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CATALUÑA

El Parlament busca ideas en Alemania para poner fin a los discursos de odio de Orriols y Vox en la tribuna

La líder de Aliança Catalana, Silvia Orriols, en el Parlament.

La entrada en el Parlament de Catalunya de Aliança Catalana, la formación de Sílvia Orriols, ha convertido a la cámara catalana en la única en España con dos partidos de extrema derecha. El discurso ultra ahora tiene dos micrófonos en sede parlamentaria y ha aumentado sus representantes, y eso ha hecho emerger otra vez un debate que se arrastra desde la anterior legislatura: cómo abordar el discurso de odio que sale de la tribuna del Parlament. Durante la anterior legislatura ERC y CUP ya propusieron una de reforma del reglamento para prohibir este tipo de discursos intolerantes que decayó por la convocatoria de elecciones anticipadas, y desde hace semanas el presidente de la cámara, Josep Rull, y la Mesa del Parlament han iniciado reuniones con expertos y están estudiando la jurisprudencia europea y la de otras cámaras para buscar una solución.

“Hace años que el debate sincero y sin interrupciones no existe en esta sala” (...) “y sino que le pregunten al sr, Josep Rull, ¿ya tiene el reglamento encima de la mesa por si me tiene que interrumpir?”. La pregunta se la hizo la líder de extrema derecha catalana, Sílvia Orriols, al Presidente del parlamento catalán durante el pasado Debate de Política General. La realidad fue que a lo largo de más de 20 minutos, la líder de la formación ultra pudo hacer su discurso íntegro y sin interrupciones. Pese a ello, cinco minutos de su discurso estuvieron dedicados a criticar que sí se limita el debate político a su formación. “El primer punto del debate de política general debería ser poner fin a este eje totalitario. Cortar el micrófono no es justo ni democrático”, continuaba Orriols.

La Mesa del Parlament está aún en fase de prospección sobre cómo frenar el discurso de odio, pero fuentes parlamentarias explican que de momento “se prioriza la libertad de expresión”. Esta es “la forma más común en Europa”, explican las mismas fuentes, y ponen de ejemplo el reciente discurso antiinmigración de Víctor Orbán en el Parlamento Europeo que la presidenta de la cámara no interrumpió. La Mesa y la Presidencia del Parlament están en una fase de prueba y error para abordar el discurso de la extrema derecha y ahora Josep Rull está interrumpiendo “lo mínimo posible”

¿Una comisión específica para evaluar los discursos?

La líder de Aliança Catalana aprovechó el pasado Debate de Política General para lanzar uno de los discursos más duros de la legislatura. “Cuando se ven amenazadas las libertades y los derechos fundamentales, la islamofobia es un derecho”, arrojó en un momento del debate Sílvia Orriols. 

No obstante, a diferencia de lo sucedido durante el primer pleno del Parlament, en el que Josep Rull advirtió a la líder de extrema derecha al finalizar el discurso, en esa ocasión el presidente del Parlament no lo hizo. El Parlament está en fase de prueba y error para evitar al máximo imágenes como la que vivió la legislatura pasada, en la que la presidenta Anna Erra interrumpió a líder de Vox catalán por comparar Cataluña con la alemania nazi.

La profesora de Ciencia Política de la UOC, Ana Sofía Cardenal, explica el difícil equilibrio al que se expone la presidencia del Parlament a la hora de interrumpir o dejar continuar el debate parlamentario. Generar situaciones en las que la extrema derecha “pueda victimizarse” o “excluirlos del debate” puede llevar a “radicalizar a sus votantes”, pero el Parlament “debe poder distinguir los matices” y establecer límites. Uno de ellos “es incitar a la violencia y el odio hacia colectivos”.

