni genera tanto debate público, pero supone un retroceso de las políticas de solidaridad internacional ya asentadas durante décadas en los grandes municipios. Por supuesto, también en este Ayuntamiento, como en otros, se han puesto en marcha oficinas dedicadas a “informar” a las mujeres de los problemas que puede acarrear el aborto —se les dice que "el aborto provoca riesgos físicos, problemas de pareja, sentimientos de culpa, tristeza, depresión' y que el feto "lucha contra los instrumentos quirúrgicos durante el aborto”, según se puede leer en la web de quienes gestionarán dicha oficina—, y servicios contra la “violencia intrafamiliar”, buscando ocultar así, una vez más, la violencia machista.
Otro aspecto de análisis, más sutil si se quiere, se refiere a los efectos que la presencia de la extrema derecha en los órganos de poder tiene en el conjunto de la sociedad Aunque queda mucha investigación por desarrollar, existen ya trabajos como este del profesor de la universidad de Milán Alessio Romari que muestran cómo en los municipios italianos gobernados por la ultraderecha aumenta la probabilidad de delitos de odio contra los inmigrantes.
Como pasó en Alemania en el 33, la extrema derecha no entra sola ni por mayorías obtenidas en las urnas. Alguien le tiende la mano y le abre la puerta
La aparición de Vox en las instituciones tiene también efectos en la tan debatida polarización. En un libro de reciente aparición, De votantes a hooligans (Catarata), el profesor Mariano Torcal concluye, tras un exhaustivo análisis, que “... admitiendo que la llegada de Vox y de sus votantes más polarizados no son los únicos responsables del aumento de la polarización afectiva, lo cierto es que sus efectos sobre el apoyo a la democracia liberal no son iguales. Las partidarias y los partidarios de Vox, e incluso algunos de los del PP, se caracterizan por mostrar unos niveles de tolerancia política y social mucho más bajos y un apoyo explícito a las decisiones encaminadas a concentrar el poder en unas pocas manos que no siempre emanan de la voluntad popular, mostrando predisposición clara a apoyar las medidas que favorecen políticas iliberales y el deterioro democrático en favor de sus intereses”.
Más allá, por tanto, de la solidez de las instituciones democráticas, que son capaces de resistir asaltos al Capitolio estadounidense o al Congreso de Brasil, conviene profundizar en los efectos que tiene la ultraderecha cuando entra a gobernar: cuestiona consensos básicos y valores propios de sociedades democráticas que ponen en peligro la convivencia, en especial en lo que se refiere a derechos de las mujeres, de las personas LGTBI+ o de los migrantes, e incrementa la tensión social y los delitos de odio. Ahora bien, como pasó en Alemania en el 33, esa extrema derecha no entra sola ni por mayorías obtenidas en las urnas. Alguien le tiende la mano y le abre la puerta.
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