… Que miente por amor Raquel Martos
Von der Leyen no tiene el puesto asegurado
Con el anuncio de la convocatoria de elecciones al Parlamento Europeo, la actual presidenta de la Comisión Europea se postuló para revalidar su puesto. Fue en el mes de marzo cuando su candidatura fue aprobada por el Partido Popular Europeo (PPE) en su reunión en Bucarest. Este titular hizo pensar a muchos que el paseo hasta la renovación de su actual puesto sería un camino de rosas. Se equivocaron.
Si bien es cierto que Von der Leyen es la apuesta del grupo PPE para volver a asumir el principal puesto ejecutivo de la UE, lo cierto es que los números no están tan claros como pudiera parecer a priori, ni tampoco los apoyos. Tampoco lo estaban en 2019, pero entonces Merkel dirigió la negociación.
En el año 2019 Ursula von der Leyen, ex ministra de Defensa alemana, asumió el cargo con el apoyo de los grupos del centro político de la cámara: PPE, Socialistas y liberales de Renew; lo consiguió entonces con 383 votos, tan sólo nueve por encima de los 374 necesarios. Sin embargo, la suma total entonces de esas alianzas tendría que haber sido de 444, faltaron 61 votos, en torno al 40% de los socialistas. Ya entonces se habló de que, en realidad, Von der Leyen había contado con el apoyo de partidos situados en las derechas radicales como el Ley y Justicia de Polonia, y, por supuesto, el Fidesz húngaro que entonces se encontraba en el PPE. Así, Von der Leyen consiguió ser presidenta de la Comisión gracias al apoyo de partidos políticos de dudosas credenciales.
En esta ocasión la presidenta de la Comisión ha desvelado sus cartas antes de tiempo. A la luz de los números la alemana podría depender de los votos de la ultraderecha de Meloni. Las maniobras de acercamiento a la italiana y a una derecha nacionalista a la cual legitima no han pasado desapercibidas, e incluso grupos de su propia familia política, como Les Republicanes franceses, no apoyan su candidatura. Socialistas, liberales, verdes y la izquierda ya han advertido que cualquier aproximación a estas derechas que el PPE quiere normalizar hará que su apoyo se dirija en otra dirección.
Todo ello sumado a la cantidad e intensidad de los errores cometidos por Ursula von der Leyen en el tramo final de su mandato que incluyen el Pzizergate, pero también su viaje a Israel tras los ataques del 7 de octubre, y ahora el flirteo en campo abierto con los ultras, van a dificultar de manera clara su reelección. Así, su estrategia es intentar ganar apoyos utilizando la fórmula de la geometría variable en función de los intereses de los distintos grupos políticos. Y lo hace con un ojo puesto en las encuestas y el otro en intentar adaptar su discurso y promesas a esas necesidades.
Si bien es cierto que Von der Leyen es la apuesta del grupo PPE para volver a asumir el principal puesto ejecutivo de la UE, lo cierto es que los números no están tan claros como pudiera parecer a priori, ni tampoco los apoyos
De este modo, todo lo avanzado en materia de Pacto Verde y cambio climático ha quedado relegado a un segundo plano de manera muy clara. En cuanto a inmigración, se ha alineado con las posiciones más en relación con los traslados de los solicitantes de asilo a “terceros países seguros” con declaraciones tales como que aunque se cumplan “las obligaciones internacionales [...], somos nosotros, los europeos, quienes decidimos quién viene a Europa y en qué circunstancias, y no el crimen organizado [bandas] de contrabandistas y traficantes" dejando de manifiesto que está dispuesta a seguir el modelo Meloni de externalización del asilo a Albania. La última de las grandes propuestas realizadas por Von der Leyen ha sido el lanzamiento del globo sonda en relación con el denominado “prebunking” para combatir la desinformación, que no es otra cosa más que lo conocemos como censura de toda la vida. Y todo ello, por supuesto, en un entorno de discurso prebélico que apuesta por la seguridad como el único eje de actuación y que relega los graves agujeros en materia de Estado de Derecho por los que atraviesa la UE. Con estas propuestas sobre la mesa, lo que está en juego es la defensa de los derechos humanos o la libertad de expresión y de información entre otros.
Estas cuestiones ya serían determinantes para no apoyar la candidatura de Von der Leyen independientemente de las futuras alianzas que pudiera tejer en función de las mayorías en el Parlamento Europeo. Es importante recordar en este punto que, en realidad, Von der Leyen no se presenta a las elecciones, sino que su nombre debe salir de un acuerdo en el Consejo Europeo, donde se sientan jefes de Estado y de Gobierno, y que luego esa propuesta debe ser ratificada por una mayoría del PE. En estos momentos existe una mayoría de gobiernos de centro derecha y derecha radical en ese órgano, así la mayoría del parlamento sería necesaria para revocar el nombre que saliera propuesto.
En las actuales circunstancias, algunos jefes de Estado como Macron han comenzado a moverse proponiendo otros nombres que pudieran incomodar menos, y ahí es dónde ha saltado el nombre de Mario Draghi. Un político tecnocrático con las ideas muy claras sobre hacia dónde debe avanzar la UE en materia de competividad, industrialización e innovación y que podría ser aceptado por liberales, socialistas y populares.
Así, a Ursula von der Leyen, a pesar de seguir siendo la favorita, las cosas se le empiezan a poner cuesta arriba, al menos en lo que a advertencias se refiere. Otra cuestión serán los números y la aritmética parlamentaria resultante de las elecciones del día 9 de junio. En función de ellos, la cámara elegida por los ciudadanos y ciudadanas podrá ser capaz o no de parar algunos nombramientos y políticas.
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