Fuentes parlamentarias explican que la presidencia de Parlament se están basando en distintas sentencias europeas y que han recibido también la experiencia de la cámara alemana de Baden Wüttemberg. El parlamento alemán se encuentra con discursos de islamofobia y hacia refugiados ucranianos y creó una comisión adhoc para tratar a posteriori todos los discursos que se producen en la cámara. No obstante, fuentes parlamentarias explican que “está por ver” si una comisión similar se puede hacer en el Parlament o si se podría aprovechar la Comisión del Estatuto del Diputado, pero que “hay que hacer una medida consensuada por toda la Mesa del Parlament”. Las fuentes también confirman que a lo largo del primer trimestre del 2025 van a profundizar en estudiar lo que se está haciendo el parlamento del land alemán para encontrar una “solución propia”.

Mar Aguilera, profesora de la UB de Derecho Constitucional, ve con buenos ojos plantear revisiones a posteriori. “El parlamento es la cámara que tiene la legitimación directa de los ciudadanos”, expone Mar. Es por ello que los diputados tienen “inmunidad e inviolabilidad”, porque “si hay un sitio en el que debe haber un debate de las ideas contundente, rico y hasta ofensivo, debe ser el Parlament”. Karlos Castilla, investigador del Institut de Drets Humans de Catalunya incide en este aspecto. Para el doctor en derecho constitucional, la inmunidad está garantizada en la Constitución y los Estatutos, “pero se podría generar una responsabilidad después de haber ejercido la libertad de expresión”. Aunque el doctor también expone que los riesgos podrían ser la lentitud de la reacción y que la acumulación de los discursos de odio impida hacer una correcta contraargumentación ante la sociedad.

Vías complementarias para abordar el discurso de odio

Recientemente, ERC también ha propuesto integrar el código de conducta en el reglamento de la cámara para que tenga rango de ley. Fuentes de ERC explican que esta es una vía complementaria con otras y que “dotaría de más herramientas a la institución” parlamentaria, para “regular el debate”. Todo ello, consideran, contribuye a la idea de explorar “todas las vías posibles” para contrarrestar los discursos de odio y su vez “no hacer de sus altavoces”. 

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Según el reglamento del Parlament de Catalunya, ahora los diputados pueden ser llamados al orden si no evitan “causar perturbaciones u desórdenes, hacerse acusaciones o recriminaciones entre ellos, o pronunciar expresiones inconvenientes al decoro”. También pueden ser expulsados si se les llama al orden por “palabras ofensivas” hacia “instituciones públicas” o a “otro miembro del parlamento o a cualquier otra persona”. El reglamento, por lo tanto, deja bastante manga ancha a la presidencia del Parlament para interpretar si un discurso se debe interrumpir o hay que expulsar a algún miembro. Pero a su vez, el peso sobre esa decisión ahora recae únicamente sobre esta figura.

Los letrados del parlamento marcaron recientemente su postura sobre las sanciones al discurso de odio en la cámara tras la reforma del reglamento de ERC y la CUP que decayó debido a la convocatoria electoral anticipada. Entonces, consideraron "legítimo" y "justificable" interrumpir una intervención cuando "incita a la violencia" o "hace apología del terrorismo e incita al odio", amparándose en la jurisprudencia del TEDH. Fuentes parlamentarias explican que este informe también se está usando como referencia para tratar el discurso de odio y va en la línea de permitir una libertad de expresión ancha.

Aguilera desarrolla un poco más las casuísticas en las que se debería restringir ciertos discursos. “La libertad de expresión depende mucho del contexto”. Si declaraciones islamófobas se producen en un momento en el que “se producen ataques” hacia ese colectivo discriminado, “esto es muy grave”. En el caso de la islamofobia, parece que sí habría una traslación hacia el día a día social, ya que según el Observatorio Español del Racismo y la Xenofobia (OBERAXE) el discurso de odio en las redes sociales aumentó en 2024 un 20%. Que la extrema derecha pueda enmarcar limitar los discursos de odio en una censura permite al otro “reafirmarse en un discurso victimista” y aumentar la difusión de su mensaje, explica Iago Moreno, experto en desinformación y extrema derecha por la Universidad de Cambridge.

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