Sergio Ramírez Luis García Montero
Los demócratas toman la iniciativa en campaña
La campaña electoral norteamericana sigue su curso. Lleva tres semanas frenéticas donde el Partido Demócrata ha sido capaz de revertir unas encuestas de opinión que les eran muy desfavorables. La tendencia ha cambiado. Si antes de la renuncia de Biden y del atentado contra Trump la subida se correspondía con el Partido Republicano, las últimas encuestas muestran como los demócratas han conseguido cambiar la tendencia en algunos de los Estados claves tales como Michigan, Pennsylvania o Wisconsin, donde ahora Harris va en cabeza por unos cuatro puntos (encuesta de Sienna College y New York Times). Los datos de The Economist apuntan en la misma dirección, 48% Harris, 46% Trump. Incluso en los Estados bisagra se ven cambios de tendencia si bien con unos márgenes todavía muy ajustados. Lo único que parece claro es que Minnesota seguirá como estado demócrata y Ohio como estado republicano.
El partido republicano se encuentra noqueado por el cambio de liderazgo y la salida en tromba demócrata. Toda su estrategia de campaña se ha visto alterada y no consiguen retomar una iniciativa que parecía clara hace apenas unas semanas. A menos de tres meses de la elecciones necesitan recuperar espacios, pero no parece que estén sabiendo como conseguirlo. Los huecos que consideraban factibles se les van cerrando. El discurso pesimista sobre el país o los intentos de introducir la guerra cultural, por el momento, tampoco les están funcionando. Así, la apelación a la no-negritud de Harris por parte de Trump no convence ni a los suyos. Los republicanos se encuentran en el peor momento de popularidad desde 2022. Todos sus marcos están rotos, ya no es el más joven, ni el único que apela a la América rural, ni el que se enfrenta a la América pija, algo que tan bien le función en 2016. Tampoco ha conseguido mantener la idea del mártir con la que jugó durante unos días, su propia fortaleza y capacidad de reacción la desactivaron. Además, el candidato a vicepresidente no está funcionando como querría. Sus errores en campaña como el que hacía referencia a su lamento de que el país estaba controlado por las “mujeres sin hijos y con gatos” no favorecen las aspiraciones del marco republicano.
Y sí, los candidatos a vicepresidentes van a tener un papel determinante en esta campaña. Walz y Vance, Vance y Walz estos nombres aparecerán casi tantas veces como sus compañeros de ticket. Vance en el campo republicano, Walz en el demócrata. Dos hombres blancos con biografías paralelas, procedentes del midwest, ambos de origen humilde y de entornos rurales y deprimidos económicamente. Ambos se alistaron en las fuerzas armadas y son veteranos de guerra, y ambos también con una historia de ascenso social que confirma la leyenda del sueño americano. La diferencia esencial, su evolución ideológica. JD Vance un neoreaccionario de manual formado en Yale y apoyado por millonarios de la industria tecnológica de Silicon Valley como Peter Thiel, David Sacks o Elon Musk. Tim Walz, un tipo humilde con una cierta orientación progresista que ha demostrado en su manera de gobernar la restricción en el acceso a las armas, protección del derecho al aborto, la gratuidad de los comedores escolares y la legalización de la marihuana son ya realidades en Minnesota donde es gobernador desde 2018. Sus raíces humildes le conectan con el ciudadano más conservador, su apoyo a las causas progresistas pueden atraer a los indecisos e independientes.
La campaña republicana se ha transformado en una campaña faltona y agresiva apoyada en un discurso del miedo que no le está sirviendo a Trump. La campaña optimista y alegre de los demócratas convence y se contrapone al discurso del miedo
Los apoyos que uno y otro puedan conseguir para sus campos respectivos serán los que decanten la balanza en las elecciones presidenciales de noviembre de este año. Los debates entre los vicepresidentes serán tanto o más interesantes que los de sus jefes de filas. Sus perfiles y desempeño serán determinantes para inclinar la balanza a uno u otro lado en los denominados “estados bisagra”. Wisconsin, Michigan y Pensilvania pueden ser determinantes en este sentido. Históricamente demócratas, pero que Trump conquistó en 2016, para después ser recuperadas por Biden en 2020. Porque no lo duden, la partida electoral se juega en el Medio Oeste.
La campaña republicana, que comenzó con propuestas, se ha transformado en faltona y agresiva, apoyada en un discurso del miedo y la amenaza que no le está sirviendo a Trump para revertir las tendencias demoscópicas en su contra. Parece claro que es imprescindible un reseteo del plan de campaña que les permita tomar la iniciativa. Mientras, los demócratas han salido en tropel, con una excelente campaña de comunicación, pero sin propuestas concretas más allá de parar a Trump y a sus secuaces. El muro de contención, por el momento, funciona. La campaña optimista y alegre de los demócratas convence y se contrapone al discurso del miedo.
Apunten las próximas citas. La primera, la Convención Demócrata de Chicago del 19 al 22 de agosto 2024, a la que dice que está esperando Trump para lanzar su contra-ataque. La segunda, el debate de candidatos previsto para el 10 de septiembre. Esta última puede marcar un nuevo punto de inflexión en esta alocada y acelerada campaña electoral.
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