Ataques en Magdeburgo: la cautela como arma Ruth Ferrero-Turrión
Los Patriotas de Europa en España
Hace no tanto, las cuestiones que tenían que ver con política internacional apenas recibían atención por parte de los medios de comunicación. De hecho, ahora, sigue sin prestarse suficiente atención a aquello que sucede más allá de las fronteras patrias. Siempre es más sencillo fijarse en nuestro pequeño mundo y nuestras pequeñas dinámicas cotidianas que echar la vista al fondo y ver dónde queda todo eso desde un plano más amplio.
Pues bien, la filosofía de no prestar demasiada atención a lo que acontecía más allá de los Pirineos cambió ligeramente con la pandemia del covid-19. Entonces, la UE jugó un papel importante en la mutualización de la deuda para construir un escudo social. De nuevo, el plano internacional se comía a las miserias patrias cuando Rusia invadió a Ucrania en febrero de 2022. Y más tarde llegó Gaza, luego las elecciones americanas y todo un cúmulo de informaciones que no se digieren sin la adecuada contextualización y análisis.
Mientras todos estos acontecimientos sucedían, se tejían en paralelo unos lazos que ahora dejan ya ver más allá de la patita que venían enseñando los Trump, Bolsonaro o Milei del otro lado del Atlántico o los Morawiecki, Orban, Meloni y Le Pen de este otro. Esos lazos tomaron forma a finales de mayo de 2024, unas semanas antes de las elecciones europeas de junio de 2024. En el evento organizado por Vox, Europa Viva24, se dio cita lo más granado de la conocida como internacional ultra. No faltó nadie, incluso el sionista ministro de Asuntos Exteriores israelí, Israel Katz, acudió al toque de silbato de Abascal. También estuvieron Le Pen, Orban, Meloni o Milei, que se alzó como gran estrella mundial. Se lanzaba entonces la campaña electoral. Aquí, más allá de las disputas entre Milei y el presidente del gobierno, Pedro Sánchez, que desembocaron en una crisis diplomática, en realidad se le prestó poca atención a las propuestas que se pusieron entonces sobre la mesa: la defensa de la soberanía de las naciones europeas, los derechos de los trabajadores del sector primario y la protección de las fronteras. Vox, entonces, mostró su capacidad para articular las derechas nacionalistas de los dos lados del Atlántico, la Iberoesfera en la que lleva ya tiempo trabajando, concretamente desde 2020; pero también mostró su capacidad para reunir lo más selecto de las principales fuerzas políticas ultra del continente europeo.
Mientras eso sucedía en el plano exterior, en España ya se habían visto movimientos que hacían presagiar cambios en el seno de Vox. La salida de Espinosa de los Monteros y la desarticulación del ala más neoconservadora del partido abría paso expedito al ala más reaccionaria y nacionalista, liderada por el eurodiputado Jorge Buxadé, que, en este momento, es el que lidera ideológicamente el partido. Sus bases programáticas transitan, se podría decir, por un nacionalpopulismo de vía estrecha en el que, una vez agotado el posicionamiento del “España se rompe” animado por el procés catalán y donde originalmente Vox alimentó a sus bases, se focaliza en un tema que es mucho más transversal y mucho menos específico: la migración.
Y a estas dinámicas, la exterior, la interior y la ideológica, se ha sumado la aparición de una fuerza que, sólo quizás, podría hacerle algo de sombra en el futuro, pero que, de momento, ha conseguido tres escaños en el Parlamento Europeo, tres escaños con los cuales Vox contaba.
Es muy probable que el arriesgado movimiento de ruptura de los gobiernos del PP y Vox no hubiera sucedido de la manera en la que se ha hecho de no contar el partido ultra con una cobertura europea que le permite apostar por un proyecto político al medio y largo plazo
Y en este contexto asistimos a la reconfiguración de las fuerzas de ultraderecha en la UE. Ya no lideradas por Meloni sino por Orban. La “normalización” a la que ha sido sometida la dirigente de Fratelli d'Italia durante los últimos meses, al contrario de lo que parecía antes de las elecciones, ha jugado en su contra. Así, Meloni, trató de ser la líder más poderosa entre los ultras, y, por tanto, apostó por una mayor relevancia en la UE. Tardó poco en darse cuenta de que los resultados electorales no soplaban a su favor y de que no era imprescindible en el Consejo Europeo.
De eso también se percató el político más astuto que hoy ronda Bruselas y que no es otro que Viktor Orban. Oler la debilidad de Meloni y lanzar una ofensiva que le permitiera alcanzar sus objetivos fue todo uno. Así, con vagas excusas, decidió no unirse a ECR [grupo de los conservadores y reformistas europeos], pero no lo hizo por la incorporación del nacionalista AUR rumano, ni tampoco por el alineamiento de este grupo con la OTAN sino porque quería liderar un proyecto europeo que compitiera directamente con el asentado hasta ahora. Lo hizo porque no tiene interés en formar parte de las élites sistémicas sino cuestionarlas desde fuera. Lo hizo porque, mientras siembra el desconcierto entre los grupos centrales, arma una coalición de fuerzas políticas que abogan por alzarse con el título de antisistema y con ello aumentar sus bases electorales en todos los países donde tienen representación al tiempo que refuerza sus lazos ideológicos en el plano internacional, con Putin y con Trump.
Y ahí es donde Buxadé encuentra su lugar. Vox quiere recuperar la iniciativa y pasar de la subalternidad al control del espacio de la derecha. La hipótesis con la que se trabaja es la de forjar una fuerte alianza europea e internacional que le permita unirse a una ola de refuerzo de las derechas ultras en un momento de descontento, pesimismo y crisis en el que el miedo y la ansiedad dominan a una buena parte de la ciudadanía, especialmente a aquellos a los que las cosas les van mal. Esta dinámica le permitiría, según su propia hipótesis, aumentar el peso de su electorado recogiendo descontentos, tal y como se ha visto en Francia o en Italia. Y el marco perfecto para hacerlo es con Patriotas de Europa. Estamos ante un repliegue nacionalnativista con toques racistas y securitarios, acorde a unos tiempos en los que el centro-derecha ha perdido la iniciativa política y no tiene ni proyecto europeo ni proyecto nacional en el caso español.
Es muy probable que el arriesgado movimiento de ruptura de los gobiernos del PP y Vox no hubiera sucedido de la manera en la que se ha hecho de no contar el partido ultra con una cobertura europea que le permite apostar por un proyecto político a medio y largo plazo. Todavía es pronto para saber si sus previsiones se cumplirán. En todo caso, no pierdan de vista lo que suceda en la UE, porque ahí es donde se encontrarán las pistas para entender los movimientos de los ultras en el plano nacional.
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